Estimular el emprendimiento como una opción de vida es para Antonio Dávila el principal desafío que existe para motivar a las personas a adoptar una actitud innovadora y emprender. El Académico español es especialista en el diseño de organizaciones innovadoras, tanto en grandes compañías como en jóvenes empresas de alto crecimiento; se desempeña como Director del Departamento de Iniciativa Emprendedora en el IESE y ha dictado clases en las universidades de Harvard y Stanford. A continuación se refiere a la innovación, los cambios que involucra al interior de las organizaciones y las claves para potenciarla.
¿Cómo se debería concebir la innovación?
Esta implica usar la creatividad para generar y desarrollar ideas con potencial para generar valor. Por tanto, la innovación requiere creatividad, pero también disciplina para convertir las ideas en valor. Muchas veces se asocia con tecnología, pero va mucho más allá; se puede innovar en cualquier aspecto del modelo de negocio de una organización. Del mismo modo es posible innovar en organizaciones sociales, educación, salud, etc. La cara de la innovación es el valor que se puede crear, la cruz es el riesgo asociado. Y la innovación se caracteriza también por el nivel de riesgo asociado; cuanto más riesgo, es decir mayor probabilidad de fracaso, mayor el retorno esperado.
¿Qué cambios involucra al interior de una organización o empresa?
La innovación no significa trabajar más, sino trabajar de otra manera. Crear una empresa innovadora requiere cambios en tres ámbitos fundamentales.
El primero es estrategia: la innovación debe integrarse en la estrategia dedicando recursos, como por ejemplo el 15% de tiempo libre de 3M o Google. Estos ejemplos son ilustrativos en el sentido de que innovar requiere tiempo para que la gente cree. También hay que elegir modelos de negocio donde haya espacio para la innovación.
El segundo es actitud: la innovación es riesgo y debemos estar dispuestos a fracasar en algunas ocasiones, pero el aprendizaje viene de los fracasos, así que hay que estar dispuestos a aprender. La innovación también es confianza en que las personas de dentro y de fuera van a aportar.
El tercero es sistemas de gestión: la empresa debe crear foros para estimular las ideas, intercambios, exposición a ideas externas. También debe crear procesos para que éstas se evalúen y, si son atractivas, tengan recursos para ser exploradas y llegar al mercado. Los incentivos también son importantes; la gente no innova sólo por ganar dinero, pero tiene que sentir que el valor creado se ha repartido de forma justa.
¿Cuáles son las claves para potenciar las ideas innovadoras en el ambiente empresarial?
Darse cuenta de que la innovación es fundamental a mediano y largo plazo (y muchas veces a corto) y, por tanto, integrarla en el proceso estratégico. La empresa debe tener una cartera de innovación con proyectos incrementales para mejorar el modelo de negocio actual e iniciativas más radicales con el objetivo de crear nuevas plataformas de crecimiento. Esto se traduce en procesos de innovación y en una cultura que acepte el riesgo y el fracaso como hitos en la consecución del éxito.
¿La colaboración es relevante para este fin?
La innovación es un proceso abierto, pero muchas empresas no lo consideran así. Es un error tan común que tiene hasta un nombre: es el síndrome del “no inventado aquí” (“not invented here síndrome”). Revela que muchas empresas creen que ya lo hacen muy bien y que cualquier idea que venga del exterior no puede ser buena ya que nadie conoce tan bien el negocio y por tanto nadie puede hacerlo mejor. La innovación requiere humildad para aprender y para identificar oportunidades. Las ideas vienen de mirar fuera de la empresa. Mirar a clientes, otras empresas y otras industrias. Trabajar con proveedores y trabajar con emprendedores.
¿De qué forma estas ideas pueden concretarse?
La innovación es creatividad y disciplina para llevarla a valor. La idea es muchas veces no más del 10% del éxito. El proceso de llevar ideas al mercado y a la sociedad debe ser gestionado, empezando con cómo se estimula a las personas de la empresa para que tengan ideas, es decir, con quién intercambian opiniones, qué ven, dónde, etc. El segundo paso es tener un proceso para que la gente proponga ideas, se evalúen, y se decida si se les da recursos para que sigan creciendo. Esto quiere decir que éstas deben llegar a la dirección que gobierna los recursos de la organización. Después hay que hacer un seguimiento del desarrollo en cada etapa, decidir cómo se avanza el proyecto, o si hay que dejarlo de lado. Estas decisiones requieren información e indicadores. Finalmente, la idea original se transforma en un nuevo producto, servicio o proceso, que seguirá durante toda su vida aprovechando la creatividad de las personas para ir mejorando.
¿En qué estado se observa la innovación como parte de las empresas?
Hay una gran diversidad. Algunas empresas han integrado la innovación y no se trabaja sin pensar en seguir desarrollando ventajas competitivas. Otras, la mayoría, aún ven la innovación con una cierta aprensión. Prefieren pensar que no va con ellas y usan varias excusas para dejar la innovación de lado: a veces argumentan que su industria es madura y, por tanto, no hay lugar para nuevas ideas; otras veces consideran que conocen muy bien la industria, que son las mejores y que el problema es de la competencia; y en otros casos, la actitud es de resignación con la excusa de que el mercado no les permite ser diferentes; o existe desconfianza para tomar riesgos. La causa común en estos casos es comodidad con la situación actual y pereza respecto del cambio. El riesgo de esta actitud es que muchas veces, cuando las novedades empiezan a cambiar la dinámica de la industria, ya es tarde para la compañía.
¿Cuál es la relevancia de asimilar la innovación en forma transversal en la organización?
La innovación puede estar restringida a la alta dirección, ya que suele tener mejor información y, en ocasiones, tiene esta actitud emprendedora de tomar riesgos y experimentar. Pero es una forma de innovar limitada: sólo una parte reducida de la empresa busca oportunidades, ofrece ideas y se compromete a desarrollarlas. La innovación es mucho más efectiva cuando toda la compañía está comprometida. Las ideas fluyen, se experimenta, se aprende.
¿Qué recomendaciones entregaría para motivar a las personas a emprender?
La motivación para emprender es creer en la idea. Si el emprendedor cree en ella tendrá la energía para tomar riesgos y desarrollarla. La alternativa de trabajar para otro muchas veces se asocia con seguridad pero, tal y como se ha demostrado en esta crisis y en países como España con más de 4 millones de cesantes, esta alternativa es tan arriesgada como emprender… aunque más cómoda. Emprender es como tener un hijo en el sentido de que se crea algo único que pervive más allá del creador. Emprender es empujar a la sociedad para que cambie.
¿Cuáles son los principales desafíos pendientes para impulsar el emprendimiento?
Entre los desafíos que siempre se mencionan están el reconocimiento de la sociedad hacia los emprendedores y la disponibilidad de recursos para empezar nuevos negocios e introducir las nociones de emprendimiento en el colegio (para que el concepto empiece a madurar pronto). Pero el desafío más importante es estimular el emprendimiento como una opción de vida y una forma de contribuir a la sociedad y, sobre todo, formar y apoyar a estos emprendedores para que sepan gestionar y hacer crecer sus empresas.