Según datos publicados por Context, el mercado mundial de impresoras 3D para el segmento profesional registró una caída de ventas anual del 10%.
La caída obedece principalmente a las dificultades de los polímeros en avanzar hacia la producción, lejos de la creación de prototipos. “Mientras que la impresión 3D en metal ya ha comenzado a dar el salto a la producción, los plásticos todavía están en gran medida atascados en la creación de prototipos”, señala Chris Connery, Vicepresidente de Análisis Global en Context.
Dentro de las tecnologías de polímeros, las impresoras 3D basadas en resina experimentaron una subida del 8% en 2016, situando a esta categoría por delante de la extrusión de materiales como la primera tecnología en del segmento profesional por primera vez desde el año 2000. Con todo, la extrusión de materiales sigue dominando el mercado total de impresoras 3D, ya que la mayor parte de las impresoras personales de sobremesa suministradas son de este tipo.
Por su parte, el segmento de impresoras 3D de sobremesa personales registró nuevamente una fuerte alza en 2016. Concretamente, las ventas de esta categoría de sistemas con un precio por debajo de los US$ 5.000 aumentaron un 33%. Pese a estar pensados para su uso en el mercado de consumo, la mayor parte de la demanda de estas soluciones procede del sector educativo y del ámbito profesional, sin dejar de ser popular entre los aficionados.
Una tendencia destacable ha sido la adquisición de impresoras 3D personales para uso profesional en los últimos dos años, una categoría que sigue siendo la puerta de entrada a la impresión 3D para muchos y una parte importante del ecosistema.