El teletrabajo se consolidó durante la pandemia de COVID-19, dejando de ser una opción lejana para convertirse en un recurso utilizado por miles de personas.
Una reciente investigación, llevada a cabo por el Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI) junto a un equipo de investigadores de distintas casas de estudio, determinó que esta forma de trabajo remoto se centró en hogares con ingresos por encima de $1 millón y que la elección de trabajar desde casa estuvo relacionada con aspectos personales.
Entre marzo y mayo de 2020, el trabajo remoto aumentó de 49% a 71%, en paralelo a las cuarentenas en Santiago. En los hogares que ganan más de $1 millón, la tasa de adopción fue mayor que el promedio. En grupos con ingresos inferiores, algunos miembros de la población no realizaron actividad laboral. En el caso de las mujeres, el 50% trabajó de forma remota y el 16% no tuvo empleo registrado; en el caso de los hombres, el 48% se desempeñó a distancia y el 8% no tuvo actividad laboral.
La investigación indica que el miedo al contagio o a la sobrecarga del sistema sanitario está vinculado a un aumento en la implementación del teletrabajo, mientras que la ansiedad por la posibilidad de quedarse sin empleo o de enfrentar deudas tiene un impacto negativo, especialmente entre aquellos empleados sin contrato y con salarios por debajo de la media. La separación entre el hogar y el sitio laboral fue un factor determinante, excepto para quienes utilizan bicicleta o automóvil.
El estudio revela desigualdades en el acceso al teletrabajo en función de los ingresos y las diferencias de género. Las sugerencias que propone incluyen crear estrategias para acercar lugares de trabajo a los hogares, mejorar la infraestructura para el trabajo remoto y optimizar la percepción del transporte disponible para los usuarios. La evaluación proporciona información para reevaluar las políticas en esta área y establecer acciones en relación con las circunstancias que han surgido durante este periodo.
Cabe consignar que el grupo de investigadores estuvo compuesto por Sebastián Astroza, del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Concepción y miembro del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI); Ricardo Hurtubia, del Departamento de Ingeniería de Transporte y Logística y la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, también afiliado al ISCI; Alejandro Tirachini, académico del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Chile y del Departamento de Ingeniería Civil y Gestión de la University of Twente, en los Países Bajos; C. Angelo Guevara, del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Chile e integrante del ISCI; Juan Antonio Carrasco, del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Concepción y del ISCI; Patricio Salas, del Departamento de Estadística de la Universidad de Concepción; y Marcela Munizaga, académica del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad de Chile y del ISCI.