Las empresas se vieron fuertemente impactadas tras el terremoto del pasado 27 de febrero. De hecho, el 45% presentó daños graves o medianos en la continuidad de su negocio -según indicó el Centro de Estudios en Retail de la Universidad de Chile- dejando en evidencia una falencia en el mundo empresarial sobre este punto. Llamó la atención que, luego del sismo, las empresas que prestan servicios de primera necesidad o primer orden (bancos, compañías telefónicas, farmacias y data centers, entre otras), hayan quedado inoperativas en sus sistemas de información y/o sin su principal servicio.
Además de la suspensión de las prestaciones de estas compañías, la respuesta a la comunidad arguyó frases tales como: “Estamos sin sistemas” o “tenemos el sistema caído”, aumentando el malestar en sus clientes. Luego de esta experiencia catastrófica, es de esperar que las empresas (accionistas y directivos) asuman responsablemente la importancia de desarrollar un plan de continuidad de negocio; de capacitar a su personal, probarlo y mantenerlo actualizado y vigente en el tiempo.
Por otra parte, los organismos reguladores hicieron recomendaciones post terremoto, dentro de las cuales destacan: definir las responsabilidades del directorio, la gerencia y las autoridades; determinar actividades críticas que representen mayor riesgo; establecer procedimientos comunicacionales internos y externos; y probar el funcionamiento del plan, sobre todo bajo escenarios de falla como desastre en el data center y corte de energía prolongado, entre otros.
Pareciera que el acuerdo entre el Gobierno y las compañías de telecomunicaciones va por ese rumbo. Debido al colapso en las líneas telefónicas, miles de personas no pudieron contactarse, entre ellos personal crítico con sus superiores, o personal de coordinación de contingencias, en un momento en que las telecomunicaciones eran fundamentales. Para que esta lamentable realidad no se vuelva a repetir, las empresas de celulares se reforzarán con 400 antenas de emergencia, lo que permitirá mantener la conectividad en caso de catástrofe, según informó Felipe Morandé, Ministro de Transportes y Telecomunicaciones.
La realidad al desnudo
Las medidas tomadas son de distinto tipo: triplicar la capacidad de redes, tener autonomía energética, elevar los estándares de la calidad y fiscalización y regulación de las medidas por agentes externos, entre otras. Sin embargo, surge una pregunta: ¿es suficiente? Hay que considerar que la caída no fue solamente telefónica. El terremoto desnudó la realidad sobre la seguridad y estabilidad de la infraestructura de tecnología, dejando en evidencia, incluso a centros de datos designados como “de contingencia”.
Lo cierto es que Chile, tras el terremoto, no es el mismo. El cuestionamiento de la continuidad de los negocios está “en boca” de todos los especialistas. Dentro de las medidas en estudio resaltan la implementación de 400 antenas con independencia energética, y que el país tenga un satélite de comunicaciones propio, para las contingencias.
Aunque el Estado y las empresas de telecomunicaciones mejoren los servicios básicos, las compañías siguen estando expuestas a que en alguna eventualidad mayor, se interrumpa su negocio. Por lo tanto, hay que tomar las medidas para mitigar los riesgos de la mejor forma posible y así otorgar la seguridad -a sus clientes, al directorio y a los accionistas-, de que la firma (negocio) es capaz de continuar su desarrollo y ser sustentable en el tiempo.
El autor, César Pallavicini Zambrano, es Gerente General de Pallavicini Consultores, empresa con 11 años de trayectoria en el mercado, dedicada a la seguridad de la información y continuidad de negocios (www.pallavicini.cl). Además, el ejecutivo es miembro de la Asociación de Derecho Informático de Chile (ADI).