Jorge Becerra, Director General BCG Cono Sur: “La innovación es esencial para estimular el crecimiento”

The Boston Consulting Group (BCG) es una empresa global líder en consultoría estratégica para la alta dirección. Como tal, colabora con las principales firmas de los distintos sectores para desarrollar e implantar estrategias que generen una importante ventaja competitiva, un desafío en el cual ha integrado la innovación como una herramienta clave. Sobre este tema, entrevistamos a Jorge Becerra, quien además es Socio Senior y líder para Latinoamérica de la Práctica de Servicios Financieros de BCG, graduado de Ingeniería Industrial de la Universidad de Buenos Aires, Argentina y posee un MBA de la Universidad de Navarra, IESE, en Barcelona, contando con una amplia experiencia en este tema.

Publicado el 31 May 2010

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The Boston Consulting Group (BCG) es una empresa global líder en consultoría estratégica para la alta dirección. Como tal, colabora con las principales firmas de los distintos sectores para desarrollar e implantar estrategias que generen una importante ventaja competitiva, un desafío en el cual ha integrado la innovación como una herramienta clave. Sobre este tema, entrevistamos a Jorge Becerra, quien además es Socio Senior y líder para Latinoamérica de la Práctica de Servicios Financieros de BCG, graduado de Ingeniería Industrial de la Universidad de Buenos Aires, Argentina y posee un MBA de la Universidad de Navarra, IESE, en Barcelona, contando con una amplia experiencia en este tema.

¿Qué significa, desde su perspectiva, ser innovador?
Ser innovador consiste en buscar constantemente nuevas maneras de resolver un problema. Albert Einstein, sin duda uno de los grandes innovadores de todos los tiempos, solía decir: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

Lo importante al hablar de qué es ser innovador, es entender que esto no implica solamente crear nuevos productos o servicios, sino también, por ejemplo, lograr cambiar la experiencia del consumidor, desarrollar nuevos procesos e incluso rediseñar completamente un modelo de negocio.

En resumen, ser innovador es generar algo nuevo (que puede ser tanto un producto como un proceso, un modelo de negocio, etc.), que crea valor al romper un paradigma existente.

¿Qué aportes se generan al fomentar las prácticas innovadoras?
La innovación es esencial para estimular el crecimiento y desarrollar una ventaja competitiva a largo plazo. El éxito requiere un cambio en la manera de considerar el problema; se necesitan mejoras significativas en procesos de desarrollo de innovaciones, y un fuerte foco en el desempeño de todos los procesos involucrados.

El fomentar prácticas innovadoras trae tanto beneficios directos, generando una retribución del capital invertido y ganancias adecuadas, como también importantes ventajas indirectas, entre las que se destacan la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades, la posibilidad de fortalecer una marca y la reputación de una compañía significativamente, influencia positiva en la relación con el ecosistema de la empresa (proveedores, clientes, competidores, etc.), una mejor imagen de responsabilidad social empresarial en medioambiente, y también mejoras en la organización, ya que muchas veces es importante y representativa para los empleados de una compañía.

¿Cómo se observa la capacidad innovadora local?
En Chile los esfuerzos en innovación todavía se encontraban, hasta hace unos años, muy enfocados a desarrollos tecnológicos, y eso acotaba las posibilidades de desarrollo pleno.

Sin embargo, en los últimos años ha comenzado a verse un mayor enfoque de las compañías y del Estado hacia la innovación en general, reconociendo la importancia de la misma para el desarrollo a largo plazo. Lo importante en este punto es no confundir el concepto de mejora continua (que sin duda es muy importante, y sí se encuentra muy desarrollado en Chile) con innovación. El propio Estado, a través de una iniciativa público-privada, como es el Consejo Nacional de Innovación y Competitividad, ha dado pasos importantes en la identificación y el diseño de estrategias sectoriales y horizontales o de plataformas, para promover el desarrollo acelerado de ventajas competitivas para Chile en múltiples ámbitos.

¿Qué países pueden ser un ejemplo para Chile en este tema?
Si uno mira las empresas más innovadoras globalmente, sin duda, EEUU y algunos países asiáticos (como Japón y Corea) aparecen como claros líderes mundiales. Sin embargo, las naciones nórdicas y su evolución en los últimos años son el mejor ejemplo y ante el cual debería compararse Chile. Ellos, a través del incentivo a la innovación en sus compañías, lograron migrar de un modelo de país que dependía pura y exclusivamente de sus recursos naturales, y la exportación a Rusia de los mismos, a uno en que sus compañías hoy exportan sus productos a todo el mundo (es el caso de Nokia, en Finlandia, sólo por citar uno). De esta manera, Chile podría, siguiendo un camino similar al que ellos recorrieron, disminuir su dependencia de las exportaciones a China.

¿De qué forma se puede fomentar la innovación en el mundo empresarial?
La innovación en el mundo empresarial puede fomentarse desde dos frentes: por un lado, desde el Gobierno, a través de una política de Estado enfocada en apoyar e incentivar el desarrollo de innovación y, por otro, a través de una educación que inculque y demuestre la importancia de la misma desde el temprano desarrollo de los futuros empresarios.

Si bien queda todavía un camino por recorrer, en los últimos años comenzó a verse en Chile esfuerzos claros, tanto gubernamentales como no gubernamentales, para empujar la innovación.

¿Qué importancia tiene en este sentido la colaboración academia-empresa?
Definitivamente esta colaboración es de suma importancia. Como mencioné anteriormente, las universidades están formando hoy a los empresarios del futuro, y por eso es clave que existan programas desde las universidades que apoyen y acompañen a las empresas en desarrollar nuevos modelos de negocio, basados en innovación. Hoy en día ya son muchas las universidades en Chile que cuentan con programas propios, como por ejemplo la Universidad Adolfo Ibáñez, que desarrolló la potenciadora de negocios Octantis, y su “Club de Innovación”; el departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, que en el ámbito de la gestión pública creó el “Club de la Innovación Pública”; y el trabajo que está desarrollando la Universidad Católica, junto con la colaboración de BCG, apoyando a la empresa privada a promover y gestionar la innovación y los spin-offs.

¿Cómo evalúa la política pública chilena en cuanto a este tipo de incentivos?
La política pública chilena demostró ya su compromiso con el desarrollo de la innovación a través de la creación de la Política Nacional de Innovación para la Competitividad que representa las acciones gubernamentales que dirigen y complementan la Estrategia Nacional de Innovación. Además, aparecen otros esfuerzos regionales, como el de la Municipalidad de Santiago, a través de su programa Santiago Innova que busca apoyar a emprendedores para acelerar la creación de empresas y promover negocios de valor agregado que contribuyan significativamente al desarrollo económico del país.

El nuevo Gobierno cuenta con un Ministerio de Economía, independiente del de Hacienda, con un enfoque en la innovación para el desarrollo de las Pymes.

¿Cuáles son los desafíos en este sentido?
Los principales desafíos que aparecen a la hora de desarrollar una política de incentivo a la innovación son que muchas compañías ya tienen instaurada en su ADN una política de aversión al riesgo, lo que dificulta la implementación de estrategias de desarrollo de innovación; también el hecho de que los tiempos de desarrollo sean demasiado largos, mientras que para las compañías los objetivos son para períodos de tiempo cada vez más cortos; y la falta de coordinación entre las distintas partes involucradas para llevar adelante los proyectos.

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Redacción

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