Primero que todo, hay que entender que las criptomonedas no son como las monedas tradicionales, porque no hay un papel o una moneda física que las represente, sino que son virtuales, pero además, tampoco hay un banco central que gestione su emisión, en casos de movimientos inflacionarios, de liquidez o de devaluación. Sin embargo, el mercado sí les da un valor, y están lejos de ser una burbuja o una estafa piramidal (para el caso de las criptomonedas tradicionales). Metales o granos que se transan en las principales bolsas del mundo, no tienen un banco central que regule la producción de estos commodities, sin embargo tienen un valor de mercado.
Las criptomonedas tienen un valor por lo que representan. En el caso del Bitcoin, su valor está dado por el potencial de uso y seguridad que tiene su red de Blockchain, estructura de red internacional que tiene altísimos estándares en términos de ciberseguridad y en que las transacciones en bloques quedan en múltiples registros, lo que la hace casi imposible de hackear. En el caso de Ethereum, su valor está dado por el potencial que tiene en el desarrollo de los contratos inteligentes. Estos valores que se basan en el potencial futuro de las estructuras que soportan estas criptomonedas, están sujetos a altísimas volatilidades, dada la incertidumbre del uso de estas tecnologías, lo que convierte a estos instrumentos financieros en herramientas de alto riesgo.
Las implicancias
Es probable que, como en todo desarrollo de la historia de nuevas tecnologías, queden los principales competidores en criptomonedas. Pasó con las marcas de computadores, con los sistemas operativos y, finalmente, con los navegadores, y es muy posible que en el futuro solo sobrevivan 3 o 4 de las principales criptomonedas a nivel global.
Las implicancias son varias. Una es el desarrollo de esta nueva tecnología que es el Blockchain, que permitirá unir las bases de datos de distintas empresas y entidades compartiendo información que puede ser privada o pública. Así, por ejemplo, se podría desarrollar una Blockchain entre todos los hospitales del mundo, donde por ejemplo, si un viajero chileno que se encuentra de vacaciones en Tailandia tuviera un accidente, el hospital donde se atienda podría tener acceso al historial médico del paciente en línea, dado sus últimos exámenes. O bien un crédito hipotecario podría ser aprobado en 20 minutos, debido a que el banco, el conservador de bienes, el notario y el tasador, comparten todos una misma red en Blockchain.
Otra implicancia desde el punto de vista comercial será la progresiva disminución de los intermediarios. Así, por ejemplo, cuando yo compro algo por eBay en Japón, mi banco (que administra mis recursos en moneda nacional, es decir pesos) hace un cargo por el uso de dólares, y al vendedor en Japón que tiene una cuenta en yenes, también su banco le hará un cargo por usar dólares. Este ejemplo y muchos otros de intermediarios que añaden costos a transacciones, irán desapareciendo con el uso de las criptomonedas.
Las otras implicancias pueden ser desde un punto de vista legal: primero habrá que regular las ganancias de capital que hagan los inversionistas por comprar y vender criptomonedas y dónde tributarán esas ganancias. Por otro lado, la legislación mundial está cada vez más estricta con relación al lavado de dinero y el uso y financiamiento en actividades delictuales como el terrorismo.
El futuro de las criptomonedas en general es incierto, sin embargo, la estructura que las soporta, es decir, Blockchain, tiene un potencial infinito en el futuro y cambiará la manera de hacer negocios y traspasar información de forma radical.