Debatir sobre la necesidad de vincular a universidades, empresas y gobiernos con el fin de generar adelantos para el sector salud sobre la base de la innovación tecnológica, fue uno de los tópicos abordados en la jornada “Innovación, Transferencia Tecnológica y Creación de Empresas”, organizado en octubre por el Consorcio de Tecnología e Innovación para la Salud, CTI-Salud. Uno de los participantes en la ocasión fue el israelí Ilan Chet, ex asesor del Programa de Investigación de la Unión Europea y actual Presidente de The Health And Environment Fund, quien expuso su experiencia y planteó que la innovación empresarial es un factor clave para mejorar el sistema de salud.
El año pasado, se realizó el II Congreso de Tecnologías de Información en Salud, centrado en los beneficios que puede generar la incorporación de TI al quehacer diario del sector. De acuerdo a lo expresado por Aldo Signorelli, Gerente General de la ACTI, en esa oportunidad, “el porcentaje que destinan las grandes compañías en el país a TI es de alrededor de un 2,6%, más de tres veces lo que está invirtiendo la salud pública en relación con el sector privado, por lo tanto estamos hablando de una brecha equivalente a lo que ocurre entre las grandes empresas y las Pymes”, una afirmación que deja clara la deuda pendiente en materia de innovación en este sector.
A juicio de Ilan Chet, “para nadie es un misterio que el sector salud requiere día a día mayor inyección de recursos, a medida que surgen nuevas enfermedades que afectan a las personas, y que se hace imperioso innovar para hacer frente a estas nuevos desafíos”. Por esta razón, según el especialista, la innovación tecnológica en ésta y otras áreas es extremadamente importante pues resulta primordial investigar para descubrir los mejores métodos que permitan combatir esas nuevas enfermedades.
Durante las jornadas organizadas por el CTI-Salud se debatió de qué manera estimular la innovación por parte de los estados, y crear universidades de primer nivel en orden a tener más desarrollos e incentivar la innovación en el país; y el rol que le compete al gobierno chileno en este proceso; se exhibieron casos de éxito a nivel empresarial, se hizo referencia al networking como proceso crítico en los negocios de la industria TI y, adicionalmente, se expuso acerca de las vías públicas y privadas que pueden generar el financiamiento de proyectos para el desarrollo tecnológico.
“Esta conferencia es el primer paso, y no veo vallas infranqueables para que Chile se convierta en un modelo más a seguir a nivel mundial”, concluyó Chet.
“A modo de ejemplo, durante los últimos años se ha descubierto un creciente número de bacterias patogénicas que no resisten los antibióticos, todo un progreso para los científicos, a diferencia de lo que ocurría en la década de los 50’ cuando recién se comenzaron a utilizar, y donde muchas veces no surtían los efectos esperados. Por otra parte, en la actualidad observamos una gran mejora en los tratamientos contra el cáncer, un mal que hasta hace algunos años era incurable. Hoy existen tratamientos más efectivos -algunos curativos y otros paliativos- pero de todas formas hay avances”, destaca Chet.
El eje universidad-empresa-Estado
Si se pretenden lograr adelantos innovadores que permitan mejorar los tratamientos y desarrollar nuevos medicamentos, es necesario contar con una alta inversión de fondos estatales. Esto con un solo objetivo: apoyar la investigación científica en el ámbito académico y universitario, postula el profesor.
“El punto de partida es el apoyo económico de los gobiernos con fondos públicos; luego cobra importancia el aporte de las empresas privadas que se vean interesadas en seleccionar proyectos atractivos que les reporten utilidades y que, además, constituyan una contribución al área de la salud. Cada actor debe jugar su rol. Sin duda debemos aspirar a tener universidades de clase mundial, que entreguen excelencia académica y que cuenten con los mejores pedagogos”, afirma el experto. Y en este camino, los pasos a seguir para un país como Chile apuntan, a juicio del profesional. a emular los modelos aplicados en naciones como Finlandia, Noruega, Irlanda, Israel y Estados Unidos, en orden a incentivar la innovación tecnológica con fondos privados y públicos.
