El desarrollo de una sociedad emprendedora, centrada en los emprendimientos de base de innovación tecnológica, es una variación diferente. La creación de centros tecnológicos, el interés cultural en los emprendedores y las iniciativas respaldadas por los gobiernos para nuevas empresas innovadoras, son elementos de una cultura de creación de startups más avanzada, algo que muchos países anhelan, incluida nuestra Región, Latinoamérica.
Los países latinoamericanos, en comparación con otras regiones, tiene una mayor inclinación al emprendimiento, pero, lamentablemente, con bajos resultados en innovación. El índice global de innovación es inferior al de América del Norte, Europa y Asia-Pacífico, y supera levemente a los países sudafricanos.
No obstante, han surgido, durante las dos últimas décadas, 11 empresas tecnológicas latinoamericanas que han logrado crecer rápidamente y alcanzar valoraciones por sobre los US$1.000 millones, posicionándose dentro de los grandes del emprendimiento tecnológico a nivel internacional. Algunos de estos importantes casos conocidos como “unicornios latinoamericanos” son Despegar.com, MercadoLibre, la colombiana Rappi y la chilena Crystal Lagoons.
El emprendimiento tecnológico puede ser una parte importante de la respuesta al reto actual que tiene América Latina de acelerar el crecimiento en la productividad e innovación, pero ¿está América Latina preparada para cumplir este sueño emprendedor?
Para responder a esta interrogante, se realizó una investigación en la que se revisó los principales ecosistemas de la región como Buenos Aires, Guadalajara, Medellín y Sao Paulo, en la que se observa que la capacidad innovadora no supera en ninguno de los casos los 4,1 puntos de 7, ya que todos tienen una preparación tecnológica promedio de 4,3 puntos, siendo Santiago de Chile el único país sobre la media con 5,2 puntos, posicionándonos como líderes en la facilidad de comenzar negocios en comparación con el resto de los ecosistemas nombrados.
Lo anterior supone posicionarnos como uno de los ecosistemas con mayor renombre de la Región a los ojos del mundo, en gran parte impulsados por las políticas estatales de fomento a la innovación, caracterizándonos por tener instituciones públicas fuertes, muy comprometidas con el emprendimiento y el desarrollo tecnológico, motivando su dinamismo con programas como Startup Chile.
Capital humano
Los jóvenes chilenos sabemos y te-nemos claro que estamos en un mo-mento excepcional en nuestro país para emprender, así como lo sabe el resto de los jóvenes de la Región. La tecnología a la que tenemos acceso es una poderosa herramienta para desarrollar soluciones innovadoras, pero la urgencia hoy es desarrollar políticas para la consolidación de una masa crítica de emprendimientos sostenibles en la Región, como la disponibilidad de capital humano avanzado para proyectos de base tecnológica. La educación actual posee deficiencias relacionadas con educar en áreas tecnológicas dada la rigidez en las políticas y estructuras curriculares de la educación superior. Por lo que, para poder responder a la pregunta inicial, también debemos tener en cuenta que debemos formar habilidades tecnológicas en todas las profesiones como un aditivo a la educación impartida en nuestras universidades. Así también se hace necesario que, tanto el sector privado como el sector público, se hagan responsables de la capacitación en conocimientos tecnológicos de la fuerza de trabajo para contrapesar los cambios producidos por la economía digital; no debemos dejar a nadie abajo del carro de la “reinvención digital”.
Necesitamos, además, altos estándares de seguridad y privacidad de los datos, mejorando las actuales estrategias de seguridad digital en la Región. La transformación y actualización de los servicios financieros son también imprescindibles para poder cumplir el sueño emprendedor, el acceso de la población a servicios financieros y masificación de medios de pagoselectrónicos, el promover la existencia de sistemas de pagos electrónicos, de tal manera que las comisiones por procesamiento de pagos no se conviertan en barreras al emprendimiento. Se debe cambiar la percepción a la quiebra, y que el fracaso no siga siendo tan castigado como lo es en Latinoamérica.
Finalmente, mi invitación es que todos comprendamos la importancia de la cultura emprendedora para el presente y el futuro de la Región, y que tenemos grandes desafíos para poder avanzar y demostrar el gran potencial que tenemos. En estos momentos de acceso tecnológico, no nos podemos dar el lujo de quedarnos abajo del carro.