Sebastián Galeazza.
No deja de impresionarme la forma en que la movilidad ha cambiado las necesidades de los consumidores y de las empresas. Hasta hace unos cinco o seis años, las personas tenían un equipo distinto para el trabajo y para su hogar, pero hoy en día, la intención de compra está vinculada estrechamente a encontrar máquinas compatibles con el estilo de vida de las personas, más que sus necesidades, lo que nos demanda a los fabricantes nuevos desafíos acerca del camino que debemos seguir. La aparición de dispositivos cada vez más portátiles y la Internet de las Cosas nos enfrentan a un nuevo mundo donde el espacio físico, en el cual llevamos a cabo nuestras actividades diarias, pierde relevancia. En esta nueva dimensión, las tareas y quienes las realizan, toman un papel relevante.
¿Cuándo comenzó este fenómeno? Diría que el inicio de nuestra vida móvil partió con el popular “disquete” y a partir de él se fueron desarrollando variadas tecnologías que fueron cubriendo nuevas demandas en cuanto a capacidad y movilidad; luego pasamos a la era del CD, enseguida al pendrive y posteriormente al disco duro externo, para llegar en el presente a contar con almacenamiento de datos en la nube. Los que estamos en esta industria, desde el inicio fuimos testigos de computadores del tamaño de una sala, teléfonos que se mantenían en lugares fijos y televisores que literalmente parecían una caja, pero la movilidad nos ha hecho evolucionar a la era de la convergencia y la portabilidad. En nuestro caso, en Lenovo nos hemos centrado en una estrategia denominada PC Plus o de las cuatro pantallas, en la que nuestros portátiles, smartphones, tablets y smart TV interactúan con todo el ecosistema cloud, big data, servicios y otras aplicaciones.
La gran tendencia
Ya no cabe duda de que la movilidad se convirtió en un pilar fundamental al momento de idear estrategias para el desarrollo de productos. Ya no se trata de crear dispositivos de forma independiente, sino que todos nuestros esfuerzos deben estar focalizados en entregar a las personas un nivel de experiencia premium. En ese sentido esta nueva era nos demanda innovación eficiente y rápida, en especial porque el mercado chileno es altamente exigente en materia de tecnología y se mueve con mucha velocidad.
La movilidad es la gran tendencia a nivel personal y corporativo. De hecho, según IDC, a fines de este año más del 40% de los empleados en la Región será móvil y más del 30% de las organizaciones empresariales latinoamericanas movilizará aplicaciones relacionadas con su empresa. En Chile, esta tendencia es aún mayor, si consideramos que, de acuerdo a la Subtel, el 66% de la población tiene acceso a una conexión de Internet. Es así que proyecto que 2015 será el año de la masificación de la nube -híbrida o privada- y de equipos cada vez más portátiles y convergentes. A este panorama se suma el ritmo acelerado de la movilidad y la explosión de la tendencia BYOD (Traiga su Propio Dispositivo). Al respecto, IDC señala que un tercio de los trabajadores en Latinoamérica usa un teléfono móvil o smartphone para fines de negocios, y dos de cada tres empresas le entregan movilidad a sus empleados a través de smartphones o tablets. Cada día es más común ver que las personas compran sus notebooks, smartphones y tablets de acuerdo a sus necesidades personales y los llevan a las compañías bajo la modalidad BYOD.
La necesidad de tomar el control
El BYOD está generando grandes cambios en el mundo de los negocios, pero hay que tener en cuenta un aspecto muy importante: la seguridad. Por lo que es fundamental que las empresas destinen una parte relevante de su inversión en sistemas de seguridad para evitar ser vulnerables. Esto aplica especialmente a las Pymes que en general, salva algunas excepciones, no cuentan con políticas suficientes de seguridad de TI, motivo por el cual se ven muchas veces vulneradas por ataques cibernéticos que ponen en riesgo información valiosa del negocio. Con un aumento exponencial de la información digital en las organizaciones de todos los tamaños, la tolerancia por el tiempo de inactividad relacionado con la pérdida de datos disminuye y los riesgos asociados con esa pérdida tienen consecuencias económicas y de productividad significativas.
En este contexto, creo muy relevante que las compañías tomen el control del BYOD, puesto que puede pasar fácilmente de ser un gran beneficio para la vida móvil de las personas a convertirse en una amenaza por la posible filtración de información confidencial. Si nos vamos a un ejemplo concreto, pongámonos en el escenario de que uno de sus colaboradores, que usa su teléfono inteligente o su tablet para acceder a la red de la compañía lo pierde, el dispositivo puede ser reemplazado por otro rápidamente, pero los datos guardados en él corren un alto riesgo de llegar a las manos incorrectas y poner en peligro sus datos.
Para lo anterior, resulta necesario que contemos con un equipo TI que pueda fiscalizar y dar seguimiento a los accesos que los colaboradores tienen a la información. Además, las empresas deben comenzar a migrar en el corto plazo a adquirir dispositivos que se adapten a la movilidad de sus trabajadores, teniendo al mismo tiempo la tranquilidad de que contarán con todos los resguardos y políticas de privacidad que requiere la organización.
Nuestro país no está ajeno a esta realidad, muy por el contrario, nos hemos convertido en un pequeño laboratorio y el mercado más maduro a nivel tecnológico en América Latina, por lo que nuestra vida móvil, la convergencia de equipos y la seguridad en temas de privacidad son las claves para el crecimiento de las compañías.