Recién Titulado: ¿Cómo lograr que la empresa lo valide?

Todos recordamos el día en que rendimos nuestro examen de título y obtuvimos el ansiado trofeo: Ser un profesional con todas las de la ley y estar listos y dispuestos a enfrentar el mundo laboral que se nos ponía enfrente. Pero a muchos nos pasó, y sigue pasando, que una vez logrado un puesto de trabajo, aparecía un jefe que omnipotentemente nos endilgaba el hecho de que ?no sabíamos nada de la realidad laboral? y que con suerte la universidad nos había enseñado a comprender textos y mejorar nuestras habilidades matemáticas (por lo menos a quienes somos ingenieros). Triste parodia, pero no poco real.

Publicado el 31 Dic 2004

america

Todos recordamos el día en que rendimos nuestro examen de título y obtuvimos el ansiado trofeo: Ser un profesional con todas las de la ley y estar listos y dispuestos a enfrentar el mundo laboral que se nos ponía enfrente. Pero a muchos nos pasó, y sigue pasando, que una vez logrado un puesto de trabajo, aparecía un jefe que omnipotentemente nos endilgaba el hecho de que “no sabíamos nada de la realidad laboral” y que con suerte la universidad nos había enseñado a comprender textos y mejorar nuestras habilidades matemáticas (por lo menos a quienes somos ingenieros). Triste parodia, pero no poco real.

Habiendo estado en múltiples reuniones con gerentes de empresas que contratan mano de obra joven en el área de informática y con algunos gerentes de recursos humanos, es factible poder concluir que es fundamental que la empresa invierta en un tiempo de “trainee” para sus futuros y jóvenes empleados. Ahora, cuánto “coopera” la universidad para que ese tiempo sea lo menos posible es una respuesta muy difícil de determinar. Entonces, lo más práctico es concentrarse en cómo lograr que la empresa ingrese a la universidad, de modo de traer ese tiempo de “trainee” a la antesala de salida de los nuevos titulados y así lograr una mayor valoración de la formación que los estudiantes poseen al salir de sus casas de estudio. Este involu-cramiento debe facilitar las relaciones universidad-empresa en los ámbitos de la investigación conjunta, el desarrollo y la formación específica que se requiere.

La experiencia lograda por la Universidad de Las Américas, al permitir que una empresa transnacional participara en la construcción de un programa de asignatura específica, en donde la compañía en cuestión es líder de la industria, permitió que la asignatura desarrollada lograra formar a los estudiantes tanto en el aspecto académico-teórico como en las cuestiones prácticas y reales que suceden y se aplican en las empresas del rubro asociado. Esto permite que las compañías valoren aquellos alumnos en cuyas casas de estudios los currículo docentes contienen elementos propios del quehacer diario de dichas empresas.

Otra forma de vincular la empresa con la universidad ha sido el hecho -ya probado en muchas partes del mundo- de vincular empresarios como apoyo a cátedras electivas u optativas de fines de carreras, con la finalidad de empujar a los estudiantes a reforzar algunas de las materias que ya vieron, pero a las cuales les han dado poca importancia, como es el caso del inglés o de las comunicaciones con los usuarios, por ejemplo.

Una versión más moderna de la vinculación que se está dando entre las universidades que quieren que sus educandos salgan preparados con herramientas competitivas al mercado laboral, se relaciona con la denominada certificación de competencias o habilidades laborales. Esta relación permite que las empresas especializadas preparen a los estudiantes -de forma presencial, semipresencial o vía Internet- para finalmente evaluarlos con alguna prueba teórico-práctica que los certifique como idóneos para trabajar con la especialización aprendida y probada.

Algunas experiencias mundiales, tales como el proyecto europeo denominado Sócrates, han buscado alternativas de comunicación regular entre la empresa y la universidad que permitan una retroalimentación constante entre una y otra entidad, ejecutando mecanismos de transferencias tecnológicas por parte de la empresa y de transferencia metodológica por parte de la universidad.

Lo importante es que sea como sea que las universidades busquen que las empresas valoren a sus estudiantes al egresar y titularse de sus carreras, está visto que ello no se logra sin la participación activa, y no sólo en encuentros de discusión de estas entidades fundamentales de la sociedad moderna. Las empresas pueden y deben cooperar para que el conocimiento y la gestión del mismo que ellas manejan sea traspasado de manera eficiente a los futuros profesionales que Chile necesita. Sin duda, si logramos eso se acortarán los tiempos de inserción laboral que los actuales egresados tienen que esperar.

Enero de 2005

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Redacción

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