En los mercados globales en los que participa nuestra economía, la innovación es un factor fundamental para que la empresa mantenga un alto nivel de competitividad; por ejemplo mejorando sus actuales procesos y oferta o generando nuevas oportunidades de negocio. Y por esta misma razón, la innovación no debe considerarse como sólo un tema de una empresa, sino como una problemática del país en su conjunto.
La Gestión de Innovación es un modelo de administración corporativa que apunta a desarrollar dentro de la organización sus capacidades de innovación, para generar nuevas ideas, tanto de carácter disruptivo (como una nueva tecnología) o simples mejoras a ciertas situaciones existentes (procesos, aplicaciones, etc.). Innovación no sólo se refiere a la tecnología “dura”, sino que puede ser un cambio en los procesos o servicios prestados.
Para lograr un desarrollo y una implementación exitosa de este modelo, se hace necesario que la administración del capital humano se oriente a las competencias. En este sentido, se debe llevar a cabo un análisis de brecha entre las actuales capacidades que posee el equipo de profesionales y técnicos de la compañía, y las requeridas por el modelo.
Además, durante el proceso de aprendizaje, pudimos confirmar nuestra creencia de que la tecnología no sólo apoya los procesos de la Gestión de la Innovación, sino que es fundamental para permitir que el capital humano avance en la creación de nuevas ideas y de nuevas oportunidades negocios, que ayuden a la empresa a agregar mayor valor a su oferta actual.
Innovar o morir
Una compañía ya no puede pensar en un mercado de 17 millones de habitantes, sino en uno con 6.000 millones de potenciales consumidores, y para triunfar en ese escenario se requiere contar con elementos altamente diferenciadores. Además, la innovación ayuda a las organizaciones a ser más competitivas, a ser compañías sustentables en el tiempo, más amables con su entorno.
Según estudios de la OCDE, Chile sólo invierte cerca de un 0,7% de su Producto Interno Bruto en Investigación & Desarrollo (I+D), una cifra bastante alejada del 2,3% que la organización exhibe como promedio. Otro aspecto preocupante es que gran parte de la inversión nacional corresponde a la labor que ha realizado el sector público. De hecho, sólo considerando la inversión privada en el área, la I+D equivale a cerca de un 0,3% del PIB.
En este aspecto, y de manera similar a otros estándares de gestión (como la ISO 9001:2008), la Gestión de la Innovación puede ser aplicada en empresas de cualquier tamaño y sector económico, pero es necesario que exista en la organización el ánimo y, por sobre todo, el apoyo de la alta dirección, que debe responsabilizarse por infundir el entusiasmo innovador hacia los otros niveles de la organización.
Finalmente, creo que las Tecnologías de la Información y Comunicaciones son un sector relevante de la economía nacional, por lo que, como industria, tenemos mucho que aportar al país. En este aspecto, tenemos la obligación de innovar y usar la tecnología con una visión distinta.