La problemática asociada a los residuos de aparatos electrónicos se ha agravado en estos últimos años. Enormes volúmenes de residuos tecnológicos, algunos reciclables y de valor económico y otros altamente tóxicos, están siendo depositados en diversos lugares del planeta. Investigadores europeos calcularon que el volumen de residuos electrónicos está aumentando entre 3% a 5% por año, casi tres veces más que cualquier otro deshecho.
La problemática asociada a los residuos de aparatos electrónicos se ha agravado en estos últimos años. Enormes volúmenes de residuos tecnológicos, algunos reciclables y de valor económico y otros altamente tóxicos, están siendo depositados en diversos lugares del planeta. Investigadores europeos calcularon que el volumen de residuos electrónicos está aumentando entre 3% a 5% por año, casi tres veces más que cualquier otro deshecho.
Es motivo de preocupación social que algunos residuos al contener tóxicos pueden constituir un peligro para la salud de las personas cuando alcanzan una determinada concentración en el cuerpo. Componentes como el berilio, cadmio, plomo, el carbón negro de los tóners de las impresoras láser y otros materiales son considerados como altamente peligrosos si no son manejados adecuadamente.
Gran parte de estos residuos se genera cuando computadoras enteras son de-sechadas prematuramente. El ritmo del cambio tecnológico requiere, es cierto, una constante actualización de los chips de computadores, pero muchos de sus otros componentes pueden ser reuti-lizados. Incluso, investigadores suizos sostienen que nuevas tecnologías de reutilización podrían proporcionar una fuente de nuevos empleos en países en desarrollo.
Nuestra tarea
En la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información, un grupo de investigadores hizo llegar un planteamiento con tres acciones claves para reducir los impactos negativos de las TIC:
• Eliminar las pérdidas innecesarias de repuestos de equipos y sistemas TIC.
• Aumentar la vida útil de los equipos TIC.
• Establecer un sistema de puntos locales de recolección e instalaciones centrales de eliminación y reciclado de baterías y componentes electrónicos usados.
Los desafíos
El desafío está planteado para aquéllos que participamos en este ámbito: entidades reguladoras, empresas, particulares, instituciones de estudios, organismos nacionales e internacionales. El tratamiento de los residuos eléctricos y electrónicos es ciertamente un problema, pero también puede constituir una oportunidad de negocios.
En el caso de Estados Unidos, la industria del reciclaje electrónico comprende más de 400 compañías cuyos ingresos superan los US$700 millones y emplean a más de 7.000 personas. Esta industria procesa anualmente 1,5 billones de libras de residuos electrónicos.
En esta materia, el circuito conocido como las 3 R (reducir, reutilizar y reciclar) se impone. Una manera de reutilizar es desarmar equipos, reemplazar las piezas gastadas y restaurarlas para que cumplan las expectativas de un modelo nuevo. También los equipos usados son desarmados, se clasifican las partes aprovechables como repuestos y el material restante se recicla.
No podemos dejar de mencionar el caso de los teléfonos móviles. Estimamos que en Chile existen unos 9 millones de teléfonos móviles en uso, pero desde los ’90 hasta la actualidad más de 13 millones de estos aparatos estarían ya obsoletos. Sus partes reciclables incluyen los accesorios: cargador, manos libres, antena, teclado, transformadores y terminales que están formados por componentes eléctricos, carcasas, baterías y placas de circuitos. En este campo, la experiencia de España puede resultar muy ilustrativa. En el año 2001 lanzaron una campaña de recolección de teléfonos móviles en poblaciones de más de 50 mil, con más de 300 puntos de entrega. Gracias a este proceso, el 95% de los componentes de los teléfonos móviles se recicla actualmente.
Es necesario incentivar y aprobar normas que obliguen a los fabricantes de estos aparatos a desarrollar nuevas tecnologías no tóxicas y que un número creciente de países se haga signatario de la Convención de Basilea.
En ese desafío, los sectores público y privado están llamados, cada uno en su ámbito de acción, a crear las condiciones para el cumplimiento de ese objetivo, que sin excusas es perfectamente posible.
Enero de 2005