Los cibercriminales se valen de distintas alternativas para realizar actividades maliciosas, desde aprovechar bases de datos mal configuradas, técnicas de ingeniería social para engañar a empleados y obtener información o acceso, vulnerabilidades en tecnologías que utiliza la organización o algún proveedor, o el uso de credenciales débiles y fáciles de descifrar.
En su última investigación, ESET asegura que si bien el Ransomware es un tipo en particular de malware que despierta preocupación a las organizaciones por el impacto económico y a la reputación, no es la única forma de amenaza informática dirigida a las corporaciones. Estas son las cinco amenazas corporativas destacadas ESET, que no son Ransomware:
– Filtración o exposición de datos: Se da como consecuencia de un acceso indebido a los sistemas de una organización. Una vez dentro de la red, algunos actores de amenazas logran esquivar los radares de detección y realizar tareas de reconocimiento, en busca de información sensible para robar o incluso escalar privilegios y acceder a información crítica y de mayor valor.
– Ataques de fuerza bruta: Tienen el objetivo de descifrar credenciales débiles de servicios expuestos a Internet para así lograr acceso a la red de la víctima y luego llevar adelante otra acción maliciosa, como robar información o desplegar malware. Existen distintos tipos como los ataques de password spraying o de credential stuffing, entre otros. Para ello los ciberdelincuentes se valen de software, hardware y de bases de datos (desde diccionarios, contraseñas más comunes, hasta credenciales filtradas en brechas pasadas) que les permiten de manera automatizada probar combinaciones de usuarios y contraseñas hasta dar con credenciales válidas para determinados servicios.
– Ataques a la cadena de suministro: Otra amenaza que debe ser considerada por las organizaciones, es la cadena de suministro; es decir, si se está lo suficientemente preparada para enfrentar las consecuencias de un ataque a un proveedor cuya gestión de la seguridad está más allá de su perímetro. Muchas veces estos ataques aprovechan vulnerabilidades existentes en proveedores de software y los actores maliciosos distribuyen, por ejemplo, una actualización maliciosa o una app que deriva en el compromiso de los clientes de este proveedor.
– RAT, Troyanos de acceso remoto: Un tipo de malware muy peligroso para las organizaciones por sus capacidades para espiar y robar información. A través de comandos enviados remotamente pueden robar credenciales almacenadas en el navegador y de apps de mensajería, ejecutar keyloggers que registran las pulsaciones de teclado, realizar capturas de pantalla, tomar fotografías, registrar audio, interceptar comunicaciones, o descargar otro malware en el equipo.
– Ingeniería Social: Las técnicas de ingeniería social evolucionaron, hoy se observan ataques que utilizan bots de voz para robar los códigos de verificación, campañas de vishing mediante apps de mensajería como WhatsApp para hacer llamar a las potenciales víctimas, pero también a través de mensajes. Lo mismo ocurre en redes sociales, donde los atacantes no solo utilizan perfiles falsos suplantando la identidad de amigos, contactos profesionales u organizaciones, sino que también utilizan técnicas como el scraping de seguidores para captar determinado perfil de usuarios.
Según el informe de ESET, también se han reportado ataques de deep fake y deep voice, en los cuales los atacantes utilizan un software que se apoya en Inteligencia Artificial (IA) para suplantar a través de la imagen o la voz de las personas reales.