Entre los puntos clave que han impulsado este avance, se cuentan: 1) la necesidad de continuar con la atención de pacientes en circunstancias nuevas, 2) los pacientes más disponibles a la adopción de estos métodos, somos más vulnerables a tomar clases online, comprar online, reunirnos online y, por lo tanto, la salud no escapa a esta situación y esto rompe un primer paradigma y, 3) tecnologías más seguras, eficientes, eficaces, adoptables y comprensibles.
Continuando con la ruptura de paradigmas, un segundo paradigma (el primero se refiere a pacientes más dispuestos a la adopción tecnológica en salud) se trata de cómo hacer la convergencia de la transformación digital, la confidencialidad y, por supuesto, el acceso a estos datos de forma segura, ya sea tanto por parte de los pacientes como de los profesionales de la salud. Por suerte, tenemos un avance de experiencias internacionales en esta materia y la primera medida es utilizar estándares, ya que permiten garantizar el tipo de información y formato en que se envían los datos. Sumando a esto protocolos de seguridad también conocidos y estándares, podemos estar tranquilos con una adopción segura de tecnología y la gestión de los datos.
Tenemos una perspectiva de paciente que es darle seguridad en la gestión de su información, garantizar que su decisión de compartirla sea respetada y eso lo podemos lograr a través de una correcta gestión digital de consentimientos que permite dar autorización al acceso a estas informaciones. La ciberseguridad es clave en este proceso, es un habilitante de adopción, pero también de crecimiento para la innovación e inclusión de nuevas tecnologías.
Un tercer paradigma tiene relación con los datos y compartirlos. Interoperar no es materia de discusión, debemos hacerlo; pero seguramente al interoperar nos encontraremos con una línea de base de información (datos), debemos trabajar con esta data, mejorarla y normalizarla; ese es el combustible para avanzar. Tener datos es muy bueno y logramos un buen avance en esto, pero es necesario adquirir las capacidades de hacerlos más sanos para que con ellos podamos tomar mejores decisiones.
Sin duda, si tenemos un aumento de la digitalización/adopción de tecnologías, veremos un incremento de la interoperabilidad y mayor será nuestra capacidad de toma de decisiones y gestión de la salud.
Un cuarto paradigma llega con la innovación e inclusión de nuevas tecnologías en salud. Es un hecho que está “ad portas”; debemos hacerlo de manera segura y para ello necesitamos construir un ecosistema para la innovación basada en nuevas tendencias tecnológicas, como Inteligencia Artificial (IA) y Machine Learning (ML), etc. Se requiere apoyo y un plan para avanzar en pilotos, pruebas de concepto, acuerdos institucionales que permitan procesos ágiles y, lo más importante, si funciona que se mantenga en el tiempo para que realmente pueda escalar y agregar valor.
Una Estrategia Nacional de Salud Digital
Todo lo anterior es materia de trabajo constante en la Mesa de Salud de ACTI. Somos un grupo conformado por unas 30 empresas, motivadas y dedicadas a avanzar en la inclusión de tecnologías en salud, dado el contexto anterior de este buen “momentum” para acelerar este proceso.
Desde nuestro punto de vista, este escenario necesita imperiosamente de dos condiciones fundamentales: 1) una Estrategia Nacional de Salud Digital con el paciente en el centro, institucionalidad, financiamiento y regulaciones acorde a las necesidades, definición y adopción de estándares en información de salud, colaboración e innovación, capital humano calificado tanto en lo ejecutivo como en lo técnico, y comprender que esto es algo que se debe mantener en el tiempo para obtener los resultados deseados; 2) avanzar en la inclusión de nuevas tecnologías como IA, ML, analítica avanzada y 5G, que son ejemplos claves en nuestro contexto actual. Esto es imperioso ya que estamos en la era de los datos y nos permitirá tomar decisiones de valor que mejoran nuestra salud y nuestro sistema de salud, por ejemplo, haciéndolo más preventivo y permitiendo a los gestores tomar decisiones informadas en línea con el fin de brindar una mejor atención a todos.
Las preguntas que surgen siempre son: ¿cómo hacer esto?, ¿cómo ejecutarlo? Desde nuestra posición estamos realizando un trabajo participativo y colaborativo, hacer cosas a “puertas cerradas” ya vimos que no funciona, es por esto que estamos con una iniciativa abierta de “Lineamientos para una Estrategia de Salud Digital”, en la cual ya hemos realizado dos conversatorios con un tremendo éxito. En estos eventos escuchamos a expertos en distintas materias y de experiencia variada para nutrir nuestro conocimiento y a esto le sumamos un conjunto de grupos de trabajo que generarán un posicionamiento con respecto a lo necesario en una estrategia de salud digital para el país. Hoy somos más de 100 personas en 6 grupos de trabajo, donde abordamos salud conectada e interoperabilidad, innovación y nuevas tecnologías, ciberseguridad, el paciente en el centro, sistema de información en salud, e infraestructura, entre otros.
En junio, y en conjunto con una tercera instancia de discusión, estaremos preparados para compartir con quien lo requiera este consenso basado en los pilares fundamentales de la salud digital, que ha sido construido en base a experiencias reales de profesionales comprometidos con el desarrollo de la salud digital en Chile.
El paciente al centro
La adopción tecnológica en salud tiene que ser una política de Estado, con una institucionalidad propia y con una visión de largo plazo en la cual el paciente esté en el centro, y lo que busquemos es el resguardo de esta información por medio de una seguridad adecuada. Estamos en un momento clave para acelerar esta transformación digital.
Nuestro enfoque, como Mesa de Salud de ACTI, es consensuar cómo avanzar en salud digital desde una perspectiva de crecer desde el estado de madurez actual a uno superior, entendiendo que tenemos un avance que debemos aprovechar y seguramente mejorar e incrementar.
Estamos seguros de que esto generará beneficios para los pacientes y profesionales del sector, en donde la clave está en garantizar una salud virtual con mayores beneficios para los pacientes, que evite a un cierto grupo de personas exponerse -en este contexto- a una atención presencial, así como a los traslados innecesarios y pérdida de tiempo en las salas de espera. Una atención que siga siendo cercana y precisa en cuanto al diagnóstico, sobre todo porque lo vivido el año pasado rompió un paradigma en cuanto a la adopción tecnológica de los pacientes y, sin duda, esto hay que aprovecharlo para el buen desarrollo de este sector.
Esta columna es gentileza del Grupo de Salud de ACTI.