La Agenda Digital elevó el tema de las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TICs) a la categoría de política de Estado. Por años, esta materia era parte de los discursos y giras internacionales, pero ahora contamos con un documento que clarifica su importancia estratégica para el desarrollo del país y fija, con ese objetivo, un marco en el cual caben todas las iniciativas planteadas y por plantear.
En un país donde las desconfianzas y pre-juicios abundan, el que un equipo de representantes públicos y privados trabajen llegando a un documento de consenso de carácter nacional es un gran avance. Como siempre planteamos en ACTI, la única manera de avanzar hacia el desarrollo es jugando como un sólo equipo en un campeonato tan competitivo como la economía global.
Con el lanzamiento de la Agenda Digital, el pasado 17 de Marzo en La Moneda, se cerró sólo la primera parte de la tarea. Ahora viene una etapa aún más compleja, como lo es mantener la urgencia y la convicción para llevarla adelante.
El sector privado tiene puestas sus esperanzas en este esfuerzo. De hecho, fueron más de 170 personas las que colaboraron en ella. Ahora, le corresponde al Grupo de Acción Digital la nueva responsabilidad de dar seguimiento a las iniciativas y monitorear pública y periódicamente el cumplimiento de las metas. La permanencia de este grupo es un hecho casi tan importante como la agenda misma, dada la mala costumbre de tantas comisiones que realizan anuncios y promesas que nunca son evaluadas y menos fiscalizadas.
El desafío que se plantea es grande y no es otro que la sociedad en su conjunto haga suya esta agenda. Al final todo se resume en que miles de grandes, medianas y pequeñas empresas, servicios públicos, escuelas y bibliotecas y organizaciones de la sociedad civil, empiecen a usar cada día más intensamente las nuevas tecnologías de información en sus labores cotidianas, no porque lo diga un libro, sino porque se convencieron de la importancia estratégica de las TIC para mejorar su eficiencia, aumentar sus oportunidades y mejorar su calidad de vida.
La meta es quitarle el tema tecnológico a los expertos y ponerlo en las manos de todos los ciudadanos. Debemos conectar a nuestro país y su gente, reformular la educación, la forma en que el gobierno responde a sus ciudadanos, cómo las empresas chilenas compiten internacio-nalmente y cómo creamos una industria TIC de clase mundial desde Chile.
En todo caso, esta agenda no va a pasar de ser un esfuerzo marginal mientras la Sofofa y el Ministerio de Hacienda no la integren a la agenda Pro-Crecimiento II, entendiendo que la agenda digital no es un fin en sí mismo, ya que sólo se justifica en la medida que contribuya decididamente al desarrollo nacional.
El consenso logrado en este trabajo mancomunado debe rendir frutos y continuar en el tiempo. Es por eso que seguiremos colaborando a fondo para que este esfuerzo no se pierda y seremos los centinelas de sus compromisos.
Esperamos que a las próximas elecciones presidenciales, fecha en que se sitúan parte de las primeras metas, lleguemos con el trabajo cumplido. El norte es alcanzar el Bicentenario con un Chile digital, en el que el ciudadano común no esté aislado por una nueva brecha.
Invito a todas las empresas tecnológicas a redoblar sus esfuerzos y a continuar participando desde su asociación para concretar la segunda parte de nuestro compromiso, para que la Agenda Digital no se quede en el papel y beneficie a todos los chilenos..
Abril de 2004
