Premiando el trabajo que venimos realizando desde hace varios años como asociación, el Plan Chile Compite del Ministerio de Hacienda marcó un gran avance hacia el desarrollo del país. Ya lo había anunciado la Presidenta Michelle Bachelet en su discurso del 21 de Mayo, al declarar la innovación y el emprendimiento como uno de los cuatro pilares estratégicos de su Gobierno, objetivo que comenzó a concretarse con las 15 medidas lanzadas por Andrés Velasco.
Tres iniciativas de Chile Compite pretenden impulsar el desarrollo de la tecnología: dar institucionalidad a la innovación, subsidiar la inversión privada y rebajar el impuesto al software.
Hasta ahora, ninguna instancia había atendido tan directamente los planteamientos del gremio tecnológico. La investigación y el desarrollo, además de la innovación -la trilogía I+D+i-, son centrales para que Chile salga del subdesarrollo y se convierta en un país del primer mundo. Por ello era esencial dar institucionalidad a la innovación, creando el Fondo y el Consejo Nacional de la Innovación, proyecto que recibió carácter de urgencia simple en el Congreso el mismo día en que se lanzó el plan.
El Estado es el mayor impulsor de I+D+i en el país, responsable de cerca del 70% de las inversiones en esta área. La lógica apunta a que el sector privado debería ser el principal motor de la innovación, pero sólo destina el 2% de su capital a la tec-nología. Por eso es tan importante el anuncio que define un incentivo directo de un 35% para que las empresas inviertan en I+D+i, lo que constituye una validación a las propuestas de ACTI y del Foro de Innovación, pues hace tiempo pedíamos al Gobierno un estímulo para aumentar la participación privada y hacer más competitivas a las empresas locales.
La rebaja del impuesto al software, aunque es un avance para la industria tecnológica, constituye un tremendo desafío para los próximos años. Cuesta entender que en un país como el nuestro, con una economía abierta al libre comercio internacional y una Agenda Digital cuyos alcances crecen día a día, exista un impuesto frenando el desarrollo de la industria local y la exportación de servicios tecnológicos, al encarecer artificialmente el valor del software importado. Emparejar ese arancel, que llegaba en promedio al 20% o 30% del precio de los servicios importados, y situarlo en un 15% nos parece un avance significativo, aunque insuficiente. Con menor timidez habría que llevar definitivamente este impuesto a cero.
Chile necesita desarrollar tecnología para agregar valor a nuestras industrias, basadas en materias primas y recursos no renovables. No podemos fundar el crecimiento del país en que el Estado redistribuya los ingresos que llegan desde los impuestos, sino más bien a partir de la generación de riqueza, la mejora en la calidad de los empleos y en el aumento de la productividad. Y hacia ese sentido debe apuntar la política tributaria. En la minería, por ejemplo, se requieren proyectos tecnológicos que mejoren los procesos mineros y servicios para optimizar la eficiencia del negocio. Un impuesto al software encarece los insumos básicos para producir este tipo de avances, esenciales para que el país se desarrolle.
Impacto en el desarrollo
Al eliminar el impuesto, podremos apalancar la inversión en I+D+i, por-que tendremos toda la gama de alternativas para potenciar el desarrollo y la integración local, reduciendo los costos que tendrán esos productos una vez realizados. No se trata de una gran pérdida para el Estado, ya que el monto recaudado por este im-puesto no supera los US$50 millones. A cambio, lograremos un avance económico importante, con beneficios a largo plazo. El desafío es no pensar hoy en el efecto de esta medida sobre la recaudación, sino en el impacto que tendrá a futuro en el desarrollo definitivo de Chile.
Los primeros resultados de la rebaja al impuesto ya están saliendo a la luz. Según las proyecciones de IDC, en los próximos cuatro años la industria tecnológica de software crecerá 9,7%, lo que tendrá un significativo impacto en los empleos que genera el sector y en la productividad del país. Basándonos en esto, una reducción a cero del impuesto al software básico o la licencia de un producto comercial impulsará decisivamente el sector de las TI, dando al país una ventaja definitiva en su camino al desarrollo.
Septiembre de 2006