Uno de los “caballitos de batalla” de las autoridades TIC del gobierno de Sebastián Piñera ha sido el teletrabajo, una política pública que muchos beneficios traería a nuestro país. En septiembre el esperado proyecto de ley que regula esta iniciativa fue enviado al Congreso y hoy se espera su aprobación.
Para que los trabajos no presenciales se puedan establecer como una política país, fundamental ha sido el rol de la industria TIC que ha desarrollado herramientas que posibilitan mantener en contacto permanente al trabajador y su empresa.
Inimaginable habría sido hace algunos años participar de una reunión estando todos los “presentes” a kilómetros de distancia. Hoy eso no sólo es posible en las más grandes compañías del mundo, sino también para cualquier usuario, que con sólo prender su computador, conectado con banda ancha, puede reunirse de manera virtual con otras personas.
El teletrabajo posee dos modalidades. Por un lado, están los teletrabajadores dependientes, que laboran de forma remota en una empresa y, por el otro, los independientes, con los que el Gobierno pretende revolucionar el mercado laboral, permitiéndoles utilizar su conocimiento para desarrollar su actividad, con una infraestructura mínima.
Las ventajas del teletrabajo son muy variadas y benefician tanto a la compañía y trabajador como al resto de la sociedad, ya que descongestiona las calles al reducir los desplazamientos por la ciudad, lo que a su vez se refleja en una disminución de las emisiones de carbono y en un gran ahorro de energía.
Por otro lado, según estudios, el teletrabajo reduce el ausentismo laboral y mejora la moral de los empleados, quienes se sienten más comprometidos con su empresa. Las organizaciones, por su parte, registran un aumento en la productividad y disminuyen sus gastos en infraestructura y costos operacionales.
Otro aspecto muy importante es que el teletrabajo es una política inclusiva, ya que permite que gente con capacidades motrices disminuidas, adultos mayores y padres que no pueden dejar a sus hijos solos en casa, puedan trabajar y participar de esta economía del conocimiento.
Las cifras
En Estados Unidos casi la cuarta parte de los ocupados ha optado por trabajar a distancia. En la Unión Europea esta cifra es menor, pero igualmente destacable: en promedio, en los países del Viejo Continente un 13% de los trabajadores prefiere esta práctica laboral.
En Chile se estima que unas 400 mil personas trabajan hoy desde sus hogares en calidad de independientes y otras 100 mil de manera dependiente. El proyecto que se discute en el Congreso permitirá regular los contratos especiales de labores a distancia, convirtiéndola en una práctica respaldada por el Estado y con obligaciones y derechos de los teletrabajadores definidos.
Nuestro país cuenta ya con los requerimientos técnicos para que esta modalidad laboral pueda aplicarse sin problemas y el marco regulatorio sólo favorecerá su crecimiento. No obstante, para que las cifras se acerquen a la de otros países, será muy necesario que los empresarios acepten y promuevan esta práctica entre sus empleados.
Esperemos que en los próximos meses tengamos buenas noticias y que podamos decir que el teletrabajo es una práctica que cuenta con todo el respaldo necesario para expandirse, pues sin duda muchos serán los beneficios que aportará a nuestra sociedad.
