Jaime Miranda.
Desde una perspectiva sistémica, una ciudad inteligente es un sistema interconectado de sistemas y sensores digitales, en el que las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), y los sistemas de información, permiten que los servicios públicos y los recursos críticos de infraestructura de una capital, como por ejemplo, transporte, telecomunicaciones, servicios de emergencia, servicios de agua, gas o electricidad, sean entregados de manera interactiva y eficiente para todos los ciudadanos. Todo esto, con el objetivo de brindar una calidad de vida elevada, sin dejar de lado, por supuesto, la sustentabilidad en el tiempo, la preocupación por el medioambiente y los recursos no renovables.
Según datos que revelan los informes de Naciones Unidas, para el año 2050 el 66% de la población humana y el 70% de los recursos del mundo estarán destinados a las ciudades. Hoy en día, los países desarrollados miran el desarrollo de las ciudades inteligentes como una manera eficaz y eficiente de apoyar el crecimiento económico y social del país. En este ámbito, un elemento importante a destacar dentro de este análisis es que tanto las personas, los dispositivos y sistemas, así como otros elementos relevantes para las ciudades inteligentes, pueden generar una cantidad significativa de datos.
El rol de los datos en las smart cities
Para las ciudades inteligentes, los datos son un activo fundamental y extremadamente valioso, pues contienen información relevante para tomar mejores decisiones. Por esta razón, se transforma en un desafío enorme ser capaz de almacenar, organizar y analizar datos multidimensionales y heterogéneos, de gran volumen procedentes de diferentes ámbitos y fuentes, como lo son las Tecnologías de Información y Comunicación, las redes celulares, los sistemas de transporte, las empresas o industrias financieras.
El problema del Big Data es un tema que debe manejarse sí o sí en las ciudades inteligentes. La consolidación de toda la información obtenida de diversas fuentes debe concentrarse en un gran repositorio central, una tarea de recopilación que puede llegar a ser en extremo compleja. Los datos por sí solos no aportan información, pero el conjunto de ellos sumado a la interpretación que podemos darle le otorgan un significado y un valor que hoy en día es altamente valorado.
Para que Santiago pueda llegar a convertirse en una ciudad inteligente, es fundamental que las agencias gubernamentales cuenten, por un lado, con una correcta planificación y administración urbana y del transporte público que está inserto en las ciudades, y por otro, con información de calidad. Esto les permitirá tener una visión global de las operaciones que se realizan dentro de la ciudad.
Como mencionamos anteriormente, uno de los elementos, cuyo desempeño es de suma importancia para la población y las ciudades inteligentes es el transporte, ¿cuáles son los beneficios de contar con un sistema inteligente en esta área? Este sistema proporciona aspectos que son claves para la satisfacción de los usuarios: mayor seguridad y confiabilidad, factores que mejoran la experiencia de viaje.
Además, la captura en línea de la demanda de traslado, que se realiza a través de los gestores de tráfico, es otro ámbito de acción que es muy útil y necesario en las ciudades inteligentes, pues uno de sus principales beneficios es que permite alivianar las congestiones vehiculares en periodos de tiempo de alto tráfico y entregan una rápida respuesta frente a accidentes e imprevistos.
Para la industria del transporte, por ejemplo, capturar y analizar datos en tiempo real resulta clave para poder resolver este tipo de problemáticas de manera rápida y eficiente.
Otros sectores a monitorear
Si Santiago busca convertirse en una ciudad inteligente, no solo debe considerar el tema del transporte, sino que además debe utilizar eficientemente la energía. ¿Cómo puede realizar esta tarea? Una herramienta a la que se puede recurrir son los sensores digitales, los que ayudan a gestionar el suministro de energía, recolectando la demanda de los consumidores. La utilización de este sistema, además, permite tener un mayor control del uso de la energía en tiempo real. Un ejemplo es que una mejor administración de los recursos energéticos de los edificios puede reducir de manera significativa los costos de energía y mantenimiento.
Un dato no menor es que los edificios comerciales y residenciales consumen cerca de un 1/3 de la energía mundial. Para el año 2025, se estima que serán los principales consumidores de este recurso.
Cuando se planifica cómo llegar a ser una ciudad inteligente, los desafíos que surgen son variados, multisectoriales y altamente multidisciplinarios. Para asegurar el desarrollo futuro de nuestro país, resulta clave incorporar enfoques analíticos integrados y procesos que optimicen de manera eficiente los recursos siempre escasos. En este ámbito, es crucial el rol que juega un capital humano capacitado e innovador, ya que puede proporcionar nuevas soluciones, así como nuevos modelos de negocios, basados en ciencia y tecnología.
De acuerdo a lo anterior, se hace imprescindible contar, además, con centros e institutos de investigación aplicada y áreas de investigación y desarrollo dentro de las organizaciones, para transformar y dar una nueva mirada a los problemas que poseen las ciudades actualmente.
Hoy en día, las soluciones sofisticadas no nacen por sí solas, sino que responden a problemáticas organizacionales complejas y que son altamente sensibles para los ciudadanos, el medioambiente y la sociedad en su conjunto. Poder entregar una respuesta satisfactoria a estas problemáticas, se transforma en un desafío intelectualmente interesante.