Por María José Ramírez Tomic, Directora del Área Empresas en ConSienteMente Empresas.
No cabe duda que estamos comenzando una nueva era. La profunda crisis sanitaria junto con la irrupción desenfrenada de la tecnología ha introducido múltiples cambios en nuestro estilo de vida y en las lógicas con las que solíamos movernos y operar.
El cambio parece ser hoy más una constante que una variable, y la velocidad con la que suceden es cada vez más acelerada. Con esto, la incertidumbre se ha instalado como parte de nuestro día y en todos los planos: económico, laboral, profesional, sociopolítico y familiar.
Si bien este fenómeno nos invita a activar nuestra capacidad de adaptación, proceso en el que los seres humanos somos expertos por naturaleza, también nos sumerge en un periodo de aprendizaje, de arriesgarnos a soltar lo que nos es conocido, un tránsito que por cierto incluye cierta resistencia, desorientación, sensación de incompetencia y falta de control respecto a nuestro propio futuro.
En las empresas se logra percibir este fenómeno, la presencia de una atmósfera revuelta y un estado de ánimo organizacional complejo difícil de descifrar, especialmente para quienes dirigen equipos de trabajo y para aquellos que están a cargo del bienestar de las personas. Ausentismo laboral, productividad inestable, más licencias médicas y renuncias inesperadas son alguna de las manifestaciones más frecuentes. También lo son una disminución de la capacidad creativa y la actitud de innovación, falta de proactividad, curiosidad y ambición de mayores logros, así como una mayor aversión al riesgo, todo lo cual impacta la productividad.
La verdad es que no deberíamos sorprendernos. En tiempos de transición hacia una nueva normalidad las personas se aferran a lo conocido, anhelan estabilidad y evitan todas las decisiones que puedan ponerla en riesgo. Al mismo tiempo, buscan en sus líderes las respuestas correctas, las soluciones a esta ansiedad y la llave para destrabar las dificultades. No es fácil lo que un líder enfrenta hoy, la carga de una enorme expectativa depositada sobre ellos por toda su organización, y la esperanza de que tengan la anhelada varita mágica.
Sabemos que liderar en estos tiempos es complejo, y que conlleva su propio aprendizaje, el que sin duda está aún en proceso. Sin embargo, la buena noticia es que se puede comenzar por hacer cambios relativamente simples en políticas internas que operan y ya funcionan, permitiendo ir descomprimiendo la tensión con recursos que se tienen a la mano.
Es así como repensar los beneficios resulta una excelente primera medida que toda empresa debiera abordar, haciéndolos más pertinentes al momento actual y a las necesidades más prioritarias de los trabajadores.
Robert Half lanzó recientemente la tercera edición de su encuesta sobre beneficios 2022. Según este estudio, dentro de los 5 beneficios más valorados hoy por los trabajadores hay tres referidos a salud: seguros complementarios de salud, atención psicológica y atención dental. Los siguientes se refieren a apoyo en conectividad y para el trabajo remoto desde el hogar, y los restantes a servicios de transporte y estacionamiento. Así también la flexibilidad para elegir los beneficios que se ajusten mayormente a las necesidades de cada trabajador aparece como un valor relevante (87%), y el 73% de los encuestados preferiría que los beneficios cambiaran a partir de ahora.
La salud mental se ha instalado como parte de las prioridades e invertir en ella parece ser una decisión muy acertada. Los chilenos y chilenas aun no contamos con buenas coberturas ni adecuado acceso a tratamientos de salud mental. Todo parece indicar que incorporar beneficios para mejorar el bienestar y la salud psicológica de los trabajadores será un imperativo para las empresas en esta nueva era, al menos en este periodo de transición y adaptación. Si bien hasta ahora no se suele invertir en este ámbito, apoyarse únicamente en las prestaciones que ofrecen los sistemas de salud públicos y privados es insuficiente, dadas las profundas restricciones y las bajas coberturas que éstas ofrecen.
Ante la necesidad de acelerar el restablecimiento emocional y la salud mental de nuestros colaboradores, su capacidad creativa, su nivel de entusiasmo, energía, engagement y productividad, es hora de repensar los beneficios y apostar por aquellos que funcionen como palancas para robustecer a la organización y al negocio.