Nicolás Deino, Director Ejecutivo para la Industria Financiera de Accenture Chile.
El surgimiento de los neobancos, la caída del efectivo, los reguladores digitales, el ocaso de las apps y el surgimiento de cloud computing, son algunas de las tendencias identificadas por la consultora en un nuevo reporte.
A menos que se produzca una nueva catástrofe mundial, el año 2021 siempre vivirá en la sombra del 2020. Este será un año de recuperación médica, económica, y psicológica, 12 meses disruptivos y desafiantes. También será el año en el que, para bien o para mal, empezaremos a entender los cambios a largo plazo provocados por Covid-19 en las formas en que trabajamos, vivimos e interactuamos. Durante el 2020, la improvisación y la innovación permitió que en una cuestión de meses muchos bancos hicieran progresos de muchos años en la tecnología y sus modelos de negocios.
Según explicó Nicolás Deino, Director Ejecutivo para la Industria Financiera de Accenture Chile, “el año 2020 le dio a la industria bancaria un atisbo del futuro, pero probablemente será el 2021 el que determine cuánto de ese futuro está institucionalizado y cuánto se revierten a la forma en que las cosas eran pre-COVID. Este año, los equipos de gestión de los bancos tendrán que decidir cuánto quieren liderar o ser seguidores”.
En ese contexto, hay nueve tendencias que marcarán a la industria bancaria en 2021:
Foco en lo local: En el 2021 podemos esperar que muchos bancos simplifiquen su negocio, racionalicen sus portafolios, recorten su alcance internacional, y dupliquen sus franquicias domésticas. Con los bancos bajo presión para reducir los costos mientras se sigue invirtiendo en tecnología para la diferenciación, el 2021 podría ver una gran cantidad de negocios locales en muchos mercados. Las ganancias de la industria no se normalizarán hasta el 2022 ó 2023, por lo que es probable que los casos de negocio de las adquisiciones sean impulsados por el recorte de gastos y el aumento de del share of wallet. Habrá un enfoque renovado en la venta cruzada a través de la bancaseguros, la gestión integrada de patrimonios, y asociaciones que controlan la distribución, por ejemplo, plataformas de gestión empresarial para pequeñas y medianas empresas (PYMES). El 2021 será un año de reducción estratégica, racionalización de la cartera y consolidación local.
La “neo” normalidad: El aumento de las transacciones bancarias digitales en 2020 reveló qué bancos tradicionales habían construido un verdadero ADN digital frente a quienes intentaban ponerse al día. La penetración del cliente digital aumentó a niveles sin precedentes, pero luego se estabilizó más tarde en el año. Esto a su vez llevó a una ola de anuncios sobre cierre de sucursales en 2021. Los bancos establecidos se beneficiaron de la necesidad de seguridad y de un foco renovado en el crédito. Por otra parte, el 2020 en términos de resultados terminó siendo un año mixto para los neobancos. Algunos, como Chime en los EEUU y Nubank en Latinoamérica, adquirieron un gran número de nuevos clientes mientras muchos otros lucharon por diferenciarse. El 2021 se caracterizará por la “lucha” entre los bancos tradicionales y los neobancos por atraer y retener clientes. Además, este año estará marcado por el surgimiento de nuevos neobancos. Así, el 2021 será testigo de un desdibujamiento de lo nuevo y lo viejo en torno a un modelo de negocio bancario optimizado para el mundo post-Covid.
El ocaso de las apps standalone: A medida que la industria completa su migración de las calles a las pantallas, la competencia se está ampliando y mejorando. El lanzamiento de Google Plex banking en 2021 y la probable evolución de Apple desde proveedor de tarjetas de crédito a un actor de servicios financieros más amplio va a llevar al mundo occidental por el mismo camino que hemos visto en China, donde la banca minorista desaparece en plataformas más amplias de gestión del estilo de vida digital. Aunque tanto Google como Apple se han asociado con bancos establecidos, la realidad es que los aplicativos bancarios nativos que se integran perfectamente con otros servicios de bancos digitales van a ser superior a las aplicaciones bancaria standalone (aisladas) en los ámbitos de pagos, prestación de asesoramiento y la identificación de oportunidades de venta cruzada.
