Usar una metodología probada en proyectos de BPM es clave, un reto que se acrecienta aún más cuando se trata de un método propio.
Quienes conocemos el mundo de la consultoría en gestión de procesos de negocios sabemos que uno de los factores clave al momento de enfrentar un proyecto BPM es la utilización de una metodología probada, que permita una óptima articulación de la estrategia, de los procesos y de la tecnología, que sumados lograrán generar valor a cualquier negocio. Partiendo de esa premisa, el desafío es aún mayor cuando se trata de una metodología propia a la hora de llevar a cabo un proyecto BPM; una que logre integrar conocimiento y experiencia en modelamiento, diseño y optimización de procesos; además de ingeniería de negocios e implantación de proyectos de gestión de procesos de negocios y proyectos tecnológicos.
Una metodología propia podrá lograr resultados exitosos cuando se trate de un modelo integral que incorpore tanto a las personas que conforman una compañía, como a los procesos y a la estrategia. Esta fórmula dará como resultado un ROI por sobre lo esperado al implantar proyectos de este tipo. Esa es la razón principal de la labor del asesor: la comprensión profunda de los procesos de negocios, que permita identificar las oportunidades de mejora y la implementación de la solución tecnológica ideal para cada caso.
Entes fundamentales en la organización
El desarrollo de proyectos basados en una metodología propia implica un gran avance, ya que entrega un conjunto de pasos a seguir, de manera ordenada y sistemática, para lograr el éxito.
Incorporar una metodología de estas características a un proyecto BPM nace como una necesidad imperante de lograr que éste sea exitoso al interior de las compañías, para lo cual, el método debe basarse en que una iniciativa de este tipo no se trata únicamente de una implantación de tecnología, sino que también de un tema de desarrollo organizacional, de entender la organización, cambiar procedimientos administrativos y, sobre todo, comprender la importancia de las personas. Una metodología de esta naturaleza debe instalar a las personas como entes fundamentales dentro de la organización, considerando sus competencias, las relaciones entre ellas, y su esquema social. En éste, de acuerdo a dicha lógica, la gestión del cambio juega un rol fundamental, y sobre todo las acciones comunicacionales que deben llevarse a cabo dentro de un plan de gestión del cambio.
La gestión del cambio
A partir de lo anterior podemos decir que, al implantar un proyecto con este enfoque metodológico, fluyen de manera natural tres proyectos.
El primero, relacionado con todo lo que es el desarrollo tecnológico o la implantación tecnológica dentro de la compañía. El segundo, asociado con todo lo que tiene que ver con el desarrollo organizacional, procedimientos administrativos, nuevos roles, cargos y funciones que deben crearse para poder usar la nueva tecnología. Y un tercero, relacionado con la gestión del cambio en las personas. Y es que las personas no cambian solas; hay que guiarlas en este proceso.
Como es sabido, la ontogénica natural de cualquier cambio es el rechazo, entonces hay que apoyar a las personas con un plan de gestión del cambio que incluya estrategias comunicacionales, manejo de estados de ánimo, manejo de poder y manejo de liderazgo, además de otros temas que deben estar incluidos en la definición de la metodología para que confluyan estas tres dimensiones, la tecnología, la organización y las personas y, a su vez, fluyan alineadas a la estrategia del negocio, logrando así el éxito, no sólo del proyecto, sino también en los resultados positivos que éste haya significado para la compañía; que lo desarrollado se utilice y que nadie en el futuro pueda cuestionar la decisión tomada.
