No caben dudas de que el tema de innovación tecnológica ha ido alcanzando un sitial de relevancia este último tiempo y en tal sentido el Gobierno está destinando importantes recursos fiscales, producto de la bonanza del cobre, para promover proyectos de innovación que permitan crecer y alcanzar la ansiada posición de ser un país desarrollado. En este contexto, recientemente y con importante financiamiento del Gobierno, se emprendió una misión tecnológica a China con la participación de empresas de software, de la cual formé parte. Creo que dar una visión de esta experiencia y trasmitir una opinión de esta misión empresarial podría ayudar a comprender en forma más global dónde radican las razones del éxito de las economías, de las empresas y de sus trabajadores.
Como empresario de la industria TI podría estimar en principio, y por razones obvias, que es la tecnología una de las principales herramientas que han favorecido la generación de ventajas competitivas en China, permitiendo el desarrollo sustentable de una de las economías más exitosas del mundo, así como ser ésta el factor principal de la generación de riquezas en las empresas y personas. Sin embargo, con cierta sorpresa, en nuestra visita vemos que China no responde cabalmente a esos paradigmas, la tecnología no es lo principal.
Nuestra visita a algunas industrias del país, como empresas del rubro de la seda, comercio y una industria metalúrgica de fabricación de una artesanía milenaria basada principalmente en el cobre, denominada cloisonnés, así como a distintas ferias tecnológicas, como la Internacional IT Expo en Shangai o la del Centro Tecnológico Haidian de Beijing, nos hace ver con sorpresa que, en general, las empresas no destacan por el uso avanzado de tecnología, aún cuando existen modernísimos centros de investigación e innovación tecnológica. Es más, incluso el acceso y uso de Internet por razones políticas no tiene un alto nivel de penetración en la población y las empresas, como en Chile ¿Cuáles son entonces, los principales factores del éxito que explican el desarrollo de su economía? Me atrevo a concluir que el éxito y desarrollo de este país radica principalmente en su gente y su cultura; ello es lo que hace la diferencia. La oportunidad de visitar y observar su cultura y su gente, es una gran oportunidad para comenzar a comprender este verdadero enigma.
La gente y su cultura
La pobreza y la riqueza, el comunismo y el capitalismo, la democracia y el autoritarismo, las dinastías y los plebeyos, el trabajo y los derechos humanos, entre otros, parecieran ser principios y conceptos que difícilmente pueden conjugarse en nuestra sociedad y normalmente son fuente de permanentes conflictos y desavenencias entre distintos actores de un país, afectando y limitando el desarrollo productivo de las naciones y las personas. Sin embargo, en China, a pesar de sus múltiples diferencias de posiciones y principios, se vive en un claro ambiente social de armonía y respeto a estas diferencias. Desde nuestra perspectiva cultural podría entenderse que la población china en parte podría estar sometida y subyugada a ciertos regímenes autoritarios, pero el contacto con su gente demuestra que no es así. Existe total respeto y aceptación a la autoridad, a los sistemas y a las diferencias imperantes y el ser chino, independiente de su posición social o económica, es un honor y símbolo de orgullo personal.
La tolerancia pareciera ser su mayor mérito, pero en ciertos aspectos también llama la atención la fuerza con que la Ley castiga y sanciona el robo y el fraude, ahí la tolerancia es cero y no existe cuestionamiento en esa materia. Pero uno de los aspectos que más llama la atención en el sentido laboral es que, como dice el refrán, “trabajan como chinos”, y esto no significa que asistan más horas a la empresa. Ellos comienzan a trabajar antes que nosotros, aproximadamente a las 8:00 horas, tienen una hora de colación y el fin de la jornada termina cerca de las 17:00 horas, pero su sentido de la productividad está altamente desarrollado.
Por otra parte, no existen manifestaciones por malos tratos o pagos injustos por parte de sus empleadores, no se perciben actitudes de rebeldía contra la autoridad e impera el respeto y orden. Además, tienen un alto grado de orgullo de pertenecer a la empresa en la cual trabajan. Pude observar que en algunas compañías antes de empezar a trabajar se forman los empleados debidamente uniformados y su jefe se dirige públicamente a ellos, motivándolos y señalándoles, entre otras cosas, la importancia que tiene su trabajo para ellos su familia, la empresa y el país.
Actos y comportamientos laborales de esta naturaleza cuesta comprenderlos en un principio, pero al conversar con ellos en forma más extensa, se entienden mejor por la vía de lo que es su religión y cultura: son personas que buscan permanentemente la armonía y el equilibrio entre las cosas, son mucho más espirituales y místicos que nuestra cultura occidental. Esto puede explicar, en gran parte, el alto nivel de productividad y eficiencia alcanzado por su economía. Comprendieron que la única forma de superar la pobreza y el subdesarrollo, es “trabajando como chinos” y lo hacen en forma noble y eficiente, logrando altos volúmenes de producción con economías de escalas y ventajas competitivas muy difíciles de superar por otras economías del mundo.
Pero China no sólo destaca en el ámbito laboral, también lo hace en su cultura. Tanto hombres como mujeres podrían lucir las mejores marcas y estilos de vestuario en un país que produce casi todas las marcas más importantes y con precios bastante competitivos, pero ellos visten bastante simples y sobrios. Incluso, llama la atención en las mujeres la casi ausencia de uso de maquillajes y, por lo visto, también se resisten al uso de siliconas. No viven de apariencias, se aceptan como son. Esto mismo se puede apreciar en el transporte público en Beijing, donde son aproximadamente 14 millones de habitantes y existen más de 9.800.000 bicicletas. Prácticamente ninguna destaca por lo moderno o su marca, son simple “chanchas”.
Lo esencial es invisible a los ojos
Un día comentando el tema a Lu, nuestro guía y traductor chino, le hice ver lo diferentes que somos, y en tal sentido, le pregunté con confianza “¿En qué se fijan los hombres en una mujer?” Me miró un poco sorprendido y respondió sin titubeos: “en su corazón”, explicándome que la belleza femenina y masculina está en su espíritu, lo que por cierto me hizo recordar una frase del libro Principito: “lo esencial es invisible a los ojos”.
Tal vez para muchos de los empresarios que asistimos a esta misión en China, esta experiencia, desde el punto de vista de encontrar oportunidades de negocios con ese país, puede haber resultado en parte un fracaso, por cuanto desde sus inicios se percibió que nuestra industria de software no tiene mayores ventajas para competir en ligas mayores. Sin embargo, creo que el haberse acercado al conocimiento de esta cultura milenaria nos enseña una gran lección: la única forma de salir de nuestro subdesarrollo es ‘trabajar como chinos’ con nobleza, aceptando y respetando nuestras diferencias.
Julio de 2006