Si Chile triplicara el índice de inversión en Tecnologías de Información, que hoy representa el 1,4% del PIB, podríamos alcanzar niveles de país desarrollado. Es innegable el rol que juegan las TIC como impulsoras del crecimiento a través del desarrollo de los sectores productivos donde se aplican, ya sea como factor de disminución de costos o bien, junto con investigación, desarrollo e innovación (I+D+i), como impulsoras de nuevos productos.
La Cuenta Satélite, denominada así porque se utiliza para medir áreas de la economía que no son claramente identificables en el cuerpo central de las cuentas nacionales y que fue lanzada por la Subsecretaría de Economía recientemente, nos permite transparentar la situación real de la industria TIC en Chile.
Esta iniciativa es digna de subrayar por su condición de clase mundial, ya que somos el segundo país en efectuar un esfuerzo de este tipo. Australia lo hizo para los años 2002-2003. Pero así como su realización es destacable, también lo son los desafíos que plantea. Uno -y probablemente el más importante dado el actual contexto- es el nivel de inversión en I+D, donde tenemos tasas bajísimas comparados con otros países del mundo (0,7% versus tasas de entre 4% y 6%), que han utilizado el camino de impulsar el crecimiento económico a través de I+D+i.
La actual administración del Gobierno ha dado buenas señales al declarar a la innovación y el empren-dimiento como uno de sus cuatro pilares estratégicos y plantearse co-mo objetivo subir la actual tasa a un 1% para el 2010. Políticas como destinar los recursos obtenidos por el impuesto especial a la minería de forma integra a la innovación son un buen apalancador para la inversión.
Esperamos también que estas políticas permitan aumentar la participación de la industria TI chilena en las exportaciones nacionales. Hoy existen muy pocos productos ‘made in Chile’ que tengan potencial de generador de divisas para el país. Es ahí, por tanto, donde tenemos un gran tema pendiente: generar modelos que permitan agregar valor a nuestra industria, a través de, por ejemplo, los cluster tecnológicos en torno a sectores productivos donde somos fuertes, como la minería y la pesca.
Eliminar inhibidores
Sin embargo, junto con todos estos esfuerzos, también es tremendamente relevante generar incentivos a la inversión en tecnología… o más bien eliminar inhibidores. Aún continúa existiendo el impuesto del 30% a la importación de software, que obstaculiza traer soluciones de clase mundial y ya probadas en otros países para aplicar en nuestras empresas.
También existen retenciones al pago de servicios profesionales de proveedores extranjeros, en torno al 30%, lo cual redunda en un aumento radical del costo de ese tipo de servicios y en otro inhibidor para el desarrollo de soluciones tecnológicas especializadas, porque no podemos desaprovechar el conocimiento que se ha generado en otras partes.
Necesitamos que la empresa privada comience a invertir más en I+D, voltear la actual composición de esta inversión (30% sector privado, 70% Gobierno). Para lograr eso, debemos generar políticas de incentivo, por ejemplo, con créditos tributarios, que le permitan a los accionistas de las empresas ver la rentabilidad de proyectos de I+D.
Lo que nos posibilita la Cuenta Satélite es darnos cuenta fehaciente-mente de que estamos como suponíamos. Es por eso que debemos continuar en el avance de la Agenda Digital y en la potenciación de nuestra industria tecnológica para que Chile tenga las bases para entrar de manera definitiva por la puerta del desarrollo .
Julio de 2006