Por Ricardo Seguel, Director Académico del Diplomado en Transformación Digital y del Magíster en Ciberseguridad, de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Como cada 17 de mayo, el mundo conmemora el Día de las Telecomunicaciones. En este contexto y de acuerdo al índice de la OCDE, Chile cuenta con un 87,5% en cuanto a la conectividad de los hogares y la meta es alcanzar el 90% con una capacidad de 10Mbps al 2022, por debajo de otros países como España, Irlanda, Suecia y Corea del Sur, este último con un 99.9% de acceso a internet.
Por otro lado, el reciente informe de febrero de 2022 de la OCDE, indica que Chile ha tenido una tasa de crecimiento del 71% en el despliegue de fibra óptica en el territorio, siendo uno de los países latinoamericanos que lideran este indicador, detrás de Costa Rica con el 74%, y muy por delante de Colombia con el 43% y México con el 26%.
Indudablemente, la pandemia ha sido el catalizador de un aumento en la digitalización de nuestra sociedad, expresada por el creciente uso de plataformas e-commerce, trabajo remoto, educación online, salud digital, entre otros muchos servicios. Sin embargo, la “alfabetización digital productiva” aún es muy baja. De hecho, tenemos más de 2 dispositivos por persona y su mayor uso es para entretención, streaming de videos y música, redes sociales y chat, pero muy pocos ocupan su smartphone para realizar transacciones de pago o trámites.
A esta brecha de alfabetización digital, se suma la baja preparación de los jóvenes en herramientas digitales productivas. Según el informe de la OCDE 2021, Chile está entre los países con trabajadores con la peor preparación en habilidades y capacidades digitales. Entrenar a los profesores de educación básica y media para ser habilitadores de la “alfabetización digital productiva”, debería ser una prioridad del Estado.
De acuerdo al criterio de World Economic Forum (WEF), el avance vertiginoso de las tecnologías va ampliando brechas cada vez más grandes entre los países desarrollados y el resto. Peor aún en sociedades en que las personas tienen muy baja preparación en habilidades digitales, si a ello se agrega la bajísima tasa de preparación en el idioma inglés que hay en nuestro país, las barreras para ingresar al mercado laboral digital son abismantes. Si un profesional que egresa de una universidad o instituto sin saber inglés ni programar, le será muy difícil insertarse y luego desarrollar su carrera laboral o un emprendimiento en la actual economía digital.
La Academia y los establecimientos de formación técnico profesional tiene un rol importante en cuanto a este desafío, pues deberán alinear los requerimientos de la industria y el mercado, para diseñar una innovadora y actualizada hoja de ruta, en cuanto al perfil de egreso y las habilidades digitales del futuro, que de paso permitan impulsar todas las dimensiones del aparato público, privado y civil.