Como una plataforma para potenciar el emprendimiento y la innovación, se define InnovaChile de Corfo, entidad que apoya a las empresas en sus prácticas innovadoras. Para esto, ha conformado una red compuesta por más de 20 incubadoras empresariales, nodos tecnológicos, patrocinadores de capitales semillas y consorcios tecnológicos, entre otras instancias y 21 líneas de apoyo. Su trabajo, que se desarrolla en el marco de la política de innovación impulsada por la Presidenta Michelle Bachelet y propuesta por el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC), este año contará con un 30% más de presupuesto para el financiamiento de diferentes proyectos, que en el 2007 ya ascendieron a 950 a través de sus diversas líneas de apoyo.
¿Cuál es el impacto de la innovación a nivel de desarrollo económico?
Se trata de un impacto significativo y en alza para la economía del país. Durante décadas nos situamos con un modelo de crecimiento basado en la explotación y el desarrollo de ventajas comparativas de carácter estático, por ejemplo, tener una dotación favorable de recursos humanos en ciertas áreas y costos relativamente bajos en aspectos como mano de obra, energía y otros insumos. Sin embargo, las condiciones están cambiando fuertemente porque, gracias a nuestro desempeño, somos un país mucho más desarrollado. Por lo tanto, nuestra fuente competitiva no puede seguir basándose en los precios bajos de los recursos productivos, porque muchos países tienen costos más competitivos.
Por otro lado, ya no enfrentamos un escenario de energía o mano de obra barata y de tipo de cambio favorable, entonces es requisito buscar una nueva fuente para mantener nuestra competitividad. Y ésta radica en la innovación: cómo desarrollar de mejor manera el proceso productivo y posicionarse a partir de la diferenciación de productos o segmentación de mercado. El país debiera encontrar una componente muy importante de su crecimiento a futuro en esta fuente.
En concreto, ¿cómo se observan las iniciativas emprendedoras locales?
Hay muchas, pero debemos concretar bastantes más si queremos enfrentar el desafío que tenemos. Por ejemplo, InnovaChile ha pasado de un universo de 800 empresas (usuarias directas), hace tres o cuatro años, a cerca de 3.500 hoy. Eso demuestra que las compañías que se atreven a innovar y que buscan apoyo, efectivamente son un conjunto que en Chile crece, pero que debe ser mucho mayor.
Aunque la tendencia es positiva, el esfuerzo que hay en Chile en esta materia (inversión en I+D) todavía es bajo en relación al PIB. Además, se observa una reducida intensidad innovadora en nuestras estrategias de negocios.
Cabe destacar que es un paso muy importante que el país tenga una visión compartida (pública, privada y académica) de la innovación como un pilar del desarrollo. En general, aquéllos que han logrado dar un salto en su competitividad han incorporado este tema como un factor central de su dinámica económica y construido una visión compartida al respecto. Por ejemplo Irlanda, Singapur, Finlandia, Suecia, Nueva Zelanda y Australia.
¿Cómo se ha dado el rol de las políticas públicas?
Ha habido un tremendo esfuerzo institucional en los últimos años por generar un ‘paraguas país’ en materia de innovación. Hay una estrategia nacional, que ha sido labor del CNIC desde el 2006, la que es absolutamente inclusiva del sector público, privado y académico, por tanto no está condicionada al gobierno de turno o a miradas sectoriales. Esta ha permitido desplegar una ‘batería’ de instrumentos inédita en Chile. InnovaChile, por ejemplo, posee 21 líneas de apoyo.
Particularmente en el área TIC, ¿qué apoyo ofrece InnovaChile?
InnovaChile, además de sus cuatro áreas de negocio, posee divisiones sectoriales principalmente asociadas a clusters de desarrollo. Una de éstas es el Area de Tecnologías de Información y Comunicaciones, que se encarga de dirigir los proyectos del ámbito hacia las líneas de financiamiento que correspondan.
