Es una localidad rural de la Sexta Región, ubicada cerca de Chimbarongo, con alrededor de 5.000 habitantes. Posee sólo dos líneas telefónicas atendidas por la empresa dominante del país, Telefónica CTC. En el pliego tarifario presentado por esta compañía a Subtel para fijar su último Decreto de Tarifas sorprendió que considerase necesario implementar dos enrutadores de tecnología IP en este pequeño pueblo -con una inversión estimada en algo más de US$1 millón- a pesar de contar con sólo dos líneas instaladas.
El Informe de Objeciones y Contraproposiciones (IOC) de los ministerios de Economía y Transportes y Telecomunicaciones, destaca y subraya esta anomalía en su página N°36. Aparte de la localidad referida, se mencionan otras como La Lucana, de idénticas características, y La Gatera, la que con apenas una línea, requeriría la misma inversión anterior.
Existirían, según CTC, entre 300 y 400 localidades de diferentes tamaños que habrían requerido inversiones similares, totalizando alrededor de US$350 millones. Sin embargo, el IOC recomendó un diseño de red diferente, ciñéndose al criterio legal de estimar costos e inversiones de una ‘empresa modelo’ eficiente, en el cual no eran necesarios dichos enrutadores, eliminando de un ‘plumazo’ los US$350 millones de ‘inversión no vinculante’ que contenía el pliego de CTC. Esta última aceptó el nuevo diseño como una recomendación ‘razonable’ de los ministerios.
De no haberse pesquisado tal ‘error’ los clientes de esta compañía habrían pagado de alguna forma alrededor de $1.600 mensuales adicionales en sus cuentas telefónicas. La duda que surge es evidente: si CTC presentó tamaño despropósito en su estudio original, ¿no habrá más ‘errores’ que pasaron inadvertidos a los ‘peritos’ de la Subtel y de los ministerios?
Chile posee uno de los peores y más caros servicios de acceso a Internet de banda ancha entre países similares. Cuando nos comparemos de pleno con los otros miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), si logramos ser admitidos, quedaremos en vergüenza en estos indicadores básicos del siglo XXI. Resulta pues insólito que las mismas autoridades que fijaron límites y regulaciones compensatorias a Telefónica CTC cuando ésta solicitó primero la flexibilidad y ahora la libertad tarifaria, se muestren complacidas porque esta empresa lanza la ‘banda ancha libre’ para el segmento más pobre. Primero, porque esta promoción viola el reglamento de flexibilidad tarifaria. Segundo, porque, unida al último Decreto de Fijación Tarifaria, ‘sepulta’ cualquier asomo de competencia y de desagregación de redes. Nadie en su sano juicio puede competir con dicha oferta usando las ‘facilidades’ de CTC. Tercero, porque no es libre ni gratis ni se accede a Internet de verdad, es sólo un empaquetamiento ilícito más, bendecido por quienes debieran haberlo prohibido.
Finalmente, quienes creemos en la competencia y en el valor que ésta brinda a los consumidores, deberemos perseverar en este afán, por más inclinada que esté la ‘cancha’ en contra nuestra. Así es Chile hoy, peor es nada.