Poseedor de un extenso currículum empresarial, el Ingeniero Comercial Jorge Yunis dirige la compañía Equity, consultora que aporta innovadoras ideas en la dirección de negocios de propiedad familiar en Latinoamérica y Norteamérica. Uno de sus principales ámbitos de trabajo es la gestión de riesgos bancarios, donde el profesional estima existen una serie de materias pendientes, especialmente en la aplicación de software acordes a la realidad de este mercado. El ejecutivo, quien fue expositor en el VI Congreso Estratégico de Tecnologías y Mercadeo Financiero organizado por la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban) en EEUU, sostiene con firmeza que el Acuerdo de Basilea II, no podrá estar plenamente operativo antes del año 2014 en el concierto de sistemas bancarios latinoamericanos.
¿Cuál es la situación de la banca latinoamericana con la aparición del Acuerdo de Basilea?
Hace cerca de 10 años, el sector sufrió un gran ‘remezón’ con la aparición de este conjunto de normas. Cuando en 2002 se promulgó Basilea II, la situación se hizo mucho más compleja, porque estas recomendaciones son bastante más exigentes, no sólo en materia tecnológica, sino que además son transversales a todas las instituciones. Al hablar de las TI en el sector financiero necesariamente están ligadas al factor de gestión de riesgo, es así como surgen los software informáticos que modelan estos riesgos. Actualmente y según datos del sitio web Knowledge Storm, existen más de 54 mil aplicaciones de este tipo presentes en el mercado mundial. Sin embargo, dentro de esta amplia variedad se generan tres problemas fundamentales: mayoritariamente los software son modelos de riesgos de corte genérico, motivo por el que deben ser adecuados a la realidad de cada banco; utilizan sistemas lineales no probabilísticos ni multifactoriales, por lo cual no permiten simulaciones; y los planes de cuentas contables si bien Basilea los ha regulado y estandarizado, aún son muy pocos los bancos que los han implementado.
¿Y qué consecuencias genera esta incapacidad de los sistemas informáticos?
La Región tiene un ‘handicap’ tecnológico importante, específicamente en lo que se refiere a recursos humanos, ya que todo el resto es posible de ser importado. Los ejecutivos del área informática poseen una escasa participación dentro de los comités de riesgo de los bancos, y no son profesionales multidisciplinarios. A su vez, el nivel de preparación de los desarrolladores de software no es compatible con los modelos sofisticados de riesgo que la banca debería estar aplicando en economías abiertas como éstas. Chile escapa un poco a esta realidad, ya que constituye el país más avanzado en esta materia, aunque no se acerca a un nivel óptimo. Incluso, hay bancos que han desarrollado sus propios modelos de riesgo, logrando mayor eficiencia en la inversión y mejores posibilidades de éxito.
¿Qué desafíos TI proyecta Basilea II en cuanto a la gestión de riesgos bancarios?
Los actuales modelos de software escasamente consideran las normas IFRS (el nuevo estándar para las empresas), que son de vital importancia, porque son aquéllas a las cuales las instituciones financieras deben adscribirse con el objeto de homologar los distintos planes de cuenta de sus clientes y así poder contar con los mismos estándares de diseño y trabajo. Es así como bajo estas circunstancias entramos derechamente en un problema de aplicación de estas soluciones. Adicionalmente, todos los modelos de riesgo con algún grado de sofisticación requieren de series históricas de datos amplias con un mínimo de 10 años de existencia, pero en Latinoamérica no contamos con dichas series; y no son capaces de hacer seguimientos de riesgo, pruebas de validación sobre las expectativas de riesgo o establecer correlaciones entre indicadores. Por lo tanto, empeñarse en implementar modelos sofisticados no provocará ningún tipo de resultado positivo.
Las gerencias de marketing que están a cargo de generar la imagen corporativa de cada banco no forman parte del comité interno de Basilea en cada una de estas entidades y ésa es justamente una de las razones por la cual expuse el tema “Marketing Estratégico, Basilea II y los Riesgos Ocultos de Mercado” en el congreso.
¿Cuál es el costo de implementar este tipo de soluciones a nivel regional?
La implementación de los modelos de riesgo que demanda Basilea II es un desafío a nivel informático, ya que la cantidad de recursos involucrados es ‘monstruosa’. A modo de ejemplo, se pueden citar cifras de bancos internacionales que requieren del orden de US$300 millones, obviamente entidades bancarias regionales necesitan cantidades menores, entre US$4 millones a US$6 millones, pero son cifras igualmente significativas. Además, estos sistemas deben integrarse para llegar a las mediciones que pide Basilea. Por otro lado, cabe destacar que a diferencia de estas aplicaciones, los software de los servicios que ofrece la banca están muy bien desarrollados y con muy buenos niveles de seguridad, especialmente en Chile, constituyendo una realidad totalmente distinta y un aspecto digno de mencionar.
¿Cuáles son los desafíos en esta materia y que papel juegan las TI en ello?
Nuestra empresa desarrolló hace cinco años un indicador de riesgo acerca del desconocimiento organizacional respecto del Acuerdo de Basilea, que hemos aplicado en muchos bancos a la fecha. Existe una despreocupación y desinterés por llegar a conocer este estándar, el cual resulta desastroso si se aplica a ciertos países latinoamericanos. Claramente, el desafío pasa por organizar sistemáticamente, por un lado, programas de training corporativos y, por otro lado, conferencias sobre Basilea a toda la organización y estamentos, ya que incluso muchos presidentes y directores de bancos latinoamericanos no lo conocen.
En Chile, el problema se produce más abajo dentro de las instituciones, a nivel de subgerencias, y es precisamente allí donde necesitamos avanzar. Por otro lado, me parece que los software deben constituirse en una muy buena herramienta de apoyo para llevar a cabo una mejor gestión, pero no deben ser tomados como un instrumento que permita lograr ventajas competitivas ‘persé’. Claramente, las TI por sí solas no generan beneficios sustentables a través del tiempo.