ACTI acaba de cumplir 25 años, un período en el que sin duda las tecnologías han marcado la pauta en el avance de la sociedad y del país hacia el desarrollo. En 1984, cuando la asociación nacía con el nombre de ACHEI como una iniciativa de unas pocas empresas para desarrollar, proteger y hacer progresar la informática en Chile, en el país todavía nos comunicábamos por carta y cuando el mensaje era urgente enviábamos un telegrama o llamábamos por teléfono. Las líneas fijas de telefonía eran carísimas, el fax no había llegado aún y recién empezaban a aparecer los computadores personales en el mundo empresarial. Y si hablamos de conectividad, Internet era sólo una red entre unas pocas universidades en Estados Unidos.
¿Cómo nos movimos de ese punto a la realidad que vivimos ahora? Lo cierto es que en los últimos 25 años no sólo la tecnología ha cambiado, sino también la sociedad completa, la forma en que nos comunicamos, cómo hacemos negocios y cómo imaginamos el futuro.
Internet llegó a Chile a fines de 1991, en un contexto más bien universitario, y recién en 1993 se empezaron a conectar las primeras compañías, todavía con muchas dudas respecto a la utilidad de esta nueva tecnología. A la llegada del nuevo milenio existían sólo 3.700 conexiones de banda ancha, si podemos considerar banda ancha a “la impresionante velocidad” de 128 Kbps; el avance se volvió cada vez más vertiginoso, hasta superar hoy el millón y medio de conexiones, una penetración del 9% de la población y cerca del 30% de los hogares. A esto se suma una penetración de la telefonía móvil que ya alcanza a un celular por habitante, todo lo que finalmente ha hecho de Chile uno de los países más tecnológicos de la Región.
El impulso que falta
Sin embargo, esto no es suficiente. Aunque la tecnología ocupa hoy un lugar importante en la vida de la mayoría de los chilenos, nuestros indicadores de competitividad están en descenso, dejándonos rezagados frente al objetivo país de alcanzar el desarrollo en el mediano plazo. Tras 25 años de trabajo, los desafíos son claros: hemos visto una correlación entre el desarrollo tecnológico y la competitividad, que se expresa en el ranking del World Economic Forum y que muestra que, al relacionar ambos factores, los países con menos utilización de TIC presentan un nivel bajo de competitividad, y aquéllos que más destacan son los que tienen un uso intensivo de la tecnología, con mayor preponderancia de innovación. Chile está en el centro y necesita dar un salto de competitividad, ayudado por las TIC.
La tecnología tiene el rol estratégico de empujar el desarrollo de los diversos sectores productivos, como un catalizador o apalancador fundamental para el desarrollo del país. Esta ayuda a aumentar la productividad de todos los rubros, mejorando la eficiencia y permitiendo la generación de valor agregado. Necesitamos pasar de una economía eficiente que vende materias primas a una que empaqueta y vende conocimientos, donde la innovación se incorpore en los distintos ámbitos.
En el aniversario de ACTI, nuestro mensaje es clave: necesitamos más tecnología y necesitamos aprovechar las oportunidades que ésta nos brinda para impulsar el país al desarrollo.
