Paul Estrella,
Chairman ElastixWorld.
En estos días se está generando un debate acerca del uso del software libre en Chile, una discusión similar que ya se ha planteado en otros países latinoamericanos como Ecuador, Brasil, Venezuela y últimamente en Uruguay. El alcance, los objetivos y el momento político han sido diferentes en cada uno de esos debates, sin embargo la mayoría apunta a que se privilegie el uso de software libre en dependencias públicas. Curiosamente, las posiciones contrarias a la utilización de software libre hablan de neutralidad tecnológica, cuando tecnologías propietarias han invertido millones de dólares en marketing, educación, evangelización y lobby. Todo para promover la funcionalidad de cada una de estas soluciones tecnológicas. Estas plataformas de manera inteligente han entrado a universidades e instituciones técnicas con convenios diversos para impartir educación y entrenamiento y establecer certificaciones que han llegado a ser estándares en nuestros países. No es de extrañar, entonces, que miles de profesionales egresados y técnicos en funciones opten por preferir estas soluciones frente a otras alternativas. Se trata de prácticas que nacen de la dependencia tecnológica que tienen los países latinoamericanos sobre naciones de mejor desarrollo tecnológico. En ese contexto, no corresponde ni aplica hablar de neutralidad.
¿Por qué software libre?
Si consideramos el caso de la universidad, esta no debe ser objetivo de mercantilismo, sino que de un estamento imparcial que busca proveer las herramientas a la sociedad para el mejoramiento de la calidad de vida de la población. Pensando en esto, es ilógico establecer soluciones propietarias como estándares y bases para impartir conocimiento. Tampoco es necesario obligar a estos organismos a que utilicen software libre, pero entre ambas hay una diferencia fundamental: la universalidad.
Las soluciones de software libre que son exitosas se desarrollan en base al trabajo de una comunidad mundial que comparte información para mejorar y/o corregir la solución. Por lo mismo, el gran objetivo de la universidad debe estar basado en conceptos, en estándares, en investigación y no en soluciones de marcas puntuales. Es interesante analizar cómo el debate se desarrolla en torno a la neutralidad, cuando hay asuntos más importantes que analizar, como la seguridad informática y el derecho a la confidencialidad. A pesar de la emisión de documentos oficiales indicando que las soluciones de código abierto no son seguras, esto dista totalmente de la realidad y está basado, muchas en veces, en supuestos y estudios superficiales sin datos estadísticos reales. La verdad es que las soluciones de código abierto están expuestas al escrutinio público. Cualquiera puede ver el código e identificar si la solución tiene programas maliciosos, errores de seguridad o recolectores de información. No hay secretos entre la comunidad de software libre sobre uno u otro sistema. Solo existen diferencias, las más visibles son la efectividad y funcionalidad de una solución sobre otra.
No profundizaré en soluciones propietarias, pero quizás se sorprendan al saber que muchas de ellas usan Linux, OpenSIPS, Asterisk y otras de código abierto. No es de extrañar, por lo mismo, que el 97% de los supercomputadores a nivel mundial usen Linux, simplemente porque Linux es más estable, más eficiente y más seguro. Entonces, válido es preguntarse si la neutralidad es algo que se pueda establecer únicamente cuando nos conviene.