Las empresas en la actualidad están preocupadas de generar ventajas competitivas respecto de sus principales competidores. Para esto, muchas compañías están buscando estrategias que les permitan enfrentar con éxito este desafío.
Estudios de mercado revelan que para lograr tal reto, una de los caminos es innovar.
Y es justamente en este punto donde Chile presenta carencias, aunque en el último tiempo se han registrado mejorías al respecto. En el primer semestre de este año, la inversión pública en proyectos de innovación en Chile llegó a US$63 millones, lo que representa un aumento de un 21% con respecto a igual lapso del año anterior.
Además, se espera que este año, la inversión pública total en innovación ascienda a $241.000 millones, incluyendo el presupuesto público regular y los recursos canalizados a través del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC).
Sin embargo, hay tareas que quedan pendientes y que muchas veces no guardan relación con investigaciones costosas o fondos para fomentar nuevas tecnologías, sino que son labores que buscan implementar nuevas prácticas en el día a día de las empresas, las que finalmente repercutirán en incrementar la productividad, generándoles ventajas competitivas a quienes las utilizan. Un paso en este sentido es el relacionado con las demandas por información de las compañías y por mejorar los sistemas con que se manejan éstas. En ese ámbito, es útil para innovar en los procesos, incorporando las mejores prácticas existentes en esas disciplinas, lo que, entre otras cosas, les permitirá tener mediciones de rendimiento propio, respecto a las prácticas líderes de la industria y a las de sus pares.
Y es que en el actual escenario económico, las compañías locales requieren de cambios en la forma en cómo están llevando a cabo sus procesos productivos y necesitan adquirir o mejorar la tecnología que actualmente soporta éstos.
Los desafíos
Por ello, la agenda de las empresas debe considerar incorporar conocimiento y cambiar la manera antigua de pensar, lo que en términos generales resultaría en una innovación.
Son ellas las que deben analizar las opciones de generar valor por medio del conocimiento y sus tecnologías (productos, procesos, organización y métodos). Es necesario, además, crear la conciencia de implementar nuevas políticas que apoyen este desafío, por medio de cambios de institucionalidad y conciencia empresarial a través de la investigación y el desarrollo. Esto resulta importante en la estrategia empresarial y país.
La agenda estatal, por su parte, requiere modificar las reglas del juego conocidas como institucionalidad para fortalecer el emprendimiento y la innovación. Este combate necesita de la colaboración de los empresarios y un cambio de cultura en el pensamiento de las personas que se encuentran trabajando dentro de las organizaciones.
No es una tarea fácil, pero es un camino hacia el éxito empresarial y un sendero hacia el crecimiento económico del país para lograr llegar a ser alguna vez una nación industrializada de la mano de las compañías y el sector público.