La denominada nueva normalidad, es el momento de las organizaciones digitales resilientes. También ha sido un momento especialmente desafiante para otro grupo de empresas, con una estructura más tradicional. Aquellas compañías a las que les costó más reaccionar a la coyuntura, y que fueron especialmente golpeadas por la crisis mundial que trajo el Coronavirus.
Acortar esa brecha es el reto de muchas pequeñas y medianas empresas de Chile, que aún tienen la madurez digital como materia pendiente. De acuerdo con lo que hemos podido observar en diversos análisis en IDC, estos cinco pasos pueden ayudar a aquellos equipos que buscan encaminarse hacia su digitalización:
1. Entender la empresa y sus procesos:
Antes de iniciar cualquier proceso de digitalización es fundamental entender en qué estado se encuentra la empresa, cuáles son sus fortalezas, sus necesidades y los principales procesos. Existen Pymes que se encuentran un paso adelante, porque son nativas digitales y se desenvolvieron desde el principio en un entorno de nube, incluso han sumado a sus equipos de trabajo a miembros o recursos especializados en determinadas tecnologías, soluciones y herramientas de programación. Hay otras, cuyos líderes no se han desempeñado en un entorno que los ayude a plantearse objetivos más digitales, a identificar cuáles deberían ser las metas de su organización o cuáles son las tecnologías más convenientes para su contexto empresarial. Identificar en cuál grupo se encuentra tu compañía es el primer paso.
2. Alinear la tecnología a la realidad de la organización:
Aprovechar las tecnologías disponibles para sacar una ventaja competitiva e incorporar un enfoque omnicanal, así como mejorar la experiencia digital, son pasos cruciales para adaptarse a un entorno comercial que cambió definitivamente. Para competir en la economía digital, las pequeñas y medianas empresas deben ser capaces de escalar sus operaciones y aumentar su tamaño/presencia y capacidades. Las tecnologías digitales se convierten, en ese sentido, en herramientas que les permiten reducir la brecha que las separa de las grandes corporaciones. Es interesante observar cómo existen firmas que se están planteando cómo integrar diversas tecnologías mientras otras organizaciones, con una estructura de TI mucho más tradicional, no han elaborado aún una hoja de ruta de cómo desarrollar una visión más disruptiva de la digitalización del negocio.
Este comportamiento se relaciona a veces con el perfil de los líderes de estas compañías en Latinoamérica. En Chile, por ejemplo, en algunas empresas familiares, muchas veces los dueños son también los gerentes generales y toman todas las decisiones sin estar necesariamente alineados con el comportamiento tecnológico de sus organizaciones. Frecuentemente, no se asesoran o no tienen consultoría externa, tampoco un acompañamiento que les permita trazar objetivos digitales ni definir cuáles tecnologías son las más convenientes para incorporar.
Ahora bien, también cabe mencionar que en Chile existen distintas categorizaciones respecto a lo que se entiende como digitalización y eso se traduce en que las soluciones tecnológicas que pueden servirle a una Pyme no apliquen para otra, según su perfil, realidad financiera, procesos o niveles de eficiencia.
3. No descuidar la seguridad:
Proteger la información de la compañía es fundamental para las empresas de más de 500 empleados, pero las organizaciones pequeñas o medianas no siempre le dan la importancia que amerita.
Tanto en Chile como en el resto de la Región, es relevante que cuando una empresa, de la dimensión que sea, contrata servicios de nube se asesore, que avance según sus políticas internas y determine cómo puede proteger su información. Aunque el proveedor ofrezca un esquema de seguridad, las compañías no pueden simplemente pagar por servicios en la nube y olvidarse de ello. Los contratos implican a las dos partes y la responsabilidad de crear un entorno seguro no puede recaer solo en el proveedor. Al contrario, existe un paso a paso que se debe seguir para mantener un nivel de seguridad independientemente del servicio cloud que se contrate, desde cargas de procesamiento en IaaS, hasta las aplicaciones en formato SaaS.
Con relación a lo mencionado anteriormente, Chile ofrece mayores oportunidades de mercado para el desarrollo de soluciones de seguridad y su escalamiento, ya que tiene un componente de Pymes más amplio, al contar con empresas medianas con un promedio de gasto mayor en tecnología respecto a otros países de la Región.
4. Crear una cultura de aprendizaje digital continuo:
Los segmentos altos de las organizaciones están asumiendo una cultura de aprendizaje digital que, idealmente, debería permear a todas las áreas. En ese sentido, es importante que los departamentos de TI contraten a colaboradores que tengan perfiles más actualizados y vengan con un “chip” más digital. Si no los tienen, deben buscar una forma de implementar una cultura de aprendizaje continuo y difundir ese conocimiento internamente. Hoy, las grandes empresas están enfocadas en metodologías ágiles, metodologías scrum, aprendiendo sobre soluciones disruptivas y cómo pueden aportar a diferentes áreas, como finanzas, marketing, procesos, operaciones, ventas y soporte de ventas, hasta al departamento de recursos humanos. En resumen, cualquier transformación de esta naturaleza inicia con un cambio cultural, se trate de una gran corporación o de una Pyme.
5. Identificar el talento y seguir una hoja de ruta:
Las organizaciones deben dedicarse a encontrar en el mercado o identificar internamente los talentos más calificados, e implementar políticas que les ayuden a enriquecer a los equipos de trabajo con sus conocimientos. Esto es particularmente importante en una década (2020-2030) en la cual la demanda de profesionales de TI certificados y actualizados se multiplicará por 10.
En resumen, el proceso de transformación digital puede ser muy provechoso para cualquier tipo de empresa, sin importar sus dimensiones y siempre que sus líderes tengan claro que el punto de partida es entender los procesos de la organización, su realidad y sus necesidades. Si una compañía no está consciente de ello ni de cuál es la visión corporativa, correrá el riesgo de perder tiempo y capital contratando recursos, pagando por acciones digitales o tecnologías sin un fin claro y le costará más obtener resultados. Su camino hacia la madurez digital será más largo.