Los desafíos de la computación ambiental

Con la cada vez mayor penetración de Internet de las Cosas (IoT), crecerá la instalación de sensores que capturen datos y los envíen a sistemas que los analicen. Se trata de la computación ambiental, donde el entorno ya no será pasivo, sino que interactuará con nosotros.

Publicado el 31 Ago 2016

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Diego Dujovne.

La computación ambiental integra un conjunto de tecnologías que han ido ganando lugar en nuestro entorno. La evolución de esta disciplina tiende a una relación recíproca con el entorno: por un lado, nos adaptamos a los nuevos contextos y, por otro, el contexto se adapta a nosotros, con la idea de obtener un equilibrio que nos permita maximizar el aprovechamiento de los recursos que nos rodean.

En la vida diaria esto se traduce, en primer lugar, en un contexto sensible, que captura variables relevantes en la definición de un ambiente cómodo, que detecta no solo el estado actual, sino que aprende de nuestro comportamiento y, más aún, mediante este aprendizaje puede predecir el tiempo y lugar de nuestras acciones futuras. Es conocido el ejemplo del termostato que genera una mayor eficiencia en el consumo mediante la colección de datos de distintas fuentes, la fusión de estos a través de un análisis multicriterio y finalmente el control de un dispositivo (aire acondicionado/ calefacción) sectorizado según la localización actual (o futura) de los individuos.

Un mismo idioma

De la misma manera, en un ambiente activo, los usuarios de la computación ambiental experimentan un sistema integrado que facilita la interacción, pero que a la vez puede provocar acciones que mejoren nuestras conductas. Por ejemplo, una silla que detecte que nuestra postura nos afecta, podría adaptarse para proponer una postura más adecuada. O que dependa de la actividad o el estado de ánimo de una persona para generar una configuración determinada.

Pero estas aplicaciones no serían posibles sin un conjunto de tecnologías que proveen de capacidad de comunicación, procesamiento y almacenamiento a los sistemas de computación ambiental. Ya sea en la escala del hogar/ oficina o en la industria, la construcción, los hospitales, las casas de reposo o en órdenes de magnitud mayor como los pueblos y ciudades, se debe disponer de estas tecnologías interactuando de manera armónica y eficiente para proveer estos servicios oportunamente.

Las tecnologías de comunicación para la computación ambiental están dando hoy un paso muy importante hacia la convergencia y la interoperabilidad. Así, un tipo de dispositivo que es fabricado por distintos provee dores, puede ser reemplazado directamente sin afectar el funcionamiento del sistema completo. Esto permite la ampliación de opciones para los usuarios a la hora de adquirir un producto, así como la innovación en nuevos productos, que utilizan el mismo idioma para comunicarse. Más aún, la utilización de estándares abiertos aumenta la competencia reduciendo la barrera de entrada para pequeñas y medianas empresas que tienen como objetivo ingresar al mercado con un producto distinto.

IoT, un soporte fundamental

La entidad que construye la Internet de hoy permitiendo evolucionar y conectar no solo computadores, servidores, laptops y celulares, sino también objetos, es el Internet Engineering Task Force (IETF).

Es allí donde cientos de ingenieros y especialistas debaten, deciden y construyen las reglas que hacen de Internet lo que conocemos hoy, y su impacto es universal: esos estándares definen el comportamiento de todos los dispositivos conectados a Internet. Allí confluyen la academia y la industria de las telecomunicaciones, proponiendo y discutiendo de igual a igual pero con fundamento, las ideas que transforman las herramientas con las que nos comunicamos. Y una de las áreas más dinámicas en la IETF de hoy es la Internet de las Cosas (IoT), soporte fundamental para la computación ambiental.

En conclusión, nos dirigimos a un mundo donde el entorno no será pasivo, sino que interactuará con nosotros. Esto abre un espectro amplio (casi infinito) de posibilidades en el desarrollo de aplicaciones, cuyo éxito estará determinado por la oportunidad (el tiempo y lugar correctos), eficacia (tanto en términos de interfaz como de consumo y durabilidad) y el impacto en los distintos mercados. Y esto último solo será posible si se basan en estándares que permitan construir sistemas a partir de distintos fabricantes, integrando y permitiendo una dinámica modular en el diseño de soluciones.

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Redacción

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