En 1960, habría sido imposible adivinar la nueva tendencia tecnológica que tomaría mucha más fuerza con el paso del tiempo. En ese momento, cuando se conectaron los primeros nodos de Arpanet, la precursora del Internet, muchas personas fueron incrédulas al ver cómo el primer prototipo de un sistema que hacía posible que varios computadores se comunicaran en una sola red, sería la semilla de lo que en 1994 Al Gore describiría famosamente como una “superautopista de la información”.
Irónicamente, durante las primeras décadas, el concepto de Internet era la mitad de un proyecto de investigación y la otra mitad, una curiosidad del mundo geek sin claras perspectivas comerciales. Pero a pesar de sus humildes comienzos, surgió toda una industria que reconstruyó este concepto a su imagen y semejanza, cambiando el mundo para siempre.
Proveedores como Comcast y Verizon, creadores de contenido como Netflix y Hulu, por no hablar de gigantes como Google y Amazon, expandieron sus centros de datos y su infraestructura de red por la alta demanda que presentaban y, durante el proceso, transformaron con millones de dólares en inversión el andamiaje de la red. Hoy, Internet es considerada una red de redes, más rápida y compleja y, sobre todo, más importante de lo que soñaron sus creadores.
En apenas algo más de medio siglo, gran parte de la humanidad ha llegado a depender casi por completo de Internet, al punto de que las actividades que hace tan solo unos años eran rituales analógicos -ir al banco, comprar en el supermercado, ver una película el día de su estreno- ahora pueden realizarse en línea, a cualquier hora y desde cualquier lugar.
En todo ámbito
Internet está desde hace varios años embebida por defecto en nuestras vidas personales y profesionales. No existe una esfera en la vida moderna que no pueda ser impactada por el auge de la red. Y en ese proceso, Internet ha producido más riqueza de la que muchos podemos imaginar. En la actualidad, se estima que aporta entre el 3,4% y el 3,9% al PIB de naciones como EEUU, Reino Unido y Canadá. Por otro lado, desarrollos como el Blockchain y las criptomonedas tienen potencial, ya que, según sus promotores, debemos cambiar la manera en que se entiende el dinero.
Todo esto ocurre porque Internet conecta mucho más que computadores. Puede servir para trabajar, enseñar y aprender, entretenerse, para conocer gente nueva y, en las manos adecuadas, para cambiar el mundo.
La transformación digital y el uso de la nube en todas sus formas, a nivel personal y corporativo, comenzó mucho antes de que apareciera el Covid-19, pero no cabe duda de que se trata de un fenómeno que se agudizó con la pandemia y la cuarentena. Enfrentados a permanecer encerrados en casa, esta herramienta tecnológica se convirtió, para millones, en un estándar de vida; videollamadas, que eran una forma conveniente pero no siempre preferida de interactuar con otros desde la distancia, se volvieron súbitamente en parte obligada de nuestro día a día.
Por supuesto, el desarrollo de Internet, además de un sinnúmero de oportunidades, ha traído desafíos y amenazas que antes no existían, y sobre los cuales vamos aprendiendo todos los días. Al día de hoy la protección de la información, de la privacidad, la lucha contra la discriminación, el discurso del odio, las noticias falsas, los episodios de cibercrimen y, también, el ciberterrorismo, son noticias todos los días. Y están aquí para quedarse.
Ciberseguridad, recurso clave en la era de Internet
Hacer posible de una manera segura y sencilla todo el intercambio de información en el mundo digital es la misión de la industria de la ciberseguridad. La lucha constante para evitar los ataques y fugas de información, que ha proliferado a través del uso del Internet, sigue siendo una prioridad hoy para empresas, gobiernos y personas. El mundo digital ofrece un sinnúmero de ventajas y oportunidades que no deben ser opacadas por los riesgos que suponen al implementarlas; al contrario, la ciberseguridad constituye un aliado para desarrollar su máximo potencial, no solo a través de la tecnología, sino mediante la educación y la creación de mejores prácticas y políticas que refuercen los diferentes frentes en contra del cibercrimen.
A continuación, algunas consideraciones y retos propuestos desde Trend Micro, especialista mundial en seguridad en la nube, para abordar de forma segura el mundo digital en especial para las empresas.
– Primero: Lo primero es encontrar de manera precisa el punto clave entre la seguridad, la agilidad del negocio y la optimización de los recursos. En tiempos de pandemia y de cambios económicos, se debe tener una aproximación moderna hacia ciberseguridad para estar seguros de direccionar las inversiones hacia el camino correcto y prioritario, de manera que se evidencie el valor que aporta la seguridad protegiendo los activos de las compañías frente a ataques y brechas que pueden suponer pérdidas millonarias y de reputación, reto importante no solo para quienes lideran este tema en las organizaciones, sino para las juntas directivas.
– Segundo: Se debe pensar en cómo se protege al usuario de hoy facilitando además su trabajo. Con muchos empleados teletrabajando de manera permanente, la protección de la información se ha complejizado, sin que esto deba significar proceso complejos o desgastantes para los usuarios. La experiencia de seguridad para el empleado debe ser transparente.
– Tercero: Las compañías deberán incorporar nuevas tecnologías de manera segura como cloud, DevOps, SaaS, IaaS, PaaS, etc., con el fin de mejorar su rendimiento, disminuir costos y elevar la productividad. Pero, hay que tener en cuenta que la seguridad debería ser una parte fundamental desde el inicio de su concepción, de esta manera evitamos cambios y ajustes innecesarios más adelante en el proceso, lo que puede resultar en sobrecostos, bajas en los servicios y retrasos para la compañía y sus clientes.
Finalmente, el uso seguro de Internet debe verse como el habilitador de múltiples oportunidades para la humanidad, una herramienta que cambió la historia y que permite, hoy más que nunca, reafirmar el espíritu colaborativo que debe primar en las sociedades.