Trasparencia radical: En 2021 los bancos minoristas tradicionales tendrán que defenderse de las Fintech y Bigtech, mientras que también tratan con márgenes comprimidos, pérdidas asociadas a créditos, y economías con bajo crecimiento. Los packs de productos bancarios con precios poco claros luchan por sobrevivir cuando hay alternativas gratuitas, pero también cuando los ingresos recurrentes de los bancos a través de estos paquetes palidecen en comparación con los ofrecidos por Amazon y otros nativos digitales; los cuales podrían fácilmente ser incorporados por un servicio de “banca gratuita”. Propuestas basadas en el asesoramiento también tendrán dificultades, dado que la confianza de los consumidores en que los bancos actuarán en su mejor interés ha caído 14 puntos porcentuales en los últimos dos años, de acuerdo con un estudio reciente de Accenture. Por lo tanto, en 2021, para tratar de crear un intercambio de valor más convincente, algunos bancos se inclinarán en lanzamientos de productos que son radicalmente transparentes. Uno de los lanzamientos de productos más interesantes de 2020 fue la cuenta corriente de Revolut en los EE.UU. que vincula los intereses pagados sobre la actividad de saldos a pagos. El 2021 podría caracterizarse también por el lanzamiento de la nueva banca gratuita. Muchos bancos tradicionales quieren desesperadamente competir en la gestión de las relaciones y la experiencia del cliente, pero a menos que seas un claro líder digital, va a ser cada vez más difícil ganar esa batalla. Así es que, el 2021 será un impulso de la transparencia bancaria. Gran parte de esa transparencia vendrá de las fintechs y los neobancos, pero también de los bancos tradicionales.
La oportunidad del crédito: Las provisiones por créditos impagos fueron complicadas por efecto del enorme estímulo gubernamental que provocó que fallaran muchas predicciones sobre las métricas de calidad de los créditos tradicionales y sus pérdidas esperadas.
En 2020, el apoyo del sector público permitió reducir las pérdidas para la banca, aunque se han realizado enormes provisiones de crédito en previsión de futuros incumplimientos. El 2021 será cuando esas pérdidas comenzarán a abrirse camino a través de la gestión inteligente basada en datos del crédito como un diferenciador de rendimiento. Armados con los insights de la pandemia, los mejores bancos están ahora desplegando técnicas de microsegmentación para analizar la viabilidad. Pero el 2021 no se tratará sólo de la gestión de los créditos vigentes. Para reforzar la rentabilidad, los bancos también necesitarán ser inteligentes y agresivos sobre los nuevos créditos. Con tasas de interés muy bajas e incluso negativas en muchos países, no será fácil generar ingresos a través de los depósitos. Con un aumento en el comercio electrónico a un 30 – 40 por ciento de transacciones al por menor en muchos mercados, hay muchas oportunidades de crédito, a partir de la financiación de nuevas cadenas de suministro para atender el aumento de la demanda de “compre ahora, pague después”. Si los bancos no satisfacen esa demanda de crédito, nuevamente serán las organizaciones de base digital quienes tomarán la oportunidad.
El efectivo deja de ser el rey: Una estadística sorprendente del 2020 fue que el dinero en efectivo se redujo a sólo el 4% de las transacciones en Noruega, lo que la sitúa por delante de China (con un 6%) en la carrera por ser la primera economía sin dinero en efectivo. Es tentador pensar en el COVID-19 como un impulsor de un mundo sin efectivo. A nivel mundial, la pandemia vio caer el uso de dinero en efectivo en alrededor de un 6%, a aproximadamente el 53% y esa tendencia de caída continuaría. En 2021 algunas de las estadísticas más interesantes sobre el uso del efectivo surgirán en mercados como Brasil, México y la India, donde veremos si los nuevos sistemas de pago instantáneos logran el mismo efecto que han tenido en Tailandia, donde un sistema de pago sin dinero en efectivo es una prioridad de política pública. Solo en EEU., de 4 a 5 billones de transacciones en efectivo migrarán a alguna forma de pago digital durante la próxima década, creando nuevas fuentes de ingreso de 50 mil millones de dólares. Nuevamente un desafío digital para la banca tradicional.
