Internet de las cosas: La próxima revolución de la web

¿Se imagina poder controlar desde su teléfono móvil qué alimentos quedan en el refrigerador, poder recibir alertas cuando alguno se acabe, generar automáticamente así la lista de compras en su celular, e incluso recibir recomendaciones de menú para cocinar basadas en los ingredientes disponibles en la nevera? Esto es sólo un avance de lo que se puede hoy lograr con la Internet de las cosas, puerta de entrada a todo un ecosistema de aplicaciones que prometen no sólo facilitar la vida de todos, sino que cambiar el mundo en que vivimos, donde ya en 2020 habrá 50.000 millones de dispositivos conectados a la web.

Publicado el 31 Mar 2013

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¿Se imagina poder controlar desde su teléfono móvil qué alimentos quedan en el refrigerador, poder recibir alertas cuando alguno se acabe, generar automáticamente así la lista de compras en su celular, e incluso recibir recomendaciones de menú para cocinar basadas en los ingredientes disponibles en la nevera? Esto es sólo un avance de lo que se puede hoy lograr con la Internet de las cosas, puerta de entrada a todo un ecosistema de aplicaciones que prometen no sólo facilitar la vida de todos, sino que cambiar el mundo en que vivimos, donde ya en 2020 habrá 50.000 millones de dispositivos conectados a la web.

En la próxima década, según estimaciones de los investigadores de Consumer Electronics Association (CEA), el boom de los dispositivos conectados a Internet registrará un incremento de cuatro veces, es decir, llegará a 50.000 millones, lo que incluye la conexión de gadgets, electrodomésticos, vehículos o cualquier cosa que se pueda imaginar. Esto supone que por cada habitante en el mundo existirán 6,58 dispositivos electrónicos con conexión a Internet.

La evolución ha sido veloz: en 2003 se contabilizaron 500 millones de dispositivos con conexión a la web (0,08 por habitante); en 2010, 12.500 millones (casi 2 por habitante); y actualmente se estima que esta cifra ya va en 14.000 millones. Y las previsiones siguen: para 2015 se espera que existan 3,47 aparatos por habitante, para finalmente llegar a los 6,58 en 2020.

Si con IPv4 existía un número finito de direcciones IP, con el advenimiento de IPv6, que multiplicó su capacidad a 340 sextillones de direcciones, eso ya no es problema, por lo que la Internet de las cosas promete ser la mayor red que el ser humano haya creado jamás: cualquier objeto podría estar conectado; una silla, una tostadora, las luces de casa, la aspiradora, el sistema de riego automático, el refrigerador, el calefactor, una planta, un tomate o una lata de cerveza. Es así como, según NIC Labs, redes de domótica, transporte, telemetría, seguridad pública y privada y de servicios de salud, se expandirán como ejércitos de diminutos sensores interconectados.

“Esta tendencia tiene un enorme potencial revolucionario, porque las ‘cosas’ que hoy nos hacen trabajar para ellas porque debemos ‘mantenerlas’, cargarlas, organizarlas, etc, debieran comenzar a ser capaces de tomar decisiones solas, de modo de ayudarnos a vivir mejor”, explica José Miguel Piquer, Profesor Asociado del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad de Chile y fundador de NIC Chile.


Tanto como la imaginación lo permita

De acuerdo a Cisco, la “Internet de Todo” representa la mayor tendencia online de hoy en día. De seguro ya influye en nuestras vidas o bien lo hará prontamente. Y es que la tecnología que la hace posible existe hace bastante tiempo: RFID (Identificación por Radiofrecuencia) que etiqueta a los objetos. A esto se suma, aseguran los expertos, sensores que permiten la recopilación de los datos y, unidades de accionamiento, capaces de activar o desactivar cualquier cosa. La premisa es cosas conectadas a la web en cualquier momento y lugar y también comunicadas entre sí, es decir, poder saber dónde está determinado objeto o qué sucede con él: desde la ropa o un mueble, hasta los alimentos, electrodomésticos, las plantas, etc.

Libelium -proveedor español de plataformas de sensores inalámbricos- publicó una recopilación de las 50 aplicaciones más vanguardistas de la Internet de las cosas agrupadas por mercados verticales en http://www.libelium.com/top_50_iot_sensor_applications_ranking.

