¿Existen compañías interesadas en invertir millonarias sumas para ingresar a un mercado que ya posee un 80% de penetración? ¿Es posible inyectar mayor competitividad a este sector? Son solamente algunas interrogantes de cara a una decisión que deberá definir, por cierto, el propio mercado, más allá de cualquier normativa o regulación propuesta.
Uno de los pilares del sector telecomunicaciones chileno durante los últimos años ha sido la industria de telefonía móvil. Y para corroborar tal afirmación basta remitirse a los indicadores sectoriales que demuestran un desempeño al mayor nivel.
Según datos de la Subsecretaria de Telecomunicaciones (Subtel), en el 2000 el número de abonados ascendía a los 3.401.525 a nivel nacional. Siete años después, la cifra se cuadruplicó, alcanzando los 12.734.083 durante el primer semestre de este año. Ello significa una penetración del 76,72% cada 100 habitantes y de 295,70% por cada hogar.
De acuerdo a los resultados del Indicador de la Sociedad de la Información (ISI), elaborado trimestralmente por la consultora de negocios everis y el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Navarra, durante el último trimestre del año pasado, los equipos celulares se expandieron en 17,1% terminales cada 1.000 habitantes, marca sólo superada por Argentina. Tales cifras avalan el desempeño de un sector exitoso.
La industria de la telefonía móvil se encuentra ad portas de abordar la discusión respecto a diversos temas sectoriales, tales como portabilidad numérica, licitación de espectro de tercera generación y operadores móviles virtuales (OMV). Este último punto es uno de los que mayor atención provoca en el sector.
Fenómeno social
Al igual que ocurre en otras industrias, la posibilidad de que nuevos actores ingresen al mercado es causal de opiniones diversas por parte de los distintos entes relacionados.
Pese que hasta ahora la discusión se ha centrado en la opción de ingreso de nuevos actores, es necesario analizar el actual escenario a fin de definir algunos lineamientos en torno al debate.
Con prácticamente un 80% de penetración, el rol jugado por las compañías de telefonía móvil ha sobrepasado los marcos netamente comerciales, convirtiendo también a este modelo de negocio en un fenómeno social.
Para muchos hogares, el equipo celular ha significado la posibilidad de acceder a la telefonía, debido a la flexibilidad de planes comerciales, los que permiten incluso poseer un equipo sin tener la obligación de pagar una tarifa mensual, debido a la modalidad CPP (Calling Party Pays), disminuyendo así la recurrentemente citada brecha digital con los aspectos éticos que ello implica.
El fenómeno corrobora el rol social que cumplen las Tecnologías de Información y Comunicaciones dentro de cualquier sociedad.
Con todo, la expansión conseguida por las actuales operadoras de telefonía móvil ha contribuido a consolidar a Chile como líder latinoamericano en la Sociedad de la Información.
En ese contexto, es necesario valorar el aporte de las compañías presentes en el mercado de la telefonía móvil local, el cual posee altos niveles de competitividad.
¿Existen empresas interesadas en invertir millonarias sumas para ingresar a un mercado que ya posee un 80% de penetración? ¿Es posible inyectar mayor competitividad a este sector? Son solamente algunas interrogantes de cara a una decisión que deberá definir, por cierto, el propio mercado, más allá de cualquier normativa o regulación propuesta, según lo ha demostrado la experiencia en países que ya se han planteado esta discusión.