El Foro Económico Mundial categoriza a los países en tres grupos, de acuerdo al desarrollo de sus economías: los básicos u orientados a precios, los que ya han desarrollado sus instituciones y son de eficiencia, y los que han sofisticado sus procesos y desarrollan la innovación. Estos últimos son los más competitivos y los que exhiben ingresos per cápita por encima de los US$25.000 anuales. Chile pertenece hoy a las economías de eficiencia y debe moverse hacia las de Innovación si desea llegar a esos niveles de ingreso.
Nuestro país ha sido lento en avanzar en este sentido. Creó el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, que definió algunas áreas económicas de desarrollo prioritario, buscó fondos para apoyar la innovación en el royalty minero y ha avanzado en la materialización de algunas estrategias para cada uno de los sectores escogidos.
Una de las áreas que más ha avanzado es la de servicios globales, que busca traer a Chile una parte de la demanda creciente a nivel mundial por servicios de externalización, que van desde las funciones básicas de la empresa, como pueden ser la contabilidad, manejo de sueldos y centros de atención telefónica, hasta labores muy sofisticadas como el desarrollo de nuevos productos, modelos de negocios e inteligencia de mercado. Existe aquí una oportunidad clara de posicionarse a nivel mundial en una actividad intrínseca a la economía del conocimiento y generar más de 50 mil empleos en los próximos años de alto nivel de remuneraciones y apropiación de capital intelectual, que es hacia donde Chile debe dirigirse: complementar nuestras exportaciones de recursos naturales con la exportación de servicios basados en el conocimiento.
Seguir avanzando
Chile tiene un camino trazado, en el cual hay que profundizar y agilizar. Lo peor sería empezar a cuestionarse lo que hemos avanzado, retroceder o simplemente no continuar el avance. Da la impresión de que líderes de muchos países están coincidiendo con el escritor Thomas Friedman y lo “plano” que está el mundo luego de la masificación de Internet y el advenimiento de la Sociedad del Conocimiento. Es por ello que vemos crecientemente que los países se la juegan por ciertas apuestas, ciertas jugadas “fuera de libreto”, algunas arriesgadas o agresivas, pero que en el futuro les permitirán desequilibrar el tablero, esta vez en favor de sus países.
Un buen desafío para plantearnos luego de la celebración de nuestros 200 años como nación independiente.