Este año, por ejemplo, tenemos varias convocatorias asociadas a los clusters que se han identificado a través del CNIC y esperamos que una parte importante de estos proyectos se relacione con aplicaciones de TIC, que son transversales a distintos sectores.
Asimismo, tenemos en este momento un concurso abierto orientado a promover la digitalización de las Pymes en Chile, a fin de optimizar sus procesos productivos y gestión a partir del uso de herramientas TI adecuadas a su realidad, es decir, que no requieran altos costos de capacitación e instalación, pero que sean muy efectivas para el negocio.
En este mismo ámbito, ¿qué proyectos subvencionados por InnovaChile destacan?
Hay muchos proyectos TI que han sido apoyados por Innova; misiones, pasantías y consorcios, entre otros. Un proyecto representativo es el de Sata Eirl, Pyme que a partir de un capital semilla desarrolló un tablero de protección y control para el riego tecnificado, que impacta fuertemente en la productividad y costos de la empresa, siendo también estratégico porque incluye el concepto de uso eficiente de energía. Otro proyecto que resalta es Tutelkan, que apoya la certificación de calidad de compañías de software, generando un estándar para la oferta TIC. Finalmente, sobresale YX Wireless, que recibió financiamiento para el desarrollo de un celular con todos los usos que antes eran de exclusivo patrimonio de la telefonía fija, incluso con señal de Internet con velocidades de conexión que aún no existían. El apoyo inicial de Inversionistas Angeles y el aporte de InnovaChile permitieron que esta empresa hoy esté presente en los mercados de México, Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia.
Nuestra expectativa es seguir apoyando crecientemente a compañías y consorcios, tanto para generar nuevos productos, como para incorporar TI en los clusters productivos y mejorar las condiciones de la oferta de la industria TIC.
En las recomendaciones en innovación del CNIC, ¿qué carencias y desafíos se plantean?
Primero, que nuestro esfuerzo a nivel de gasto privado para investigación, desarrollo e innovación sigue siendo muy bajo versus países más desarrollados, que destinan cerca de un 2,5% del PIB, prioritariamente capitales privados. Chile, en cambio, muestra sólo un 0,7%, que corresponde mayoritariamente a gasto público. El desafío es incrementar el esfuerzo privado. Para eso, se aprobó la ley de fomento al subsidio para I+D, que otorga un crédito tributario de 35% a la inversión en este ítem por parte de las compañías con universidades y centros de investigación. Asimismo, estamos focalizando más recursos públicos de manera de ampliar las oportunidades para proyectos de innovación empresarial. Específicamente, este año elevamos un 30% nuestro presupuesto, llegando a $47.772.000 millones y, adicionalmente, tenemos fondos de innovación regionales.
Junto con iniciativas como las incubadoras y el capital semilla, fortaleceremos las redes de Inversionistas Angeles, que en muchos países constituyen una fuerza privada importante para promover la innovación, e iniciaremos a nivel piloto una línea de trabajo con emprendimientos corporativos, fomentando los spin-off.
Otra carencia detectada es la falta de horizonte para proyectos de mayor envergadura. El país tiene que ser capaz, a través de los instrumentos disponibles, de acompañar esfuerzos de ‘largo aliento’ orientados a construir ventajas competitivas en los clusters que se han determinado como prioritarios. Se trata de apuestas de largo plazo con proyectos que tienen ciertos ciclos y períodos de maduración. Esta es una tarea que estamos abordando en conjunto con el Ministerio de Economía, Conicyt y el CNIC.
Una tercera debilidad observada está asociada al patentamiento. Para apoyar este punto, un incentivo es mejorar la garantía de apropiabilidad de la innovación, a través de mecanismos efectivos de protección de la propiedad intelectual e industrial. Además, estamos potenciando los esfuerzos de patentamiento de las empresas que están innovando, por intermedio de una línea específica de apoyo.