Covid-19 y la aceleración de la transformación digital tributaria

Este año, como tal vez ninguno antes, le tomamos el peso a lo que realmente significa que nuestra declaración anual de renta esté a un clic de distancia. Esto, que se nos había hecho tan habitual en los últimos años, hoy adquiere un nuevo significado; quedarse en casa para cumplir con las obligaciones tributarias es un lujo que no existe en todos los países.

Publicado el 30 Abr 2020

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En materia de avance TI en este ámbito, el caso de Chile es comparable con economías más desarrolladas, nuestro cumplimiento tributario se ha digitalizado enormemente y las tendencias internacionales apuntan a que cada vez más herramientas tecnológicas serán aplicadas en los procesos de fiscalización y cumplimiento.

Dicho esto, no podemos desconocer que el Covid-19 ha puesto de manifiesto los puntos débiles de los procesos tributarios, tanto de los contribuyentes como de las autoridades. Así, por ejemplo, la recopilación de los antecedentes que cumplan las formalidades previstas por el ente fiscalizador por parte del contribuyente; así como la recepción y revisión de estos por parte de la autoridad ha sido compleja, no solo ha dificultado el cumplimiento, sino que ha afectado considerablemente todos los demás procesos llevados a cabo por la autoridad, como las fiscalizaciones, revisiones, citaciones, entre otros.

Al parecer el Covid-19 acelerará la transformación digital de la función tributaria de una forma más eficaz que cualquier experto. Hoy es la contingencia la que está impulsando la digitalización, pero no debemos olvidar que existen razones más de fondo para avanzar en este sentido.

El mundo se está moviendo a lo que la OCDE llama “e-administration”. Según el reporte 2019 del foro de administraciones fiscales de dicho organismo, que compara la situación de 58 administraciones tributarias con diversos grados de desarrollo, alrededor de un 70% del cumplimiento en materia de impuestos personales y el 85% en materia de impuestos corporativos son realizados de forma digital, tanto en la declaración como en el pago de los tributos.

Sin embargo, las administraciones fiscales no se están quedando aquí. El cumplimiento tributario ha dejado de ser el foco principal y las herramientas tecnológicas se están enfocando en análisis de comportamiento de los contribuyentes, minado de datos e incluso aplicaciones de Inteligencia Artificial. Así, por ejemplo, España comenzó en 2017 un programa de asistente virtual inteligente en materia de IVA, el cual ha probado ser exitoso y está en proceso de ampliación.

Esto libera a los fiscalizadores de responder consultas rutinarias, permitiendo enfocar los recursos en cuestiones más complejas. Este cambio de paradigma ha hecho que las administraciones tributarias ya no estén compuestas solo de expertos tributarios, sino que se hacen comunes las contrataciones de data scientists y expertos en comportamiento, modificando los procesos de fiscalización, mediante el perfilado de contribuyentes, identificando patrones y creando respuestas cada vez más eficientes a los problemas tradicionales de fiscalización.

De dulce y de agraz

Como ya podemos intuir los avances tecnológicos permitirán a los órganos administrativos tener un conocimiento casi omnipresente de los contribuyentes. Esto tiene de dulce y de agraz. Por un lado, facilita el cumplimiento en aquellos casos en que no hay discrepancias con la información de que dispone la autoridad tributaria, pero puede generar complejas situaciones en caso de potenciales discordancias. Esto último, puede verse aumentado en períodos de crisis o de contingencias, como la que estamos viviendo. Uno de los casos en que las autoridades tienen -muchas veces- mejor información que los contribuyentes ocurre en materia de IVA. Esto porque la documentación electrónica en este ámbito es obligatoria de forma transversal.

Esta situación ha forzado a algunos contribuyentes, que no tienen una sincronía perfecta entre sus sistemas contables y de administración con los sistemas tributarios, a estar constantemente realizando ajustes manuales para poder alinearse con la información alojada en sus sitios webs fiscales.

Es aquí uno de los espacios en que la automatización y digitalización de los procesos tributarios debe ser una prioridad. Y es que un entendimiento correcto de la data de los sistemas de los contribuyentes podrá no solo hacer más fácil el cumplimiento tributario, sino que dará una visión holística a la situación tributaria, reduciendo costos y permitiendo enfocar recursos.

Podríamos decir que el Covid-19 no ha modificado sustancialmente lo que el Servicio de Impuestos Internos espera de los contribuyentes. En este sentido, en subsecuentes Resoluciones Exentas, el órgano fiscalizador ha ampliado los plazos para presentar algunas declaraciones juradas, sin embargo, dichas ampliaciones han sido de dos o hasta seis días. Estas ampliaciones tan breves, nos recuerdan el hecho de que, si bien hay un cambio en las circunstancias producto de la pandemia, el nivel de digitalización del cumplimiento permite, mantener las cosas funcionando con meridiana normalidad.

Optimizar los procesos y más

A pesar de lo anterior, muchos contribuyentes no están preparados para el cumplimiento remoto y esto les está o podría estar pasando la cuenta. Algunos tienen sus sistemas alojados localmente en comunas en cuarentena, otros se afectan porque los profesionales que hacen los ajustes manuales se encuentran imposibilitados de trabajar correctamente, y muchos basan el trabajo en documentación física a la que no pueden acceder así.

La integración de los sistemas contables y de control interno y su uso para alimentar el cumplimiento tributario, no solo es posible, sino que parece imperioso en medio de una crisis como la que hoy se está viviendo. Hacerlo permite tomar las riendas de nuestro cumplimiento y posición tributaria, particularmente mirando a un futuro donde el trabajo a distancia será cada vez más común. Si bien hoy la razón circunstancial es el Covid-19, en el fondo el porqué de impulsar la transformación digital tributaria radica en optimizar los procesos y cumplimiento de reportes, tomar mejores decisiones estratégicas basadas en data efectiva y en tiempo real, y estar mejor preparados ante un eventual proceso de fiscalización por parte de la autoridad.

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Redacción

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