Para lograr un país con mayor productividad y, por ende, más competitivo es fundamental reencauzar lo que estamos haciendo en materia de apoyo y oferta a las empresas para el uso de las TICs. Hay un piso que está logrado: tecnología y comunicaciones accesibles, a costos razonables. Se les ha dado sentido de utilidad al hacer más eficiente al Estado, proveyendo servicios en línea como el pago de impuestos vía Internet, la Factura Electrónica, ChileCompra, la Boleta Electrónica y los trámites en línea, desarrollos que motivan a las empresas a emplear tecnología donde antes no lo hacían. Pero, esto no basta, pues el uso que las empresas dan a las tecnologías, sobre todo las Pymes, no les está permitiendo avanzar al ritmo necesario para mantenerse competitivas.
Entre las razones se cuentan:
• La falta de visión de uso de las TICs y de la innovación que éstas implican para las empresas: Los emprendedores no planifican a largo plazo y no tienen claro lo que una competencia innovadora, desde cualquier punto del planeta, puede afectar a su negocio, dejándolos fuera del mercado.
• La mal llamada subsistencia: La hemos repetido en muchas ocasiones como justificación del retraso, donde los pequeños empresarios optan por invertir en la subsistencia de su negocio, en vez de poner sus recursos en el uso de computadores y software de gestión, para manejar lo que hoy hace de la mano de un contador, la secretaria y su propio esfuerzo.• La oferta poco clara: Ya se ha explicado en varias ocasiones las múltiples opciones que existen, sobre todo de parte de los potenciales proveedores de tecnologías, pero no hemos logrado mostrar el beneficio particular que pueden obtener con el uso creativo de las TICs. Hay una historia de proyectos que no han logrado los frutos prometidos, que atenta contra esta situación.
Por otra parte, una gran cantidad de medianas y grandes empresas tampoco han realizado iniciativas innovadoras con las TICs, porque hasta el momento no han descubierto las mejoras que podrían lograr en sus negocios.
Entonces, se requiere reformular la oferta, haciendo una apuesta directa a mejorar la gestión y los procesos de las empresas, con énfasis en la competitividad y los clientes, y no en la tecnología que hay detrás.
Las pequeñas y medianas empresas debieran ser capaces de apreciar que se trata de una buena inversión, por la serie de retornos y beneficios que se logran, y con ello la disposición a asumir sus costos financieros, debiera aparecer automáticamen-te. Algunas compañías están enfrentando con decisión este desafío, pero aún queda un esfuerzo importante por hacer.
Hay más de 120 mil Pymes en el país, que logran ventas entre $3,4 y $144 millones al mes, a las que debemos agregar 570 mil microempresas. Hay un potencial de inversión muy amplio y su aporte a la competitividad del país será relevante, sobre todo si miramos el nivel actual de penetración de las TI: el 68% de las Pymes tiene un computador y el 51% está conectada a Internet.
No debemos quedarnos sólo en la presentación de tecnologías. Lo que se necesitan son buenas ofertas en ámbitos tan simples y básicos para toda empresa como la gestión, la productividad y la competitividad, pero ojo… con soluciones concretas.
Marzo de 2005
