Según el informe sobre el Futuro del Empleo 2023 del Foro Económico Mundial (WEF por su sigla en inglés), se espera que un 23% de los puestos de trabajo cambien tan solo en los próximos cinco años, con la creación de 69 millones de nuevos empleos y la eliminación de otros 83 millones.
De acuerdo con un plenario recientemente realizado por la academia InsightLab, en el que se abordaron las necesidades que tendrán los profesionales en la siguiente década, lo que prima hoy -y lo seguirá haciendo-, son habilidades como el pensamiento analítico y crítico, el aprendizaje activo, la inteligencia emocional y la capacidad de resolver problemas, las que harán la diferencia para el desarrollo profesional.
Para Cristián Maulén, director académico de InsightLab, el desafío no se encuentra en la cantidad de herramientas que puedan administrar los profesionales, sino más bien en la convivencia con estos recursos, lo que se espera faciliten la conexión entre las personas.
“Hoy un profesional de 25 años puede pasar cuatro días trabajando solo desde su casa, lo que reduce su interacción social, pero, por otro lado, es capaz de hacer la reflexión y apoyarse en estas nuevas tecnologías, las que permiten ayudar en la socialización con otros grupos”, explica.
Añade que la relación entre el humano y la tecnología debe ser complementaria, siendo esta última un apoyo en la generación de facilidades para el uso cotidiano, resaltando el compromiso ético en el manejo de datos e información.
Estos últimos años, la implementación de hibridez en las clases y el uso de inteligencia artificial han tomado rápidamente un papel protagónico en la práctica del proceso educativo. Entre la obligación que trajo consigo el encierro pandémico y el desarrollo de facilidades para continuar con las sesiones, la tecnología no solo aportó al trabajo de los docentes, sino también cambió la forma en que los profesionales se desenvuelven en sus lugares de trabajo.
Sergio De Oliveira, académico de la Universidad de Chile, explica que los docentes deben comenzar impulsando el uso de tecnologías como la inteligencia artificial, ya que no son instrumentos reemplazantes de la conciencia humana, y, por sobre todo, porque serán complementos disponibles en su futuro laboral, por lo que su prohibición no tiene fundamento.
“El tema es cómo tú adquieres valor como profesional, siendo la formación un proceso fundamental. Yo hablo desde el marketing, que es una rama netamente humanista, por lo que es una dimensión humana que no puedes perder. La máquina puede realizar trabajos mecanizados, pero la percepción, sensibilidad y tu visión para con el cliente, no te lo dará una IA”.
Nicolás Fernández, Fundador y CEO de Quantico, presentó cifras respecto al actual panorama de las áreas de trabajo con mayor exposición y automatización. Dentro de estos datos destacan los altos porcentajes de automatización de labores operacionales (44%) y financieras (42%), seguidas de la atención al cliente (33%) y desarrollo tecnológico (32%).
Según Fernández, al menos el 65% de los profesionales ejecutarán funciones en labores que hoy no existen, por lo que se prevé una evolución complementaria entre los puestos de trabajo y las tecnologías que los acompañan.
Por su parte, Cristián Maulén está de acuerdo en que esta evolución trae consigo la creación de nuevos puestos de trabajo, sin embargo, define la preparación de estos como uno de los importantes desafíos a considerar por los académicos.
“La verdadera clave está en cómo los nuevos profesionales se adaptarán a estas nuevas realidades, teniendo las universidades y centros de formación un rol fundamental en la preparación de personas que puedan centrarse en las habilidades necesarias para esto. Las empresas no van a cambiar, por lo que los desafíos los tenemos los docentes y las academias generando los ámbitos de formación”.
Los especialistas concordaron en que los principales desafíos para los profesionales se encuentran en la adaptación de los formadores y en el cambio de axioma, lo que, a pesar de estar presente en la actualidad, no se ha consolidado, sobre todo tomando en cuenta el actual marco regulatorio y la rapidez de la inmersión de estas novedades tecnológicas.