El OpenSource llegó para quedarse y muchas veces se ha posicionado de forma dominante en el mercado, tanto en el uso personal como empresarial, y esto es porque tiene fortalezas que sólo se pueden lograr con este modelo. Cuando miles de ojos están sobre el código fuente de una aplicación, y aquellos que la administran escuchan los comentarios de la comunidad, se crea un círculo virtuoso en el que la comunidad aporta con correcciones y mejoras al software y, por otra parte, el software se ajusta mucho mejor a las necesidades para las que fue diseñado. En un proyecto OpenSource muchas veces las fallas son detectadas y corregidas más fácil y rápidamente que en un software de código cerrado, donde la velocidad de reacción dependerá mucho de los recursos internos que tenga el creador y las prioridades que se impongan.
Otra ventaja del software OpenSource es que si no se adecúa al cien por ciento de las necesidades, se puede personalizar y adaptar a los requerimientos específicos de alguien, sacando proyectos derivados, los cuales pueden tener razones de existir tan variadas como implementar una funcionalidad que los creadores originales no aprueben o simplemente porque los artífices del proyecto ya no dan soporte a su software. Con esto, el ciclo de vida de estas aplicaciones es mucho más extenso que el de herramientas cerradas, ya que las buenas aplicaciones suelen tener una gran cantidad de entusiastas dispuestos a colaborar con su grano de arena en pos del proyecto. Finalmente la unión hace la fuerza.
