Si nos centramos en Chile, la participación de las mujeres en la fuerza laboral es de 52%. Los hombres, en tanto, alcanzan el 76%, lo que impacta directamente a las economías de los países. En este sentido, de acuerdo a un estudio realizado por Google casi el 40% de las mujeres en Chile considera que tiene acceso desigual a oportunidades laborales.
Además, por cada dólar que gana un hombre, una mujer percibe apenas entre 50 y 68 centavos por el mismo trabajo. Otro dato que es impactante es que, en el sector de la tecnología, en tanto, la participación femenina también es particularmente baja; a nivel global, apenas el 25% es mujer. Si bien, el caso de la adquisición de habilidades digitales básicas es paritario en la Región, al hablar de habilidades complejas, como el manejo de software o la escritura de código, las mujeres se encuentran en desventaja respecto a los hombres al tener menor acceso a estos conocimientos y, en consecuencia, un también menor acceso a oportunidades laborales de calidad.
Históricamente, las carreras englobadas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), han sido las que tienen menor participación femenina en las universidades. Sin ir más lejos, de acuerdo con la Unesco, en América Latina las mujeres constituyen en promedio el 32% de las estudiantes y graduadas en STEM. En Chile el escenario es bastante más alarmante, ya que este porcentaje solo alcanza el 19%.
Para entenderlo es importante identificar las barreras de la incorporación de las mujeres en el sector tecnológico.
Los obstáculos
En esta línea, Laboratoria, en el marco de su alianza con BID Lab, identificó ocho barreras principales. Una de ellas es el impacto restrictivo de los roles de género, debido a que la fuerza de estos supone un obstáculo al desanimar a las mujeres en la búsqueda de trabajos remunerados y encasillándolas aún en la actualidad en las labores de cuidado.
Por lo tanto, aquellas mujeres que logran integrarse al sector productivo, lo más común es que sean objeto de cuestionamientos sobre sus prioridades, capacidades, aspiraciones y responsabilidades. Por otra parte, la presencia constante de estereotipos y sesgos inconscientes desanima las aspiraciones que las niñas puedan tener sobre desarrollarse en STEM, debido a que se insinúa, de entrada, que las mujeres no son bienvenidas en dichos espacios, incrementando así las dudas sobre sus propias capacidades y haciéndolas creer que para desarrollarse en estas áreas deben ser realmente sobresalientes para estar a la altura de lo que podría hacer un hombre.
Otro obstáculo que afecta a las mujeres es la limitada presencia en posiciones de liderazgo dentro de las compañías. De esta manera son pocas aquellas con empleo formal que se encuentran en roles de toma de decisiones. En América Latina menos del 40% ocupa puestos gerenciales y solo 20% de las empresas tiene una mujer como CEO de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Esto afecta directamente al desempeño de las compañías, debido a que está demostrado que contar con más mujeres en roles de liderazgo en el sector privado tiene un efecto positivo en la rentabilidad de las empresas y en sus resultados comerciales.
La histórica falta de equidad en el reparto de las tareas domésticas, es otra de las barreras que es importante mencionar. El estudio que conducimos en Laboratoria evidenció que las mujeres dedican en promedio 34,5 horas a la semana a estas actividades, casi tres veces más que los hombres; fenómeno que ocurre en toda la región Latinoamericana. En Chile, México y Perú, este tiempo promedio supera las 40 horas, por lo que se transforma incluso en un trabajo de tiempo completo y, en consecuencia, también una de las principales dificultades para incorporarse a la vida profesional, debido a que deben compatibilizar su trabajo con las actividades domésticas no remuneradas, lo que implica una carga de trabajo excesiva.
Un impacto también en la economía
Estas barreras no solamente tienen un impacto en las mujeres. Para las organizaciones, la falta de acciones concretas para incluir el talento femenino, tiene una repercusión tangible en su competitividad. Los procesos de contratación con poco alcance fuera de los perfiles tradicionales autolimitan la posibilidad de reclutar al mejor talento para esos puestos, lo que impide de entrada el aporte de nuevas ideas y personas innovadoras, entre ellas, mujeres que hoy tienen mucho que sumar.
Además, las compañías con más mujeres en puestos directivos tienen 28% más valor económico y un retorno sobre capital un 47% mayor que aquellas sin mujeres en estos cargos. En esta misma línea, aquellas que tienen al menos una mujer en su consejo directivo mejoran significativamente su desempeño en términos de crecimiento y ganancias frente a los consejos totalmente masculinos.
Es fundamental mencionar el impacto negativo que ha tenido el Covid-19 principalmente en las mujeres. A noviembre de 2020, la OIT calculó que 17 millones de mujeres en la Región han salido de la fuerza laboral para dedicarse a las labores domésticas y de cuidado de infantes. Es por esto que se requiere un esfuerzo extra para no perder los avances realizados en el pasado respecto a la inclusión femenina en el mercado laboral.
En este contexto, es importante comenzar a tomar mayor importancia en el mercado laboral tecnológico que cada día crece a pasos agigantados, abriendo de esta manera nuevas vacantes en las empresas. Según datos del estudio de Laboratoria, se estima que en la Región se necesitarán más de un millón de desarrolladores de software en los próximos tres años.
En Chile, Laboratoria ya formó a más de 500 mujeres desde el año 2015, que hoy se desempeñan como desarrolladoras de software y diseñadoras de experiencia de usuario con tasas de inserción laboral que superan el 75% en empresas líderes del país. Actualmente, las egresadas del bootcamp trabajan en más de 150 compañías en Chile.
Por lo mismo, esperamos que más empresas se comprometan con esta cruzada, que comiencen a incorporar a las mujeres a su fuerza laboral y que contribuyan con la diversidad en su ambiente de trabajo. Dejar a las mujeres fuera no solo fomenta la brecha, también está costando dinero a las economías de la Región. Reducir esta desigualdad aumentaría en 4% el Producto Interno Bruto de los países en América Latina y El Caribe.
Aunque esta ha sido la región más afectada por la pandemia de Covid-19 y aún hay mucho camino por recorrer, en Laboratoria soñamos con una América Latina en la que las mujeres ya no sean las más afectadas por cada crisis debido a las desigualdades que persisten en la sociedad. Queremos ver economías en las que los beneficios de los sectores en auge, como el de la tecnología, se repartan equitativamente con las mujeres. Una Región donde ninguna mujer se quede atrás.