Las posibilidades son múltiples, tanto como la imaginación lo permita. Un ejemplo simple: un despertador programado a las 7:00 AM puede recibir varios mensajes durante la noche respecto de reparaciones que se están realizando en la vía habitual que toma el usuario y que podrían demorar 15 minutos más su ruta, así como del auto que comunica que se debe cargar combustible, lo que tomará 10 minutos más y que la primera reunión que éste tenía agendada fue anulada. Todo eso le permite al reloj calcular una nueva hora para despertar al usuario, y 10 minutos antes encender la cafetera para que esté caliente al café.

Hay ciudades que ya han equipado su red de transporte, entregando información de rutas en mapas públicos, horas de llegada, etc, o lo mismo aplicado al tráfico vehicular, todos ejemplos que grafican el concepto de ciudad inteligente. También podrían ser plantas que avisen cuando requieren ser regadas o bien si necesitan algún nutriente, pastilleros que entreguen una alerta para informar la hora en que un paciente debe tomar un medicamento, sensores que podrían avisar sobre sequías, ayudando al mundo de la agricultura mediante el control de la humedad en el aire o suelo o bien sensores en el corazón que informarían para prevenir a los doctores de una posible enfermedad en una persona; los equipos TI de una empresa podrían avisarle de puntos de ineficiencia o los productos inteligentes tomar decisiones respecto a ofrecer cupones de una oferta relacionada cuando alguien está comprando en un supermercado.


Las cosas “hablan” entre sí

En la Internet de las cosas, como ya la mencionamos, las cosas también “hablan” entre sí. Algo que se pudo ver bastante en la última Consumer Electronics Show en Las Vegas, feria electrónica donde se exhibieron varios avances de comunicación M2M (Máquina a Máquina), así como las posibles aplicaciones en este campo. De la mano de LG se mostraron interesantes ejemplos de cómo una lavadora, un refrigerador y una aspiradora interactuaban con el celular para diferentes funciones, como elegir programas de lavado, activar el dispositivo para hacer el aseo o llevar un control de alimentos, incluyendo alarmas de bajo stock para generar la lista de compra directamente en el smartphone. Belkin, por ejemplo, presentó un interruptor que permite encender la luz desde un smartphone; y Dacor, el primer horno que funciona con el sistema operativo Android, el cual permite, por medio de un tablet o smartphone, ajustar el tiempo y temperatura de cocción.


La experiencia local

Si bien en Chile no hay mucha experiencia masiva en esto, “las aplicaciones inteligentes para móviles (smartphones) van en esa dirección”, señala el académico. Waze, por ejemplo, es una aplicación o red social de navegación que usa la información de todos los dispositivos que la tienen instalada en determinada ciudad para recolectar datos de tráfico y velocidad usando los GPS de cada uno. “En base a eso, calcula rutas óptimas dinámicas que se van adaptando a los cambios informados. En Chile hay miles de usuarios, lo que permite obtener información muy precisa de navegación”, comenta José Miguel Piquer y agrega que “también hay sensores instalados en casas en Chile que se conectan a la web para compartir su información (termómetros, sismógrafos, etc)”. Sin embargo, a su juicio, falta mucho para que esto se masifique, pues hay una traba importante como son los costos de los sensores, aún no suficientemente accesibles; “el ancho de banda, el costo y la calidad del acceso a Internet en Chile también son obstáculos”, añade.

La historia de la tecnología está llena de casos de avances que han explotado de un día para otro, así como de otros que han tardado años en madurar o incluso de muchos que han muerto en el camino; por lo mismo, augurar cuándo se masificará la Internet de las Cosas no es fácil. La web omnipresente requiere de múltiples retos y el esfuerzo conjunto de varios actores de la industria, pues junto con perfeccionar la tecnología e infraestructura de Internet, logrando un ancho de banda permanente y masivo, así como sensores de bajo precio y muy variados, también se requiere crear las interfaces de software, garantizar restricciones de seguridad y privacidad y, por supuesto, que las personas lo acepten. “El gran desafío es encontrar ese justo balance entre comodidad y libertad; yo quiero que mi despertador tome ciertas decisiones, pero muchas veces quiero que me despierte a una cierta hora y no tome ninguna otra decisión por mí y eso es un gran reto”, concluye.

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Redacción

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