Hoy en día, la tecnología se ha transformado en una parte fundamental de la vida cotidiana de las personas. Sin embargo, hay quienes aún no conocen ni tienen acceso a las distintas herramientas digitales que existen, ignorando su rol como medio de comunicación y educación, instancias en que la conectividad es cada vez más importante para la inclusión no sólo digital, sino también social.
A nivel de los hogares, en los segmentos de escasos recursos la conectividad de banda ancha no supera el 5%, lo que indica que estas familias no poseen el capital necesario para poder costear un computador, un artículo que para muchos es simplemente un objeto más en la casa u oficina, y que es requisito para contar con Internet en las casas. Así como hay otras prioridades más urgentes para ellos, el acceso al financiamiento y a los créditos es una importante barrera que les impide contar con las herramientas tecnológicas para ser parte de la Sociedad de la Información.
Esta situación, que sin duda corresponde a una realidad más allá de lo meramente tecnológico, requiere una respuesta distinta, principalmente en relación con la infraestructura que se necesita para lograr que la conectividad llegue a más del 50% de las familias, meta planteada por la Estrategia Digital.
El aporte de estos centros
Los infocentros aparecen entonces como una solución para aminorar la brecha digital y superar las barreras de entrada y de capacitación en conectividad y tecnología. Se trata de centros de acceso comunitario que dejan atrás la barrera de la infraestructura para que quienes no cuenten con conexión de banda ancha puedan ser parte del mundo digital, optando a trámites en línea, comunicación a bajo costo y una infinidad de oportunidades que ofrece el mundo globalizado.
Una desventaja actual de los infocentros es que aún no tienen un lugar relevante en la agenda gubernamental ni una institucionalidad clara para funcionar. Los municipios parecen ser los organismos más aptos para implementar estos centros al estar en permanente contacto con la gente, mientras que el gobierno central puede proveer la infraestructura a través de sus programas de inversión en TIC. Se requiere que las comunas sean capaces y responsables de administrar estos centros y fomentar la creación de cursos de alfabetización digital, impartiendo charlas para educar y motivar el uso de las nuevas tecnologías, especialmente para las familias de menores recursos. Se trata de una buena opción para dar acceso y equiparar las oportunidades al aprovechar los beneficios de la conectividad.
La brecha digital que aún existe impide que cientos de personas se introduzcan al mundo global. Invitamos a todos los sectores, en particular al Gobierno, a las empresas proveedoras de servicios de banda ancha y a las organizaciones de la sociedad civil, a repensar los modelos de negocio que hasta ahora se han aplicado en sectores de bajos ingresos. Hay formas creativas de llevar la banda ancha a segmentos en los cuales no existe la capacidad económica de adquirir un computador. Abordar la inclusión digital de los sectores más desposeídos es una tarea fundamental para avanzar en la modernización inclusiva de nuestro país.
