Riesgos operacionales en medios de pago y rol del regulador

El auge de las billeteras digitales, las nuevas modalidades de bancos como Wilobank, en Argentina; Nubank, en Brasil; o Bankaool, en México; las alianzas de bancos con fintechs y el establecimiento de sandboxes de innovación financiera perfilan cada vez más el futuro de los medios de pago. ¿Cuál es el rol de los bancos y del regulador en este escenario?

Publicado el 31 May 2019

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Nuevamente se han producido fraudes con tarjetas bancarias, uno efectuado en el extranjero de la misma forma que el año pasado (filtración de números de tarjetas), otro está en el ámbito de la seguridad informática básica y no de la ciberseguridad, que se define como protección de activos de información, a través del tratamiento de amenazas que ponen en riesgo la información que es procesada, almacenada y transportada por los sistemas de información que se encuentran interconectados.

Los bancos y los organismos reguladores ya saben las lecciones, pero falta que inviertan en mayor seguridad para sus clientes, especialmente los que administran las cuentas RUT. Los usuarios deberían desconfiar de cajeros que no conozcan o que sean accesibles desde la calle y/o lugares riesgosos como bencineras y farmacias. Una de las recomendaciones más habituales es tapar con una mano el momento en que tecleamos el PIN, por si nos grabase una cámara, y una más moderna es usar los lectores contactless o huella dactilar de los cajeros más modernos, si es posible, ya que de esa manera será imposible que nos dupliquen la tarjeta por ahora.

Algunas innovaciones fintech están desafiando los fundamentos de los medios de pago, debido a que surgen nuevas formas de realizar pagos y de tener valores como los criptoactivos, y se crean plataformas mediante las cuales se realizan transacciones e intercambio de fondos y activos (tanto tradicionales como virtuales) entre pares, lo que puede tener una incidencia en el rol de las entidades que se dedican a la intermediación financiera.

Respecto a tarjetas, son conocidos los avances de chip, lectores contactless y huella digital, pero el ideal sería que estas tecnologías fueran más veloces y efectivas, junto a la educación de clientes y usuarios en materia de seguridad, ya que los ciberdelincuentes nos llevan un paso adelante siempre.

El estado del arte

El comportamiento de los medios de pago tradicionales como el efectivo, las tarjetas de débito y crédito, las transferencias interbancarias y los cheques muestra diferencias en los distintos mercados de la Región. Según el estudio de Minsait, el uso del efectivo no ha parado de crecer y lo ha hecho a un ritmo del 7% en el último año a nivel regional (Latinoamérica). Sin embargo, en Brasil y Chile los medios electrónicos superan a los medios en papel, mientras que Colombia es el país donde mayor margen de mejora tienen los medios electrónicos, ya que existe un fuerte arraigo al efectivo.

El pago con tarjetas ha venido creciendo de manera sostenida en la Región y en número de operaciones representa el 78,6% del total, mientras las transferencias electrónicas son el segundo medio de pago más utilizado, con un 17%, y los cheques ocupan el tercer lugar con el 9,7% de las operaciones.

El rol de los bancos en la era digital excederá al de la mera provisión de servicios financieros: convertirse en gestores de la identidad digital de sus clientes es el futuro.

El dinero electrónico, el cashback (o disposición de efectivo desde el terminal punto de venta o POS) y los códigos QR (Quick Response Code) han entrado en los ecosistemas de pago en 2018. Todos tienen un único objetivo: reducir o acabar con la fricción que afecta al mundo de los pagos.

El auge de las billeteras digitales, las nuevas modalidades de bancos como Wilobank, en Argentina; Nubank, en Brasil; o Bankaool, en México; las alianzas de bancos con fintechs y el establecimiento de sandboxes de innovación financiera perfilan cada vez más el futuro de los medios de pago.

En ese escenario, es probable, dicen los expertos, que América Latina siga la tendencia global, en la medida que más personas salgan de la economía informal y mejoren su nivel de ingreso. Así lo muestra el aumento de las operaciones de pago con tarjetas en la Región entre 2016 y 2017.

Cabe señalar que en Chile subió 20,4%, en México 14,7% y en Brasil 12,8%, incluyendo débito y crédito. A nivel global, Corea del Sur ya no usa monedas, Dinamarca y Suecia son pioneros en la reducción de pago con moneda tangible, y Estocolmo apunta a convertirse en una sociedad sin efectivo para 2030.

Supervisión

Por otra parte, el pago móvil HCE (Host Card Emulation), que es una representación virtual y exacta de una tarjeta inteligente, se sigue extendiendo en algunos mercados latinoamericanos de la mano de Google Pay, Apple Pay y Samsung Pay, que ofrecen este servicio asociado a los dispositivos móviles. A eso se suma el Blockchain, que ya cuenta con algunas soluciones aplicadas, especialmente en transferencias internacionales de dinero y en soluciones para la autenticación de la identidad.

Finalmente, lo que se espera de las entidades reguladoras es la pronta incorporación de tecnología en la supervisión (SupTech). Así como los intermediarios financieros se benefician de los avances tecnológicos, los supervisores también pueden verse favorecidos, concepto conocido como “SupTech”. Este involucra no solo entender las nuevas tecnologías sino que, en lo posible, incorporarlas como una herramienta más para el seguimiento y control que realizan como parte de sus funciones y, de esta manera, mejorar la capacidad de análisis y anticipación de riesgos para la estabilidad financiera, se supone que la fusión de SVS y SBIF en CMF (Comisión del Mercado Financiero) apunta a mejorar en todos los aspectos.

Asociado a este concepto está el de “RegTech”, el que se refiere al uso de la tecnología que hacen las entidades financieras para mejorar el cumplimiento con los requisitos que la regulación les impone.

Cabe notar que los supervisores pueden enfrentar desafíos relevantes en la medida en que las instituciones que fiscalizan empiecen a utilizar tecnologías que, al menos en un principio, son desconocidas para ellos. Por ejemplo, cómo se debiera evaluar el riesgo operacional en un DLT, o si el riesgo de crédito evaluado a través de un algoritmo que utiliza Inteligencia Artificial está bien administrado.

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Redacción

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