En julio de 2010, muy preocupado por la falta de avance que estaba teniendo Chile en innovación TIC, fui a visitar a John Kao, a San Francisco, con la idea de que su extraña combinación de Profesor de Innovación en Harvard, músico de jazz, escritor de libros de innovación, cineasta y Psiquiatra, pudiera ayudarnos.
Hoy, luego del i20 -la convención de los líderes en innovación a nivel mundial, que recientemente se realizó en Abu Dhabi-, las naciones deben comprender lo importante que es impulsar su desarrollo y enfocarse, además, en una correcta implementación de buenas prácticas TIC para poder avanzar no sólo en Tecnologías de Información y Comunicaciones, sino también en diversos niveles.
Para ello los esfuerzos deben centrarse en dos aristas: mejorar la competitividad y mejorar la participación.
Sobre el primer punto, sólo quiero utilizar los números presentados por la Unión Europea en el WCIT 2010 (World Congress IT de Witsa) que muestran un aumento de competitividad de entre un 30% y un 40% gracias a la buena implementación de las TIC.
La participación resulta importante en el sentido de que es la fuerza motora para los proyectos, la forma de lograr una innovación a gran escala y activar el ecosistema global, en el que lo central es la transparencia + colaboración = participación.
Un círculo virtuoso
Volviendo al ecosistema de innovación, éste se encuentra conformado por tres partes: la academia, el gobierno y la industria TIC. Sin estos tres elementos trabajando en equipo, es prácticamente imposible que se desarrolle el círculo virtuoso de la innovación, facilitando el emprendimiento, eliminando la brecha digital en la población y permitiendo mejorar la eficiencia y eficacia del sistema educativo, migrando de un sistema “uno para todos” hacia un sistema “uno a uno” con el cual todos ganamos.
Para explicar este círculo, tomaré prestada una imagen de Iván Vera, uno de nuestros empresarios muy innovadores: por un lado, tenemos que hacer I+D, es decir, convertir dinero en conocimiento. Esto se encuentra a cargo de la academia. Por otro lado, tenemos que convertir ese conocimiento en dinero, a cargo de la industria. Si esto es un proceso continuo, y para esto se necesita estar facilitado por el gobierno, se convierte en un círculo virtuoso y en un fuerte motor de desarrollo.
Todo esto es lo que no estábamos siendo capaces de hacer funcionar en Chile, y mi objetivo era ver si Kao, con uno de sus ya famosos “Innovation Deep Dive” sería capaz de hacernos funcionar en equipo.
Era necesario reunir a un grupo de actores relevantes de la academia, el gobierno y la industria TIC, posponer nuestras agendas personales y trabajar todos juntos para desarrollar y conectar nuestro propio ecosistema de innovación.
En este sentido, es crítico reconocer el papel fundamental que tuvo Oliver Flögel, recién asumido como Director de Desarrollo Digital de Chile, quien aceleró el proceso para conseguir los fondos y se involucró directamente en el proyecto.
Un ejemplo de éxito al que deberíamos mirar es Masdar, la ciudad sustentable donde estos tres pilares convergen y juntos han logrado un avance sustancial en energías renovables y tecnologías limpias, una urbe donde la innovación puede prosperar.
La presencia de Chile en el i20 es la oportunidad que tenemos como nación de ir hacia el conocimiento, así como lo ha hecho Abu Dhabi, convirtiéndose en un hito de innovación y canalización de esfuerzos para lograr posicionarse dentro de la esfera mundial. Chile debe reconocer sus áreas de oportunidad, de creación y crecimiento, mirando al futuro activamente desde el ecosistema de innovación.