La banca “verde”: A pesar de los compromisos de los principales bancos del mundo de reducir su huella de carbono, han aumentado sus préstamos a la industria de los combustibles fósiles desde Acuerdo de París sobre el Clima de 2016. El 2021 será probablemente un punto de inflexión en los préstamos sostenibles, ya que los bancos centrales y los reguladores están reconociendo ahora las graves consecuencias macroeconómicas del clima si es que no hay cambios. La Autoridad Bancaria Europea está incorporando medidas de sostenibilidad en las evaluaciones de riesgos y el Banco Popular de China ya está proporcionando incentivos para los préstamos ecológicos. En EE.UU., muchos bancos se han apuntado a nuevos informes voluntarios, y la administración Biden sin duda hará del cambio climático una prioridad. A medida que aumenta la presión para reverdecer su asignación de capital, la próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en noviembre de 2021 proporcionará un centro de coordinación para nuevos compromisos de los sectores público y privado respecto de préstamos sostenibles.
El mundo incierto de las regulaciones en Estados Unidos: El impacto de las elecciones estadounidenses en la industria se hará evidente en 2021. Pero muchos cambios siguen siendo inciertos, ¿mantendrá la administración Biden la actitud más indulgente hacia las fusiones y adquisiciones bancarias y la concesión de nuevos estatutos que se dieron durante la última parte del mandato de Trump? ¿Tomará la nueva administración el liderazgo del resto del mundo y comenzará a legislar sobre Open Banking y el intercambio de datos? Definitivamente las decisiones que se tomen en este ámbito tendrán un impacto en el resto del mundo.
El surgimiento del regulador digital: A medida que el Covid-19 retroceda, los bancos centrales necesitarán encontrar el equilibrio correcto entre la regulación y la estimulación de la innovación. En 2021 se verá el surgimiento generalizado de un nuevo tipo de regulador digital con un metabolismo que es marcadamente diferente de lo que hemos visto en el pasado. Ya estamos viendo por parte de los reguladores la priorización de Hubs de innovación de datos y sandboxes regulatorios para soportar las agendas de innovación de cada país y pensamos que este enfoque se hará más amplio. Los bancos centrales están revisando la forma en que se comunican y, más importante, cómo “escuchan” a la economía en general. Por ejemplo, están usando el análisis de los medios sociales para mejorar su entendimiento de lo que está sucediendo dentro de la economía. Estos tipos de gestión de información podrían convertirse rápidamente en la base para analizar el cumplimiento de los préstamos en tiempo real, en lugar del enfoque tradicional. El 2021 también será el año en el que los bancos centrales comenzarán a tratar con las realidades de las monedas digitales.
El surgimiento de cloud computing: El 2021 debería ser el año en el que la banca vuelva a pensar ampliamente sobre cloud computing. El Covid-19 fue claramente un impulsor para la nube, con AWS, Azure y GCP añadiendo 2.000 millones de dólares de incremento de ingresos en sólo tres meses en 2020. Pero cloud ahora a menudo viene con un calificativo: privado, público, híbrido, virtual, comunidad y muchos otros. Algunas de esas distinciones han sido útiles para definir diferentes enfoques técnicos, pero en 2021 cloud computing se está convirtiendo cada vez más en un espectro en el que estas categorías tienen cada vez menos sentido. A medida que los proveedores de la nube crean más flexibilidad y opciones, el peligro es que los bancos se vean atrapados en un pensamiento de silos. Cloud computing debe ser vista como una herramienta flexible y configurable de cómputo, análisis y opciones de seguridad que pueden ser ajustadas a una amplia variedad de necesidades comerciales, en lugar de un conjunto de opciones distintas.