El mundo digital nos ofrece innumerables posibilidades. Para los que ya tenemos algunos años, no es difícil recordar un tiempo en el que no era posible, o no era tan fácil, hacer cosas que hoy nos resultan ubicuas: mirar un video online, acceder a un documento o una foto que no está guardado en nuestro dispositivo, hacer videollamadas con familia y amigos, o colaborar de manera asíncrona con equipos distribuidos por el mundo entero. Estas opciones habilitadas por la tecnología de nube -y que se suman a muchas otras como comprar online, pagos electrónicos, o consultas vía telemedicina-, han sido fundamentales para la adaptación que hemos atravesado en los últimos dos años. Al estar tan presentes en nuestro día a día, tanto en nuestra vida laboral como en nuestras rutinas de trabajo, puede resultar fácil olvidarse que ese mundo digital no existe en el éter, sino que “vive” y llega hasta nosotros a través de una infraestructura física, que incluye redes de conectividad, así como el poder computacional de los centros de datos. Y es en este punto donde tenemos que recordar que todos los servicios digitales de los que tanto nos beneficiamos requieren energía para operar. Y esa energía es el verdadero motor del poder computacional que ha hecho posible que disfrutemos de todos estos servicios. Hoy en día, el 2% de la electricidad mundial ya es consumida en centros de datos que mantienen la Internet funcionando las 24 horas de los 7 días de la semana y es probable que este número continúe creciendo.
Parte de la solución y no del problema
Una vez que establecemos esta conexión, entre el mundo digital y el uso de energía, entendemos la relevancia de que los centros de datos operen con base en energías libres de carbono para que la digitalización sea parte de la solución frente al cambio climático y no parte del problema. Para las empresas y emprendimientos chilenos, que están abrazando y acelerando la transformación digital, se abre una oportunidad de combinar las demandas de sus consumidores, ávidos de dar el paso hacia la digitalización, con su preocupación por la sustentabilidad. Al adoptar soluciones de nube que están motorizadas por energías libres de carbono, las organizaciones tienen una herramienta real para reducir el uso de energía y limitar las emisiones de carbono de sus operaciones; IDC estima que la computación en la nube podría ahorrar más de 1.000 millones de toneladas métricas de emisiones de CO2 hasta 2024.
Nos resulta alentador saber que esta preocupación por la sustentabilidad no sea un mero deseo, sino que se convierta en una realidad. Recientemente, un estudio de IDG en el que se consultó a más de 2.000 ejecutivos a nivel global, mostró que el 90% de los tomadores de decisiones de TI considera la sustentabilidad como una prioridad y que el 75% la pone como “imprescindible” o una “consideración principal” al evaluar a los proveedores de servicios tecnológicos y de nube.
Cuando converso con organizaciones chilenas sobre su transformación digital y la adopción de tecnologías de nube, estoy orgulloso de decirles que usar la nube de Google, como aliado en su transformación digital, es elegir usar energía limpia como motor de sus negocios. Google fue la primera gran empresa en convertirse neutral en carbono en 2007; la primera en igualar el uso de energía con energía 100% renovable en 2017 y anunciamos que eliminaremos cualquier fuente de energía que genere carbono alguno para 2030, incluyendo el consumo de energía no relacionada con centros de datos (como oficinas, por ejemplo). Somos, por ende, la primera gran compañía en comprometerse a operar con energía libre de carbono 24 horas al día y 7 días a la semana en nuestros centros de datos y campus en todo el mundo. En Chile, nuestro centro de datos en Quilicura, que desde hace algunas semanas también alberga nuestra infraestructura dedicada a servicios de nube, se abastece de la energía libre de carbono producida en El Romero. Gracias a los rayos del sol del desierto de Atacama, esta planta fotovoltaica puede proveer hasta 80 MW de energía limpia anualmente para Google.
Una oportunidad de cambio radical
Sin embargo, es importante destacar que una transformación digital sustentable no depende solo del uso de energías limpias; hay otros dos principios que usamos en la gestión de centros de datos que creo importante destacar. En primer lugar, la mejor energía es la que no utilizamos, por eso en la industria hemos dedicado años investigando cómo obtener la mayor energía informática a partir de la mayor cantidad de recursos. También, al colocar en el centro la reducción de recursos, tenemos que dejar de lado la visión de una economía lineal. En 2017, la humanidad extrajo 1,7 veces los recursos vírgenes que la Tierra puede reponer en un año. Por eso, Google eligió sus centros de datos para analizar las prácticas de economía circular en curso con cuatro estrategias: Mantener, Reacondicionar, Reutilizar, Reciclar. Sabiendo de estos principios de cómo operamos nuestros centros de datos y ofrecemos poder computacional a través de servicios de nube, las empresas pueden abrazar la transformación digital no solo como una decisión de negocios, sino también como una oportunidad de ser responsables frente a uno de los mayores desafíos de nuestra generación.
La transformación digital no es solo sobre crear nuevas soluciones o cambiar la forma de operar nuestros negocios; es también una oportunidad de cambio radical para utilizar mejor tecnología y aprovecharla de una manera amigable con el medioambiente. Ahora es el momento para que las empresas de América Latina y Chile piensen en impulsar su transformación digital de la mano de una actitud responsable. Aunque haya grandes desafíos, soy optimista y creo que, al aprovechar las nuevas tecnologías, como la nube, podemos tomar acciones decisivas para nuestros negocios y para nuestro futuro.