Implementación del voto online en Chile

En términos generales, un sistema de votación por Internet conlleva la posibilidad de sufragar desde cualquier lugar del mundo. Paralelamente, implica riesgos. Por eso, lo fundamental en este tema es tomar los cambios con tranquilidad; identificar pros y contras.

Publicado el 31 Dic 2016

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David Ruete Zúñiga.

El actual escenario de profunda abstinencia electoral plantea una serie de interrogantes, entre las que se encuentra la posibilidad de implementar en nuestro país un sistema de voto electrónico. Varios países ya han incursionado en esto -unos con más éxito que otros-, pero se trata de una tendencia más bien conservadora materializada generalmente en un voto electrónico presencial, es decir, donde se utilizan urnas electrónicas para la votación. Asunto aparte es la votación electrónica no presencial, que se puede realizar en cualquier lugar donde el usuario o votante pueda conectarse a Internet.

En términos generales, un sistema de votación por Internet conlleva la posibilidad de sufragar desde cualquier lugar del mundo, permitiría votar a personas con movilidad reducida que no pueden dirigirse a las urnas y, potencialmente, fomentaría la participación electoral. Paralelamente, implica riesgos de fraude, amenazas de seguridad (hackers), dificultad para verificar la identidad del votante y la pérdida de auditabilidad, pues no habría un documento físico que respalde cada voto emitido.

Por otro lado, la incorporación de cualquier tecnología conlleva costos materiales, altos o bajos, dependiendo de lo que se requiera. Si bien un sistema no presencial por Internet no implicaría la adquisición de urnas electrónicas, es posible que se necesiten lugares habilitados con computadores e Internet. A ello se suma el gasto de mantener el sistema actual, pues este no puede eliminarse hasta tener certeza sobre el correcto funcionamiento del nuevo formato. Es más, antes siquiera de pensar en la implementación es necesario rediseñar el proceso electoral actual con la inclusión de una nueva tecnología, para entender y analizar las implicancias de este nuevo actor en el proceso, pues una decisión apresurada puede traer problemas impensados y perjudiciales a gran escala.

Identificar pros y contras

La seguridad es otro tema que no se debe subestimar. Algunos dicen que una votación por Internet podría funcionar de la misma manera que una transacción de la banca, cosa que no es cierta. Si bien las pasarelas bancarias son seguras y se puede confiar en ellas, los ataques por phishing o suplantación de identidad hacen que cualquier forma de seguridad informática sea vulnerable. También el sistema puede incurrir en errores informáticos, como ocurrió en 2014 en Bélgica con las elecciones del Parlamento Europeo, Regional y Federal, en las que un error en el sistema electrónico obligó a anular 2.200 votos que representaban un 0,06% del total.

Lo fundamental en este tema es tomar los cambios con tranquilidad; identificar pros y contras, y realizar pruebas para saber si la implementación del voto online valdrá la pena o no, por ejemplo, utilizándolo en elecciones de directiva de partidos políticos -como pretende hacer la UDI-, o primarias. Para ello, es esencial poseer bases de datos consistentes con la información actualizada del votante, más allá de la falta o no de comunicación entre el Registro Civil y el Servel. Finalmente, la mayor o menor complejidad de la implementación pasa por contratar a la empresa adecuada, la cual debiese contar con experiencias exitosas en el extranjero, además de antecedentes formales y acreditables que puedan validar sus procesos de implementación de estas tecnologías.

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Redacción

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