En los últimos años hemos observado cómo disminuye la confianza en nuestras instituciones del Estado, y esto se incrementa con las sucesivas fallas administrativas y técnicas de sistemas digitales que han sido de conocimiento público, como por ejemplo los hackeos en diversos servicios públicos, ransomware en el poder judicial o el hackeo de correos a instituciones de las Fuerzas Armadas.
Debemos tener presente que sin un Estado Digital seguro que cuente con políticas actualizadas en ciberseguridad y protección de datos personales, nuestras bases digitales estarán siempre bajo amenaza constante, por que debemos fortalecer hoy -no en el futuro- los equipo de ciberseguridad de nuestras instituciones, generar nuevas políticas de seguridad acordes a nuestra nueva realidad y entregar los recursos técnicos y económicos necesarios para formar a nuestros funcionarios en temas de protección de la información.
Una reflexión para nuestras autoridades, para generar un Estado de transformación digital (y no digitalizar la burocracia), es enfocarnos en solucionar problemas que impacten a los ciudadanos en su ciclo de vida, pensando siempre desde la demanda, más que en la oferta tradicional del Estado. Tratemos de no perder el foco y encantarnos con soluciones con brillos tecnológicos de cripto (cosas), Blockchain, Big Data e Inteligencia Artificial sin objetivo.
Debemos enfocarnos en la forma de entregar mejores servicios a nuestros compatriotas de manera eficiente y transparente. Un mejor Estado digital es aquel que es proactivo a los requerimientos de nuestros ciudadanos y no reactivo ante sus “dolores”; iniciativas como ChileAtiende y otras van en esta dirección, debemos fortalecerlas e impulsar cada día más el foco en mejorar la atención a nuestros ciudadanos.
Incluyendo la experiencia del ciudadano
La transformación y digitalización del Estado, así como las políticas orientadas al gobierno abierto, no son un fin en sí, sino son parte de un proceso continuo que debe servir como apoyo a la labor de los funcionarios públicos. Estos procesos debemos retroalimentarlos con y para la ciudadanía a través de canales digitales adecuados (como e-participación ciudadana), anticipándonos a las explosivas demandas en forma de protesta.
Debemos tener presente la participación desde el origen, mediante una política de transformación digital y gobierno abierto que incluya la experiencia del ciudadano, preguntando -por ejemploqué trámites o procesos creen que deben ser simplificados e identificando -entre los trámites actuales- cuáles son los que les generan mayor valor.
No sacamos nada con tener un gran listado de trámites digitalizados si estos no se están ejecutando con un nivel de satisfacción ciudadana adecuada o no hemos hecho el esfuerzo de simplificación administrativa. Pensemos de manera proactiva en cómo eliminar procedimientos que no son necesarios, dado que el Estado ya cuenta con la información requerida.
Nuestro Estado Digital debe tender a reducir cada día más los silos de información que existen entre los servicios públicos, con el objetivo de facilitar la vida de nuestros ciudadanos (que deben intermediar con múltiples actores para resolver sus problemáticas durante su vida). Por esta razón, la interoperabilidad, el uso de la clave única y clave tributaria, interoperabilidad en salud con una ficha médica compartida, los convenios de intercambio de información entre instituciones y la existencia de una identidad digital robusta (que tenga presente la protección y tratamiento de datos), es clave para establecer las bases de una eficiente y eficaz transformación digital del estado central y los municipios.
Interoperabilidad, un elemento clave
Debemos plantearnos generar políticas de interoperabilidad que sean robustas y seguras con un enfoque de arquitectura del Estado. Sin esto no podremos generar una real carretera digital, que permita el intercambio de información entre instituciones tanto públicas como privadas (con los debidos resguardos de información). Creo que es muy importante apoyar iniciativas de interoperabilidad de nuestro Estado como la que propone la plataforma Nexgo Minsegpres, pero miremos con atención las experiencias de Estonia y muchos otros países que nos llevan la delantera en temas de gobernanza, seguridad e interoperabilidad.
El Estado en Chile ha generado históricamente gran cantidad de datos, es hora de plantearnos cómo crear conocimiento para el futuro con estos recursos. Si bien han existido iniciativas de datos abiertos, gobierno abierto y re-reutilización de información pública, es hora de plantearnos seriamente cómo esta data debe ser utilizada al interior del Estado para un mejor diseño de políticas públicas y mejorar la gestión de nuestras instituciones. No basta con tener portales de datos abiertos y APIs; debemos desarrollar políticas de datos públicos que nos permitan generar conocimiento, innovación y emprendimiento tanto al interior del Estado como en el mundo privado de forma sostenible.
Soy optimista y creo que los cambios sociales y políticos siempre brindan nuevas oportunidades, pues propician nuevos escenarios para la innovación pública y la generación de valor para nuestros ciudadanos. Pero es importante construir una visión compartida de nuestro Estado Digital, fortaleciendo seriamente a las instituciones encargadas de llevar adelante estos procesos transformadores, entregando atribuciones y presupuesto que permitan generar bases sólidas para definir una hoja de ruta que establezca prioridades y nos dé la posibilidad de avanzar sin tropiezos en una transformación realmente digital.
