‘Contabilidad digital’. Pareciera ser ésta la invención de un nombre creado arbitrariamente por moda, respecto de una materia que por principio no ha tenido cambios significativos o una nueva manera de llamar a la contabilidad tradicional, así como a los hoyos los denominan ahora ‘eventos’. Sin embargo, a la luz de los antecedentes que se señalan, no cabe duda de su incipiente existencia. Para mayor comprensión de este nuevo y revolucionario concepto, revisemos la evolución de distintos acontecimientos tecnológicos que dan forma al nuevo concepto de ‘contabilidad digital’.
Primer acontecimiento, año 2003, surge un nuevo modelo: Factura Electrónica, el cual más allá de ser una nueva forma de validar y fiscalizar la factura de venta tradicional con timbre de cuño, al ser reemplazada por un timbre electrónico, fija un nuevo estándar para el manejo tecnológico de transacciones al interior de las empresas. Lo anterior permite vislumbrar que esta nueva tecnología se aplicará no sólo a las transacciones de compras y ventas reflejadas en las facturas, sino que a cualquier tipo de éstas, como por ejemplo, el voucher contable electrónico, notas de pedido electrónico, cotizaciones electrónicas, ordenes de compras electrónicas, licencias médicas electrónicas y un largo etcétera.
Otros acontecimientos
Luego surge el Formulario 29 Electrónico, que principalmente refleja las compras y ventas mensuales -ahora electrónicas y tradicionales- para declarar los impuestos mensuales del IVA, y que pronto se regirá por los mismos están-dares tecnológicos del modelo de Factura Electrónica. Vale decir, el formulario deberá tener formato XML, estar timbrado en forma electrónica, con uso de certificado digital y su envío y declaración realizarse por Internet.
Posteriormente, y casi en paralelo, surge la exigencia del Libro de Compras y Ventas Electrónico. Es decir, a diferencia de la facturación digital, que representa el principal ‘input’ de todo sistema contable, ahora la exigencia se extiende al ‘output’ de la contabilidad. En tal sentido, no cabe duda de que el próximo paso natural será la exigencia de los libros contables electrónicos: libros diarios, mayor, balance e inventario electrónicos, entre otros.
La base tecnológica ya está construida
En resumen, si analizamos los distintos eventos tecnológicos surgidos en estos dos últimos años, y la tendencia respecto de la forma de cumplir ahora las distintas obligaciones tributarias asociadas a estas nuevas tecnologías, está claro que ya existe la base tecnológica para vislumbrar el surgimiento de este nuevo concepto de ‘contabilidad digital’. Se ha definido la base tecnológica para el manejo de las transacciones electrónicas al interior de las empresas; está definido y operando el ‘input’ principal de la contabilidad: la Factura Electrónica; ya existe al menos una exigencia del ‘output’ contable como lo es el Libro de Compras y Ventas Electrónico; y está funcionando el formulario de declaración electrónica de los impuestos asociados a las transacciones de compra y venta, el Formulario 29 Electrónico.
¿Que está faltando entonces para configurar definitivamente este nuevo concepto de ‘contabilidad digital’? Sólo falta automatizar el proceso de contabilización y registro de todo hecho económico al momento en que éste se produce, y disponer de todos estos eventos sobre una plataforma web de Internet.
Será ése el momento en que se percibirá por parte de las empresas la real importancia de estas nuevas tecnologías, al converger naturalmente todos los eventos tecnológicos mencionados en este nuevo y revolucionario concepto llamado ‘Contabilidad Digital’.
Un concepto que llega para quedarse
A la luz de lo señalado y frente a este nuevo escenario, surgen algunas inquietantes preguntas para las empresas TIC, en particular aquéllas que proveen hoy soluciones del tipo Word Class y ERP ¿Cómo responderán a las nuevas exigencias tecnológicas contables y tributarias? La respuesta pareciera ser simple: a través de interfases de comunicación o parches a las actuales aplicaciones. Sin embargo, y a la luz de los antecedentes, si partimos de la base que esto requiere parchar el ‘input’, los procesos y el ‘output’ de tales aplicaciones, cabe preguntarse entonces ¿Podrán dichas empresas mantener su actual integridad después de estos sendos parches? ¿Estarán dispuestos los clientes a pagar los altísimos costos de adaptación que ello significará? ¿Estarán dispuestas las compañías TIC a cambiar su plataforma tecnológica para responder a las nuevas exigencias contables y tributarias de sus clientes?
No cabe duda de que la incorporación de estas nuevas exigencias, y con ello el surgimiento de nuevos conceptos, viene aparejada siempre de grandes problemas de adaptación y adopción. Pese a esto, tampoco cabe duda de que el nuevo concepto de ‘contabilidad digital’ llega para quedarse, independiente de los heridos y muertos en esta batalla de cambios permanentes.
La adopción y masificación de esta nueva tecnología generará enormes beneficios para el SII, al hacer mucho mas eficiente su labor de fiscalización, y a las empresas les permitirá gestionar mucho mejor su negocio, más allá de cumplir correctamente con sus obligaciones tributarias. Estos beneficios, sin duda, no se transarán… Entonces, démosle la bienvenida a la ‘contabilidad digital’.
Septiembre de 2005