Un tema recurrente hoy en día es el estancamiento de la inversión en Tecnologías de Información y Comunicaciones que muestra nuestro país. Aunque existe una cantidad de razones para explicar esta situación, como que los motores del crecimiento de Chile son industrias no intensivas en el uso de estas tecnologías, no es menos cierto que tampoco se visualiza una utilización constante en otros sectores.
El que la mitad de la inversión en TIC sea destinada a computadores personales o impresoras muestra que aún estamos invirtiendo fundamentalmente en infraestructura básica.
Uno de los temas en el que habría que reflexionar, es porqué no hay muchos ejemplos de aplicación de tecnología para la transformación drástica de procesos o para la invención de nuevos negocios. ¿Por qué no valoramos el poder de la aplicación de las tecnologías en temas que están más allá del control de los negocios, las aplicaciones financiero contables, el correo o acceso a In-ternet? Es claro que las compañías que ya han resuelto el nivel de soporte a sus procesos son reticentes a embarcarse en proyectos de profunda innovación.
Las posibles respuestas nos permitirían comprender este fenómeno. A mi entender, esta situación va más allá de la falta de fomento o de la carencia de visualización de las potencialidades. Creo que tiene que ver con la credibilidad que tienen nuestros ejecutivos, producto de muchas situaciones de frustración, de resultados que no han estado a la altura de las promesas o debido a la sobreventa de los beneficios reales que se pueden lograr.
Aquí hay una señal de alerta a la industria de las TIC y a los gerentes de informática de las empresas, como legítimos generadores de expectativas, pero también como responsables de impulsar y ejecutar proyectos adecuadamente planificados, dimensionados y administrados. Entonces, la respuesta es cómo logramos disminuir el riesgo y aumentar la sensación de seguridad en las organizaciones, que dependerán cada vez más de la tecnología en todos sus ámbitos de acción.
La experiencia de India
Si queremos aprender de lo que otros han realizado, me parece que el caso de la India en este tema también es interesante. Si se analiza el desarrollo de la industria del software y los servicios remotos, se pueden identificar algunas ventajas naturales y otras generadas, sobre las que se funda el crecimiento de su industria y su posicionamiento protagónico en el mercado global. Entre las primeras, está la disponibilidad de profesionales altamente calificados, con costos muy bajos y el uso masivo del inglés.
Como ventajas generadas, están la inversión en infraestructura de comunicaciones, un apoyo gubernamental en las primeras etapas y el énfasis en la calidad de los servicios. Esto se refleja en la cantidad de empresas indias que han certificado sus procesos (el 75% de las compañías certificadas en CMM Nivel 5 están en India), con el fin de asociar el concepto de calidad a su oferta.
Me parece que si hacemos un análisis de nuestras capacidades para aumentar la introducción de tecnología y aprovechar la posibilidad de transformarnos en una plataforma de servicios para el mercado global, debemos rescatar de esta experiencia la calidad como un factor relevante para bajar el riesgo y aumentar la confianza al ejecutar proyectos importantes, cuyos resultados implicarán una dependencia cada vez mayor del correcto funcionamiento de los sistemas.
La calidad como un factor relevante
Muchas empresas ya han iniciado la adopción de mejores prácticas, como la certificación de procesos bajo las normas ISO, la mejora del proceso de desarrollo de soluciones bajo las normas CMMI, la aplicación de las ‘best practices’ de ITIL para los am-bientes de operaciones y de outsourcing, y PMP para el manejo de proyectos.
Pienso que es fundamental perseverar en esta línea, fomentando la mejora de los procesos de implantación y operación de soluciones tecnológicas, elevando tanto la calidad de las soluciones finales, como la experiencia de los proyectos.
Esto implica que los clientes y usuarios también conozcan y valoren los cambios que buscan formalizar los procesos de desarrollo, implantación y operación de soluciones, aceptando y participando de un proyecto más estructurado y formal, que ordena los procesos y por lo mismo, a primera vista, se puede percibir como más rígido, pero que permite obtener resultados cada vez mejores y en procesos más predecibles.
Julio de 2006