Jaime Soto.
La tendencia “Internet of Things” (IoT) o Internet de las Cosas está cobrando importancia y una participación cada vez mayor en todo ámbito a nivel mundial, y durante el último año también lo ha estado haciendo en Chile. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de IoT? De acuerdo con una definición de IDC, la analista internacional de mercado, se trata de “una red de cosas únicas e identificables que se comunican sin intervención humana utilizando conectividad IP”.
Esto significa que hablamos de un ecosistema de artefactos que se comunican en la Tercera Plataforma, sin necesidad de que participen directamente personas para hacerlo, con el objetivo de aumentar la eficiencia y comunicación entre diferentes puntos, mejorando así sus funcionalidades, a la vez que disminuyen los costos de producción, y aumenta la seguridad, medición y análisis de datos a distancia y en tiempo real.
En base a esto, podemos afirmar que cualquier cosa puede formar parte de la red IoT y hoy ya existen muchos dispositivos y utensilios que lo hacen.
De acuerdo con cifras de IDC, la base instalada de IoT, es decir, la cantidad de “cosas” conectadas, a nivel mundial se triplicará en solo 7 años, pasando de los 9,9 billones existentes en 2013, a 30 billones en 2020, lo que representa una tasa promedio compuesta anual de crecimiento exponencial del 19,2%. Esto ciertamente sienta las bases para que pueda incluso sobrepasar a otras tecnologías.
IoT, día a día
En aspectos cotidianos, los hogares que cuentan con luces, cafeteras, microondas o cocinas que se encienden a distancia, desde donde además pueden ser monitoreadas, son parte de la renombrada Internet de las Cosas. Un nuevo reto que conectará billones de objetos que previamente se encontraban desconectados.
Y como uno de los mayores deseos con su auge es poder tener el control del hogar cuando se está lejos, con la ayuda de sensores avanzados, las personas pueden automatizar el encendido y apagado de la luz en habitaciones y recibir alertas cuando hay movimiento en lugares determinados de la casa, generalmente asociadas a una aplicación en su dispositivo móvil que posibilita la gestión en tiempo real de lo que sucede en el hogar.
IoT, además, puede llegar a ser muy útil para que las ciudades mejoren la movilidad. Se pueden instalar cámaras de tránsito inteligentes que realicen un conteo de cuántos autos transitan por determinadas calles, por ejemplo, haciendo posible descongestionar en forma eficiente y remota los atochamientos propios de ciudades grandes. A su vez, existen semáforos inteligentes que cuentan con sistemas de reporte, para que las autoridades puedan controlar cuándo un vehículo se pasa una luz roja. Así, esta tendencia se convierte en un componente base para la existencia de Smart Cities y Smart Industries.
Otro de sus beneficios es que permite a las ciudades mejorar la calidad de los servicios que ofrecen a los ciudadanos, particularmente en términos de seguridad, por lo que la instalación de cámaras en las calles, a través de avanzadas plataformas para reducir considerablemente los delitos, comienza a integrar de forma tradicional algunas ciudades, generando así lugares más conectados e inteligentes, que a su vez respondan a una discusión que en estos tiempos cobra cada día mayor importancia: la sustentabilidad y disminución de la contaminación. Esto se traduce, entre otras cosas, en encontrar siempre una forma para gastar menos energía y cuidar el medioambiente en los diferentes procesos realizados.
Oportunidades para empresas
Esta tendencia no aplica solo a personas en su vida cotidiana, sino que se convierte también en un factor determinante para las empresas, las que deben comprender que se trata de un cambio que ya comenzó y que, si se suman, resultará beneficioso para su negocio y para cada industria a la que pertenecen.
A pesar de lo que se pueda pensar, esto no significa un cambio radical o una gran inversión en todo el sistema interconectado existente, sino más bien que las industrias ocupen la tecnología ya existente y se atrevan a invertir en adaptarla a sus propias necesidades.
IoT crea un ecosistema que posibilita a las organizaciones reinventar la forma en la que se relacionan con sus clientes, proveedores, usuarios finales y otros interesados; en cómo funcionan sus procesos industriales y sus tiempos, además de ofrecer información en vivo que permitirá a la empresa irrumpir en el mercado con nuevos productos y/o servicios.
Esto permite, entre otras aplicaciones, una atención y monitoreo remoto, de modo de medir comportamientos y respuestas mucho más rápidas a situaciones de emergencia; prevención en el manejo de equipamiento, con mejoras en la funcionalidad e independencia de máquinas antes de que surja una falla; cadenas de suministro que entregan información en tiempo real de la oferta, demanda y envío a los clientes; y, en general, automatización y gestión de todos los activos a lo largo de su ciclo de vida.
Desafíos de IoT
Ya sea que la utilicen personas o empresas, significa de todos modos un proceso en el que se debe invertir tiempo y dedicación para acostumbrarse al sinnúmero de funcionalidades que trae, las que, en toda ocasión, requieren de contrapartes igualmente involucradas, además de las vías de adaptación para que cada unidad o persona pueda dar un buen uso a los datos y a la rapidez que permite esta tendencia.
En este sentido, las empresas en particular necesitan gestionar la complejidad del desarrollo escalable de los sistemas interconectados, tanto virtuales como humanos. Porque la diversidad de miles de tipos de sensores y sus funciones, sumada a la interoperabilidad de diferentes protocolos de comunicación, como hardware, software, middleware y sistemas empresariales, además de los flujos de información y la configuración inteligente de la privacidad y seguridad, pueden resultar un poco abrumadores en principio.
En menor escala, las personas en su vida cotidiana también verán un proceso de adaptación y en particular de sistematización a la red interconectada, la que por lo menos una vez debe ser configurada de acuerdo a las necesidades con las que fue instalada.
Sin embargo, el factor más determinante será la conexión a Internet. Y es que IoT trata de una red que no solo requiere de hardware conectado, sino que también de que este cuente con un software adecuado, con una conexión inalámbrica acorde y los servicios correspondientes a cada funcionalidad. Todas estas aristas deben estar completamente entrelazadas entre sí, bajo un ecosistema de perfecta interoperabilidad, adaptabilidad, escalabilidad y estándares.
De todos modos, aún faltan conocimientos específicos y adecuados para posibilitar que IoT funcione como se espera, logrando todas las mejoras que se prevean. Para ello es necesario contar con profesionales y el impulso innovador desde una administración que tome como meta el convertirla en una alternativa viable en el corto plazo, con foco en la creatividad y la innovación.
A su vez, y porque esta tendencia es por sobre todo un generador de información de altos volúmenes, no podemos olvidar a big data, cloud y mobility que llegan para trabajar en conjunto en esta plataforma 3.0.